La Cueva del Castañar es probablemente la cavidad subterránea más interesante de Extremadura. Un gran entramado de galerías que fue declarado como Monumento Natural en 1997.
La Cueva del Castañar fue descubierta por casualidad en el año 1967 cuando las patas traseras del animal que acompañaba a un agricultor en su trabajo habitual se hundieron en la tierra de labor. Aun así, no fue hasta entrada la década de los ochenta cuando comienzan las tareas de exploración y prospección que, con el paso de otros tantos años, llevaron a su definitiva declaración y protección. El principal interés de la Cueva del Castañar —resultante de sucesivos procesos de modelado kárstic— reside en la variedad y riqueza de sus espeleoformas de aragonito y calcita que tapizan todas sus paredes, techos y suelos. Se tratan de formas excéntricas que crecen en diversas direcciones dando forma a un paisaje subterráneo de gran singularidad y belleza. En ocasiones, estas formaciones se encuentran tintadas por efecto del óxido de hierro y que contienen las paredes de la cueva.
Vegetación y fauna
La Cueva del Castañar se encuentra ubicada en la comarca de Los Ibores, un espacio de gran diversidad natural donde abundan bosques de robles, castaños, arces, alcornoques, encinas y extensiones de olivos. La proximidad al Parque natural de Monfragüe determina la presencia de una fauna que comprende ejemplares de buitre, águila y cigüeña negra junto a otras especies habituales en el centro de España, como corzos, ciervos, jabalíes, conejos o perdices.