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Qué ver en Las Hurdes: pueblos negros y paisajes de vértigo

Qué ver en Las Hurdes: pueblos negros y paisajes de infarto

Durante siglos, Las Hurdes fue un territorio aislado, olvidado, empobrecido, casi asalvajado. De aquellas Hurdes que visitó Alfonso XIII hace cien años poco queda, apenas el recuerdo en forma de un documental que ha pasado a la historia. Esa tierra sin pan que reflejó Luis Buñuel, esa comarca donde las condiciones de vida eran inhumanas, es hoy en de los lugares más fascinantes que podemos recorrer en tierras extremeñas. Las Hurdes son una comarca que esconde unos paisajes tan abruptos como hermosos. Una tierra donde los barrancos y el agua son protagonistas y donde aún se puede pasear por pueblos de fachadas de piedra y tejados de pizarra. Cualquier viajero ávido de experiencias inolvidables que se pregunte qué ver en Extremadura encontrará una respuesta evidente: Las Hurdes.

Las Hurdes: historia de una comarca inhóspita

Paisaje de Las Hurdes
Paisaje de Las Hurdes. | Shutterstock

La dureza de la geografía de Las Hurdes no significa que no tenga una historia que contar. Su territorio está salpicado de petroglifos con miles de años de antigüedad. También existe constancia de asentamientos romanos. Pero es a partir del siglo XII cuando el pastoreo supuso la ocupación definitiva de estas tierras por parte del hombre.

Sin embargo, esos paisajes que hoy nos maravillan también fueron los responsables del aislamiento de comarca, que pasó siglos ajena al mundo. Es a finales del siglo XIX cuando se empiezan a conocer sus difíciles condiciones de vida. Y todo culmina con el viaje a Las Hurdes de Alfonso XIII, a partir del cual se pondrían en marcha iniciativas para impulsar la comarca y conectarla con el mundo. De hecho, su primera carretera no se construyó hasta 1922.

Es cierto que ninguno de esos planes consiguió el desarrollo esperado, pero sí evitar que la comarca se perdiera de nuevo en la memoria. Así, hoy el turismo en Las Hurdes es una de sus mayores fuentes de ingresos. No puede extrañar, puesto que una vez que se descubre su magia, se sueña con volver.

Qué ver en Las Hurdes: la belleza de una comarca que escapó del olvido

Chorrituelo de Ovejuela
Chorrituelo de Ovejuela. | Shutterstock

Es complicado hacer un pequeño resumen de lo mejor que ver en Las Hurdes. Este territorio está salpicado de tesoros que, se quiera o no, se descubren con calma. Porque si hay algo que aquí no tiene cabida son las prisas. Carreteras sinuosas que a veces parecen interminables obligan a ello. Pero es algo que al final del viaje se agradece: ese paso tranquilo invita a no perder detalle del camino, a no pasar de largo sus miradores y a descansar para reponer fuerzas en esos pueblos de sabor añejo. Además, a lo largo y ancho del territorio hurdano hay diferentes centros de interpretación que ayudan al visitante a no perderse ni uno solo de estos tesoros. Luego cada cual diseñará la ruta que considere más atractiva, pero hay lugares que no se pueden pasar por alto.

Casares de Las Hurdes, el balcón de la comarca

Casares de Las Hurdes
Casares de Las Hurdes. | Shutterstock

Los habitantes de los pueblos de las Hurdes tuvieron que adaptar los terrenos para vivir. Surgieron así calles empinadas, enrevesadas y estrechas que se encaraman a las laderas y ascienden por ellas. Son calles donde aún se mantienen ejemplos de esa arquitectura tradicional modesta, pero de innegable encanto. Casares de Las Hurdes conserva uno muy singular: el peculiar campanario exento de la iglesia del Santísimo Sacramento.

Pero hay que salir del casco urbano para descubrir miradores que ofrecen vistas espectaculares del valle del río Ladrillar o de la sierra de la Corredera. No por nada lo han bautizado como “Balcón de Las Hurdes”.  Y no hay que mirar solo al horizonte: cuando cae la noche también hay que hacerlo hacia el cielo. Para cualquier amante de la astronomía hay una parada obligada: el mirador de las Estrellas, perfecto para comprobar por qué Las Hurdes es destino Starlight.

El Gasco: meandros y volcanes

Meandros del río Malvellido
Meandros del río Malvellido. | Shutterstock

En esta pequeña alquería del municipio de Nuñomoral aún se puede contemplar esa arquitectura típica. De hecho, es aquí donde se encuentra el Centro de Interpretación de la Casa Hurdana. Pero El Gasco tiene otros tesoros, como el chorro de la Miacera, una espectacular caída de agua con varios escalones. Agua que tiene aquí otro nombre propio: el río Malvellido, que encadena una sucesión de meandros casi imposible.

Y no solo piedra y agua, en El Gasco se descubre una de esas rarezas que ha provocado debate científico: un volcán. O al menos lo que durante mucho tiempo se creyó que era un volcán. De hecho, de ese cráter se extrajo piedra pómez durante años. Las últimas investigaciones han revelado un origen que nada tiene que ver con la actividad volcánica, sino con el impacto de un meteorito. Uno más de los muchos secretos que esconden Las Hurdes.

Aceitunilla: arte rupestre y arquitectura tradicional

Arquitectura clásica de Las Hurdes
Arquitectura clásica de Las Hurdes. | Shutterstock

Al igual que El Gasco, Aceitunilla es una alquería que depende del municipio de Nuñomoral. En sus alrededores se conservan algunas muestras de arte rupestre y un santuario prerromano. Pero si merece espacio propio entre los lugares que ver en Las Hurdes es porque es uno de los mejores para entender la esencia de esta comarca. Por un lado, por esa arquitectura negra que aún da forma a su barrio antiguo. Por otra, porque conserva formas tradicionales de cultivo en forma de bancadas.

Las Mestas y su piscina natural

Pertenece al municipio del El Ladrillar, lugar de donde se extraía esa piedra característica con la que se construyeron las casas hurdanas. En Las Mestas hay que hacer parada por motivos muy diferentes. En verano, para darse un chapuzón en la piscina natural del Charco de la Olla. Y en cualquier época para descubrir un viejo enebro que, por sus 350 años de vida, está considerado como Árbol Singular de Extremadura. También para recorrer el cercano valle de Las Batuecas o para seguir los pasos de Alfonso XIII, que mandó construir aquí una “factoría de desarrollo”.

Caminomorisco y Pinofranqueado: las Hurdes Bajas

Meandro del río Melero
Meandro del río Melero. | Shutterstock

Si hay una imagen que se asocia irremediablemente a Las Hurdes es el magnífico meandro del Melero. Para admirarlo hay que llevar los pasos hasta Riomalo de Abajo, una de las alquerías de Caminomorisco, que tiene otro paraje natural donde el agua es protagonista: el Chorreón del Tajo, un imponente salto de agua del río Alavea.

Mientras, en el vecino pueblo de Pinofranqueado, uno de los más importantes de la comarca, esperan al viajero tesoros como su iglesia parroquial del siglo XVII. Es, además, un buen lugar para probar las delicias de la gastronomía hurdana: los embutidos, el cabrito, el queso, la miel o el aceite.

Y aún queda mucho que ver en Las Hurdes

La lista de todo lo que hay que ver en Las Hurdes podría seguir indefinidamente. Podríamos mencionar el Valle de los Tejos, árboles en peligro de extinción, el Lagar de Erías, donde conocer cómo se elaboraba el aceite, o el pueblo abandonado de El Moral. Todos son rincones que guardan la esencia de Las Hurdes, una comarca que hay que ver en Cáceres, que hay que sentir y que hay que degustar. Porque aquí se descubren pueblos con encanto, paisajes que cortan la respiración, tradiciones singulares como su Carnaval y una gastronomía que es pura tentación.