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El hayedo de Montejo, un respiro ocre en medio de Madrid

Hayedo de Montejo

Cemento y asfalto y, de repente, naranja, rojo, amarillo… Los colores del otoño contenidos en 250 hectáreas de bosque, el verde subiendo por los troncos de los árboles. En el suelo, una alfombra anaranjada sin nada que envidiar a las rojas. ¿Sus caminantes? Lagartijas, petirrojos, corzos… Un amplio abanico de animales que algunas leyendas afirman que antes fueron personas. Se dice que los duendes y hadas de este bosque atraían con sus cánticos a los paseantes para convertirlos en pequeños animales. Son las historias que habitan el hayedo de Montejo, uno de los más meridionales de Europa y el único de la Comunidad de Madrid.

Emplazado entre las faldas de la sierra de Ayllón y la margen derecha del río Jarama, en la preciosa sierra del Rincón, el hayedo de Montejo es un paraje de gran valor natural y paisajístico. Su importancia es tal que en 2017 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, si bien ya en 1974 el gobierno lo nombró Sitio Natural de Interés Nacional. Estos nombramientos convirtieron al hayedo en un sitio protegido con mucho mimo. Es por ello que su acceso está restringido, teniendo que reservar para poder entrar.

Lo insólito de la existencia del hayedo de Montejo

Una de las características principales del hayedo de Montejo es lo insólito de su propia existencia, pues no es normal encontrarse este tipo de arboledas en estas latitudes. Sin embargo, la humedad y la riqueza del suelo, junto con el microclima que se genera en la zona y el tener una orientación que favorece la captación de las masas de aire húmedas hacen de esta franja el “invernadero” perfecto para su crecimiento.

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Panorámica del hayedo de Montejo. | Envato

Algunas de las hayas que pueblan el bosque miden más de 20 metros de altura. Las hay que tienen nombre propio, como la llamada “haya de la Roca”, que cuenta con más de 250 años de edad. Pero además de hayas, en el bosque pueden encontrarse otras especies vegetales como robles, avellanos, abedules, serbales y acebos. Entre la fauna que habita el hayedo de Montejo destacan los corzos, jabalíes, tejones, nutrias, gatos monteses, azores, perdices, mirlos o herrerillos.

Tres rutas para conocer la arboleda

La mejor forma de conocer esta arboleda, que da su mejor cara en otoño (sin desmerecer las de otras estaciones), es caminando por ella. Hay tres opciones y para hacer cualquiera de las mismas hay que reservar previamente: la senda del Río, la senda de la Ladera y la senda del Mirador. Todas tienen una duración aproximada de una hora y media.

La primera de ellas, la del Río, es la que discurre, obviamente, por la ribera del río que transita estas tierras de hadas y duendes: el Jarama. Se trata de la ruta más fácil de las tres, apta para todo tipo de públicos, desde niños y mayores hasta personas que tengan algún tipo de discapacidad física. La senda del Río es también la más recomendada para aquellos que visitan el hayedo de Montejo por primera vez, debido a que transita por algunos de los ejemplares de hayas más representativos de la zona. La ruta termina junto a una antigua carbonera, pues en el pasado la profesión de carbonero fue de las más típicas en este enclave.

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Hayedo de Montejo
Hayedo de Montejo. | Shutterstock

Algo más complicada es la senda de la Ladera, que comparte parte del camino con la anterior: los primeros 500 metros vuelven a discurrir junto al Jarama. Después, el camino asciende por la ladera y se interna en el hayedo, donde también se encuentran algunos ejemplares de pino silvestre. En este caso, la ruta, circular, se alarga hasta los 1450 metros y acumula un desnivel de 115 metros.

Por último, la senda del Mirador se postula como la más complicada, aunque sigue siendo de dificultad media. La primera parte coincide, una vez más, con ese camino que transita junto al río y que es compartido por las tres sendas. Tras esos 500 metros de calma, la ruta asciende por la ladera hasta llegar a un espectacular mirador. Se trata de un itinerario algo diferente a los otros dos, pues su trazo y temática son distintos. Y por el camino de cualquiera de los senderos, cuidado, no sabemos cuándo una hada podrá transformarnos en un pequeño zorro o lagarto…