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Jardín de Cactus de Guatiza

Jardín de Cactus de Guatiza, Jardín de Cactus de Guatiza

Entre los ríos de lava volcánica que formaron los misteriosos paisajes de Lanzarote, encontramos el originalísimo Jardín de Cactus de Guatiza, la última de las obras creadas por César Manrique (1919-1992) en su isla natal, concebidas todas ellas para resaltar los encantos de su insólita naturaleza. «Lanzarote es pura magia… Belleza limpia, insolente y desnuda. Lección constante. Su desconocida y profunda naturaleza es consciente del gran espectáculo que ofrece», comentó este artista polifacético. Tras dos décadas de intensa actividad artística en Madrid y tres años en Nueva York, Manrique, vinculado al movimiento pictórico del informalismo, regresó definitivamente a Lanzarote en 1966. Desde entonces no paró en su lucha para salvaguardar sus paisajes naturales y culturales. Sería imposible imaginarse la isla tal como es hoy sin César Manrique, pionero del desarrollo turístico sostenible.

Jardín de Cactus de Guatiza

El Jardín de Cactus de Guatiza, inaugurado en 1990, combina –como es habitual en las intervenciones espaciales de su autor– arte, arquitectura y paisajismo, a la vez que fusiona elementos tradicionales y locales con un lenguaje artístico contemporáneo. Manrique llamaba a estas creaciones, estrechamente unidas al paisaje de Lanzarote, «arte-naturaleza/naturaleza–arte», concebidas para reflexionar sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza.

La elección de la localización del jardín es muy coherente, ya que se sitúa en el corazón de la zona del cultivo de chumberas de la isla, antaño importante fuente de riqueza porque en estas plantas parasita la cochinilla de la que se extrae el carmín, un valiosísimo colorante  natural. Manrique emplazó el jardín en medio de este mar de cactos, dentro de una cantera abandonada, con la idea de rehabilitar un espacio degradado. De ella se había extraído anteriormente arena volcánica, aquí llamada picón, que se emplea en los cultivos de la isla y en el propio Jardín de Cactus para mantener la humedad de la tierra.

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Gracias a su estructura en semicírculo, el espacio es un auténtico anfiteatro vegetal poblado por unas 10.000 plantas suculentas de casi mil especies diferentes. La mayoría pertenecen a la familia de las cactáceas y son originarias del continente americano, mientras que la flora autóctona de Canarias está representada por euforbias y otras crásulas, como Aeonium lancerottense, endémica de Lanzarote.

Jardín de Cactus de Guatiza

Estas curiosas plantas de formas escultóricas –expertas en almacenar agua– se encuentran aquí en perfecta armonía con el entorno desértico, de suelo pedregoso y con escasísimas lluvias. Muchas tienen floraciones espectaculares aunque muy efímeras, como la del Selenicereus inermes, que sólo dura unas pocas horas nocturnas (por eso se le denomina «galán de noche»).

Las terrazas del jardín recuerdan a los tradicionales bancales de los cultivos de la isla. Desde ellas se admira el espectacular escenario protagonizado por grandes monolitos de lava petrificada. Son restos de la época de la cantera que el artista recuperó y conservó, convirtiéndolos en esculturas.

El Jardín de Cactus de Guatiza es una obra total, es decir, Manrique se ocupó de absolutamente todo, incluidos los elementos arquitectónicos, la decoración de la cafetería y, por supuesto, el gigantesco cacto metálico que señala el jardín en la carretera. En cada detalle está presente la naturaleza, la referencia fundamental de su arte y su vida: «Mi alegría de vivir y de crear continuamente me la ha dado el haber estudiado, contemplado y amado la gran sabiduría de la naturaleza».