Propiedades de los espárragos trigueros

Las propiedades de los espárragos trigueros son muchas. Pero, por encima de sus múltiples beneficios para la salud, los espárragos trigueros son un alimento muy sabroso. ¡Es la época de espárragos trigueros! Como crecen a finales del invierno, la primavera es la época perfecta para recogerlos y… ¡para comerlos! Si estás pensando en ponerte a dieta de cara al verano, deberías incluir los espárragos en tu plan alimenticio: por 100 gramos tan sólo cuentan con 18 calorías. Esto es debido a que están compuestos por un 90% de agua.

Es un alimento rico en fibra, perfecto para el correcto funcionamiento de nuestro tránsito intestinal. Toma nota de todas sus propiedades:

• Gran cantidad de vitaminas. Los espárragos trigueros aportarán a tu organismo las vitaminas necesarias para desempeñar todas tus actividades diarias con ganas y actitud. Las vitaminas que contienen son A, B1, B2, B6, C y E.
• Minerales esenciales. Su ingesta te ayudará a elevar las reservas de magnesio, potasio, calcio y fósforo. En concreto, el potasio tiene grandes propiedades diuréticas. Si padeces de retención de líquidos esta propiedad te interesa. Y si buscas limpiar tus riñones también.
• Saciante y antioxidante. Como se destaca anteriormente, el espárrago triguero es un alimento rico en fibra. Su poder saciante es muy valioso si quieres perder peso. Por otra parte, a la vez están llenos de antioxidantes, los cuales ayudan a prevenir ciertas enfermedades cardiovasculares y degenerativas.
• Aliado durante el embarazo. El espárrago en la dieta de las mujeres embarazadas ayuda durante las primeras semanas de gestación. Este alimento se encarga de que el tubo neural del feto progrese de manera adecuada. De la misma forma, los más pequeños de la casa deberían disfrutarlos en sus platos de vez en cuando.

Nuestro consejo: Si los cocinas al vapor evitarás la pérdida de algunos de sus nutrientes. A la plancha, salteados, en revueltos, al vapor, en cremas y sopas…Las recetas son infinitas. ¿Te animas a probarlos?

Texto: María Jesús Colombo