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El fantástico pueblo encaramado a una roca con castillos y museos

Guadalest

Guadalest, en la provincia de Alicante, en el corazón del valle al que da nombre, es una singular mezcla de roca, ruinas y museos. Una postal salvaje que por momentos parece imposible.

Durante muchos siglos, los habitantes de Guadalest han ido construyendo las viviendas arracimadas alrededor de una roca. Hay que ver en Guadalest sus dos zonas: el barrio del Arrabal y el barrio del Castillo. El primero tiene bellas vistas y algunos museos. Mientras que en el barrio del Castellet predomina el precioso campanario encalado, la torre del homenaje del castillo de San José y otros tantos museos. Pero, antes que anda, conozcamos su historia.

Un poco de historia de Guadalest

Guadalest
Guadalest. | Shutterstock

Los musulmanes construyen en lo alto de la gran roca de Guadalest la fortaleza de la Alcozaiba, hacia el siglo XI. En su ladera edificaron un pueblo en el que se asentaron los agricultores y ganaderos de la zona para protegerse de la creciente amenaza de los cristianos. Después de la caída de Denia, en el año 1244, debió de producirse la conquista de la zona de Guadalest. Tras las sublevaciones moriscas lideradas por Al-Azraq “Ojos azules”, el rey Jaime II donó en 1293 el castell de Guadalest, conocido como castillo de San José, al caballero Bernardo de Sarriá. Con ello pretendía controlar a la levantisca población morisca.

En 1335, el castell de Guadalest volvió a la Corona, que lo vendió al infante Don Pedro. Posteriormente lo heredó su hijo, el primer Duque Real de Gandía. A la muerte del último duque, Guadalest pasa a manos de la familia Cardona, que recibieron, en 1543, el título de Marqueses de Guadalest. En el año 1609 todos los moriscos del reino fueron expulsados por Felipe III, creándose un gran vacío demográfico. Para repoblar el lugar, en 1611 se otorgó una Carta Puebla.

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Un relato con siglos de desgracias

Guadalest
Guadalest. | Shutterstock

El terremoto de 1644 causó tantos desperfectos en el castillo que su alcaide, Orduña, decidió trasladar su residencia a una casona de la parte de abajo del pueblo, que lleva todavía su nombre. Hoy en día esa casona es uno de los lugares más interesantes que ver en Guadalest. Cuando el último miembro de la familia Cardona murió sin descendencia en 1699, el marquesado de Guadalest lo heredó el marqués de Ariza.

En 1706, durante la Guerra de Sucesión, el castillo fue incendiado por las tropas del Archiduque de Austria, así como la Casa de los Orduña. Durante los años 1748 y 1753, el castillo y el pueblo volvieron a ser sacudidos por seísmos.

Los Orduña se mantuvieron ejerciendo su influencia en la zona hasta el fallecimiento en 1934 del último de la familia. Años más tarde, entre 1953 y 1971, se construyó el embalse de Guadalest. Justo después de terminar, en 1974, Guadalest fue declarado Conjunto Histórico-Artístico.

Cómo descubrir un enclave único

Castillo de Guadalest
Castillo de Guadalest. | Shutterstock

Hay dos barrios bien diferenciados que ver en Guadalest. Primero se va a recorrer el barrio del Arrabal, al pie de la roca. También los museos oportunamente situados en el acceso para subir al barrio del Castillo por la calle de la Peña. Está flanqueada por casas blancas adornadas con coloridas macetas y repletas de tiendas de artesanía y museos. Termina en una larga escalera y una puerta excavada en la roca por la que se accede a la parte antigua. La mejor manera de descubrir Guadalest es simplemente paseando.

Viajar al pasado en Guadalest

En el barrio del Castellet se conserva un campanario encalado, construido sobre la piedra, y las ruinas restauradas de la torre del homenaje del castillo de San José, el principal monumento que hay que ver en Guadalest. Se trata de una antigua fortaleza árabe declarada Monumento Histórico-Artístico. Entre las ruinas se localiza el camposanto.

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La histórica vivienda del linaje que ocupó el cargo de alcaide durante siglos, llamada la Casa de Orduña, es actualmente el Museo Municipal. En él se reúne el mobiliario y los enseres de esta vivienda de entre los siglos XVI y XIX, así como un conjunto de variadas antigüedades y obras de arte litúrgico. En el sótano del ayuntamiento se conservan unas fascinantes mazmorras medievales excavadas en piedra. Poco queda de la iglesia parroquial de la Virgen de la Asunción, una construcción barroca del siglo XVIII. Fue incendiada durante la Guerra Civil española. Se remodeló en 1962.

La espectacular visión de los contornos y los precipicios, es decir, el patrimonio natural, es quizá el gran atractivo de Guadalest, que realmente ofrece paisajes impresionantes. Para quien se lleva su propia comida, la cercana área recreativa Font dels Teixos ofrece mesas, bancos, zonas de baño y agua potable. Si uno está interesado en este tipo de excursiones, puede dirigirse al pantano de Guadalest, desde donde se pueden hacer unas agradables excursiones en barco.

Un oasis de arte y museos

Calles de Guadalest
Calles de Guadalest. | Shutterstock

La gran afluencia de visitantes promovió hace tiempo la instalación de museos, tiendas-taller de artesanía y de recuerdos. En el recorrido de ascenso se encuentra primero el sorprendente Museo Microgigante. Este permite contemplar con microscopios o lentes de aumento excelentes miniaturas. Quizá sea el más interesante que ver en Guadalest. Bastante artificioso resulta el Museo de la Tortura, una recopilación de réplicas de aparatos. El Museo Antonio Marco, por su parte, reúne maquetas diseñadas por el artista que le da nombre. En cuanto al Museo Ribera Girona, muestra la obra de éste artista plástico.

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La oferta museística de este barrio se complementa con el Museo de Microminiaturas de Manuel Ussá, parecido al anteriormente mencionado. También se puede visitar el Museo Etnológico, una reconstrucción de la casa típica del siglo XVIII y sus modos de vida. Por último, en la carretera hacia Callosa se encuentra el Museo Colección de vehículos históricos, con automóviles de diversas épocas. Otro atractivo que ver en Guadalest.

Una vez concluida la visita, son numerosas las escapadas que pueden realizarse desde Guadalest. Por ejemplo, las villas costeras de Altea y Calpe, con su espacio natural del Peñón de Ifach. La otra opción es tomar la carretera en dirección oeste hasta Alcoy y el importante Parque Natural de sierra Mariola.

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