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Sima de Cabra, la boca del infierno que inspiró a Cervantes

sima de cabra

A lo largo de los siglos las cavidades de la tierra han dado lugar a todo tipo de conjeturas y leyendas. La sima de Cabra, situada a las faldas del pico cordobés conocido como Picacho de la sierra de Cabra, no iba a ser menos. De hecho, se trata de un lugar que ha despertado toda clase de misterios. Este pozo natural ha sido, a lo largo de la historia, desde boca del infierno hasta inspiración de Cervantes. Asimismo, hablar de sima de Cabra, a menos de una hora de la ciudad del mismo nombre, es también hablar de historia, concretamente de la historia de la espeleología.

Sima de cabra, infierno y literatura

La primera referencia a esta cavidad, de 20 metros de ancho y 116 de profundidad, se recoge en la Edad Media. Entonces reinaban en Córdoba los musulmanes. El historiador Al-Himyari recogió que “los esclavos que se sublevaron durante la rebelión del muladí Omar ben Hafsum en el siglo IX fueron arrojados a esta”. Después, según apunta el mismo narrador, los árabes intentaron tapar dicha sima con paja y yerba. No obstante, no existen otros testimonios acerca de dichas afirmaciones.

Lo que sí se sabe es que hasta el año 1683 no se registró ningún descenso a sima de Cabra, por lo que al interior de la cavidad lo rodeaba un halo de misterio. Incluso los vecinos del pueblo llegaron a  pensar que en las profundidades de la gruta moraban los demonios. Estas ideas se vieron aún más reforzadas con las referencias que de la sima hizo el poeta sevillano Juan de Padilla, que aseguraba que sima de Cabra no era sino una puerta al infierno.

Sima de cabra
Sima de cabra. | Wikimedia

Luego vinieron las citas de Miguel de Cervantes. El escritor, que vivió en el pueblo de Cabra durante una temporada, mencionó a la cueva en tres libros diferentes, incluyendo el de Don Quijote de La Mancha. “Otra vez me mandó que me precipitase y sumiese en la sima de Cabra, peligro inaudito y temeroso y que le trajese particular relación de lo que en aquella oscura profundidad se encierra”, señalaba el alcalaíno en su obra magna.

Un cadáver escondido en la cavidad

1683 es el año en el que una persona bajó al interior de la sima por primera vez. Lo hizo Fernando Muñoz Romero, un oficial de cantería que se presentó voluntario para la tarea. ¿El motivo? Las autoridades andaban buscando el cuerpo de un vecino, Pedro Ochoa, el cual se creía que podía estar dentro de la sima. Muñoz Romero bajó colgado de dudoso material y muchos creían que esa sería la última vez que le verían. El misterio que envolvía a sima de Cabra era tal que la hazaña gozó de una gran expectación. Pero, por suerte, el oficial de cantería no solo consiguió salir intacto de la faena, sino que pudo encontrar el cadáver y analizar, por primera vez en la historia, aquella extraña oquedad.

Después, pasarían más de 150 años hasta que la sima se volviera a explorar. En 1841 Pedro de Torres y Nicolás Fernández bajaron a investigar la sima, en la que se convirtió en la primera expedición científica y espeleológica del país de la que se tienen registros. Incluso algunos espeleólogos afirman que esta efemérides fue el inicio de la historia de la espeleología con mayúsculas. Eso es lo que señala al menos el espeleólogo Rafael Bermúdez Cano en su artículo Sima de Cabra: “Es por ello, aunque le pese a los franceses, que se podría decir, y de hecho lo digo abiertamente, que la historia de la espeleología nació en España, en la provincia de Córdoba, en el término de Cabra y más concretamente en la sima que lleva su nombre”.

Más tarde vinieron otras. En 1940 se instaló una vigueta de hierro con polea en la boca de la sima que aún hoy continúa en el lugar. En 1905 se instaló también una placa en memoria de Cervantes, que se renovó en el año 2005. La sima mide, como se ha dicho, 116 metros. No obstante, existe una estrecha galería adicional que llega a los 131 metros bajo tierra y que recibe el nombre de sala Sarcófago. Al visitar la sima, lo mejor es no sobrepasar la placa para evitar accidentes. Solo pueden acceder a su interior espeleólogos experimentados.

La ciudad de Cabra

Sima de Cabra se encuentra a cinco kilómetros del municipio de Cabra, desde donde se puede llegar a la cavidad ya sea en bicicleta o andando. A esta ciudad se la considera la puerta de entrada al parque natural de las sierras Subbéticas, pero, aparte de los enclaves naturales, para visitar Cabra en sí se requiere de al menos un día.

Cabra, Córdoba
Cabra, Córdoba. | Shutterstock

Esta localidad, famosa por la calidad de su aceite de oliva, posee un inmejorable oferta turística y un notable número de monumentos históricos. Enclaves como su castillo, la iglesia de la Asunción de los Ángeles, el Museo Arqueológico o la iglesia de San Juan de Dios hacen las delicias del viajero en una ciudad que fue escenario de grandes batallas como la de Cabra, relatada en el Cantar del Mío Cid. En Cabra aún asoman, además, los vestigios de las diversas culturas que pasaron por su calles, como los almorávides, los almohades o los visigodos.

Por la zona pasan también una gran variedad de senderos de mountain bike, incluyendo la Vía Verde de la Subbética, más conocida como Vía del Aceite. Ésta pasa por la estación de Cabra, desde donde se puede iniciar la ruta a Sima de Cabra. Un lugar en el que los planes nunca acaban.

Artículo realizado en colaboración con Turismo de Cabra