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Ruta por la costa mediterránea (V): de pueblo en pueblo por el oeste de Andalucía

Ruta por la costa mediterránea de Andalucía

Tras Almería y Granada, como se anunció en la entrega anterior de esta ruta por la costa andaluza, todavía hay Mediterráneo por explorar. Andalucía es una de las comunidades con más kilómetros de costa de España, solo por detrás de Galicia y las islas, y antes de que este apreciado mar dé paso al océano infinito, quedan rincones por disfrutar. Así llega el turno de Málaga, repleta de ciudades importantes a pie de playa que esta ruta va a saltarse para centrarse, como se ha venido haciendo, en las pequeñas localidades. También de Cádiz, donde el Atlántico asoma para besar a un Mediterráneo al que cuesta despedir.

El encanto de Málaga y su Costa del Sol

Playa de Benajarafe
Playa de Benajarafe. | Shutterstock

El atardecer en la playa de Benajarafe, imagen que precede estas líneas, ya dice bastante del tipo de postales que uno puede encontrarse cuando sigue el trazado de la costa malagueña. Es este un lugar de grandes núcleos de población: Torremolinos, Benalmádena, Fuengirola o la aclamada y bonita Marbella. Como esta ruta busca, sin embargo, los pequeños rincones, los pasos deben conducir hasta la zona costera de Benajarafe. En la parte interior se descubre una población que habita entre cortijos y caseríos, pero la playa es otra historia. El paraje natural presenta arenas oscuras de más de un kilómetro y medio de longitud, un oleaje tranquilo y rutas de senderismo alrededor. Este lugar está pensado para disfrutar de las virtudes de la Costa del Sol.

Nerja
Nerja. | Shutterstock

Nerja es uno de los municipios más afamados de esta costa mediterránea, en parte por las maravillosas postales que congrega a su alrededor. Ha sido siempre un lugar pesquero y agrícola, con más de trescientos días de sol al año y con numerosas posibilidades de deporte acuático en las aguas que bañan su orilla. Este bonito pueblo permite, además, acercarse a la sierra del interior, así como disfrutar de uno de los miradores más populares de la geografía: el balcón de Europa, que mira hacia el lado contrario, hacia África. Si se tiene oportunidad de verlo al atardecer, las vistas son impagables.

Playas de Algarrobo
Playas de Algarrobo. | Shutterstock

Algarrobo es otro bonito rincón cuya parte interior está ubicada entre colinas, mientras que la parte costera es precisamente eso: pura costa. Sus playas, repletas de palmeras, ofrecen una nueva posibilidad de disfrutar del Mediterráneo. Para cuando la tranquilidad frente al mar se agote, hay numerosos enclaves que visitar. La iglesia de Santa Ana, del siglo XVII, es quizá el monumento más importante del lugar. Al menos si no se cuenta la cercana necrópolis de Trayamar, que señala el pasado fenicio de la zona. Si se tiene oportunidad hay que acercarse a la ermita de San Sebastián, desde donde se obtienen unas bonitas vistas del entorno.

Dunas de Artola
Dunas de Artola, uno de los parajes más bellos de la costa andaluza. | Shutterstock

Antes de alcanzar el siguiente destino en el que quedarse, hay que darse un paseo por las dunas de Artola. Una de las mejores playas de la Costa del Sol es también un paraje natural de gran valor. Más de un kilómetro de dunas, vegetación autóctona y tranquilidad, pues todavía no ha conocido la masificación. Se puede explorar, además, la torre Ladrones, levantada por la civilización romana con carácter defensivo.

Puerto de la Duquesa
Puerto de la Duquesa. | Shutterstock

El último destino malagueño es Manilva, ideal para aquellos que apuestan por el descanso y la tranquilidad que, en realidad, viene caracterizando a esta ruta prácticamente desde su inicio en Catalunya. En este rincón, donde siempre parece brillar el sol, se disfruta de un pueblo blanco que cuenta con uno de los puertos más interesantes de la zona: el puerto de la Duquesa. Además de las posibilidades asociadas de forma irremediable al Mediterráneo, en Manilva se puede descubrir el castillo de la Duquesa, del siglo XVIII, o el poblado neolítico de los Castillejos de Alcorrín. Esta combinación entre mar e historia conforma una fantástica manera de despedirse de Málaga.

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El Mediterráneo también es de Cádiz

Dunas de Bolonia
Dunas de Bolonia. | Shutterstock

Para conocer el Mediterráneo gaditano hay que dirigirse hacia la tierra de Tarifa, riquísima en historia y paisajes. En la zona pueden disfrutarse numerosas huellas del pasado, desde fenicios a romanos, pasando por las pinturas de la cueva del Moro o la necrópolis de los Algarbes. Cuando el viajero haya explorado estos rincones, lo que tiene esperándole son inmensas playas en las que el viento de levante es el protagonista. Quizá la más destacada sea la de Bolonia, un arenal salvaje que constituye el ejemplo perfecto de paraíso gaditano.

Isla de las Palomas
Isla de las Palomas. | Shutterstock

Un paraíso que sirve para despedir esta ruta mediterránea por la costa de Andalucía, pues es hora de encontrarse con el Atlántico. Mar y océano se entrelazan en torno a la isla de las Palomas, un último destino perfecto, de aguas preciosas y gran simbolismo. La punta Marroquí mira hacia África, hacia el Estrecho de Gibraltar, un lugar que debió resultar especial para los marineros en siglos anteriores. También para el viajero que termina aquí de explorar el Mediterráneo, quién sabe si para lanzarse, entonces, al Atlántico.