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Quinta de los Molinos, un jardín histórico en la capital

La floración en la Quinta de los Molinos

En otro tiempo Madrid no era la enorme urbe que es hoy. Actuales barrios eran pueblos y en torno al centro quedaba una tierra de nadie que pujaba entre el retiro para los nobles y la labor agraria. Dos conceptos opuestos que se unieron en las quintas de recreo. Estos espacios poblaron los alrededores de la capital permitiendo a lo más granado del lugar tener su trozo de la España rural a muy poca distancia. De aquel pasado ha llegado la Quinta de los Molinos, un jardín histórico que supone un Rincón del Finde ideal para pasear o incluso plantar un picnic.

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Un poco de historia de la Quinta de los Molinos

El origen de esta quinta de recreo se sitúa algo más tarde que otras muy conocidas, como la de Torre Arias o la desaparecida Quinta de Goya. Lo que se puede ver actualmente comenzó a erigirse en los años veinte del siglo ídem. Fue una iniciativa privada de un arquitecto que nació lejos de Madrid, concretamente en Alcoy. César Cort Botí, que también era ingeniero, fue quien decidió dar los pasos para crear la Quinta de los Molinos.

Molino de la Quinta de los Molinos en Madrid
Molino americano de la quinta. | Shutterstock

Innovador, profesional, pionero y siempre asociado al diseño urbano madrileño, Cort Botí llegó a ser parte del consistorio de la ciudad. Asimismo, suya fue la primera cátedra de urbanismo que se concedió en España. Su carácter arquitectónico se plasmaría en la Quinta de los Molinos. Para empezar adquirió los terrenos más norteños de la misma, donde ejecutó un palacete. Junto a la Casa del Reloj y distintas fuentes compone el segmento consistente en un jardín mediterráneo.

Almendros en flor en la Quinta de los Molinos
Almendros en flor en la Quinta de los Molinos. | Shutterstock

Más al sur queda la parte atada a lo agrícola. Esta faceta cristalizó en forma de plantaciones destinadas a lo estético más que a lo económico. De los árboles destacan los almendros, que ocupan la mayor parte del terreno cultivado. Junto a ellos se despliegan olivos o eucaliptos, cuya función en parte es complementar a los frutales antes mencionados. El proyecto vivió días difíciles hacia el final de la vida de Cort Botí, que acabó en 1978. Cuatro años después el ayuntamiento de Madrid adquiriría un gran segmento del parque que pasaría del casi abandono al esplendor actual.

Las claves de la Quinta de los Molinos

La principal clave de este parque madrileño es su conjunto de almendros. El arroyo de los Trancos era el encargado de aportar agua, recogida en un completo sistema de albercas y presillas. Sin embargo, la evolución de los alrededores ha hecho que el cauce esté casi siempre seco. A este respecto, cabe destacar que fue el hallazgo de acuíferos y bolsas de agua durante la construcción de la finca lo que motivó la adquisición de los molinos estadounidenses que dan nombre al lugar. Se ubican en la Casa del Reloj y en la Rosaleda de Palacio, sendos espacios del parque.

Fuente en el parque Quinta de los Molinos
Fuente en el parque Quinta de los Molinos. | Shutterstock

Volviendo a los almendros, estos viven su gran momento en primavera, cuando florecen en una explosión blanca y rosácea. Un evento de primer nivel para quien guste de la naturaleza. Incluso algunas elecciones estéticas de los elementos arquitectónicos vinieron por este espectáculo. Así, los tonos claros que lucen las casas de los guardeses o ciertos muros sirven para complementar el alarde floral. La colocación en parcelas de los frutales permite además sentarse, echar la manta y disfrutar con tranquilidad de este Rincón del Finde.

A esta parte más agraria sureña se une, al norte como se dijo, otra casi separada y de corte mediterráneo. No podía ser de otra forma teniendo en cuenta el origen alicantino de César Cort Botí. Previo al racionalismo que llegaría poco más tarde, el palacete y la Casa del Reloj siguen un estilo de corte modernista. El propietario no se guardó nada y situó en la quinta de recreo hasta una pista de tenis. Espacios florados, como rosaledas, y entornos frondosos conviven con fuentes entre caminillos para dar lugar a un Rincón del Finde encantador.

Túnel de la Quinta de los Molinos
Túnel de la Quinta de los Molinos. | Shutterstock

Rincones cercanos a la Quinta de los Molinos

Una vez recorrido la Quinta de los Molinos y su paseo interior escoltado por plataneros, hay otra finca muy parecida que se puede ver. Se trata de la Quinta de Torre Arias. Nombrada así por el ducado homónimo, su última propietaria antes de que el Ayuntamiento de Madrid se hiciera cargo del parque fue la duquesa Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. En líneas generales, supone un complemento perfecto al Rincón del Finde protagonista de este artículo, teniendo incluso una trayectoria casi idéntica en los últimos años.

No lejos está el también encantador parque del Capricho y otros espacios verdes como el Parque Juan Carlos I. También cerca queda el novedoso estadio Metropolitano. La conexión de Canillejas con el centro de Madrid es perfecta bien a través de bus bien a través de Metro. Gracias a ellos es posible llegar sin perder demasiado tiempo a hitos tales como la Puerta del Sol, Gran Vía o el Palacio Real.

La floración en la Quinta de los Molinos
La floración en la Quinta de los Molinos. | Shutterstock

Un pequeño edén de Almendros en pleno Madrid, por eso es nuestro Rincón del Finde

Sin duda la Quinta de los Molinos es un ejemplo único de la mezcla entre naturaleza y arquitectura de principios del siglo XX. Una obra de un técnico muy influyente que quiso trasladar su pensamiento profesional en un espectacular jardín. El parque supone una gran alternativa a otras zonas verdes de la capital y permite conocer de primera mano cómo era una quinta de recreo. Además, la floración de sus almendros es una auténtica maravilla que cada primavera pueden vivir quienesquiera que visiten este Rincón del Finde madrileño.