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Pazo de Oca, un encuentro entre lo bello y lo histórico

Pazo de Oca, el Versalles gallego

“Si tiene capilla, palomar y ciprés, pazo es”, reza un dicho gallego. De pazos van estas líneas que quieren centrarse en uno de los más importantes de la geografía gallega: el pazo de Oca. Situado en el municipio de A Estrada, en la provincia de Pontevedra, es un ejemplo perfecto de este tipo de casas señoriales que tanto prosperaron en Galicia en siglos pasados. La conjunción de piedra, naturaleza y agua tiene su máxima expresión en este lugar que fue declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico, y al que muchos se refieren como el Versalles gallego.

Historia de los pazos, historia de Galicia

Pazo de Oca
Pazo de Oca. | Shutterstock

A lo largo y ancho de Galicia existen, dicen los diferentes inventarios, unos 900 pazos cuyas características dependen del contexto geográfico e histórico en que se levantaron. Todos comparten, sin embargo, la máxima de haber sido la casa señorial que durante unos años dominó la zona adyacente a la construcción. Pazo significa palacio, no hay que olvidarlo. Sus nobles propietarios eran tratados como señores y en torno a ellos se agruparon gentes del pueblo, para trabajar sus tierras y vivir bajo su protección.

El sistema de los pazos funcionó desde el siglo XVII hasta el siglo XIX. Muchas de estas grandes edificaciones ya existían con anterioridad, pero tenían un papel distinto. Los numerosos conflictos entre nobles obligaron a decantarse por construcciones defensivas que poco a poco, cuando las reyertas concluyeron, viraron hacia estos hogares palaciegos. Hoy se conservan multitud, algunos dedicados a la hospedería, otros en forma de viñedos, muchos de ellos como casas privadas y algunos abandonados.

Con respecto al pazo de Oca, parece que su origen primigenio se sitúa en el siglo XV, cuando la familia de Oca ordenó su construcción. A lo largo del siglo XVI y en manos de la familia Neira, el conjunto fue transformándose. No fue hasta el siglo XVIII cuando tomó las formas de las que hoy pueden disfrutarse. Se conservan muchos vestigios de etapas anteriores al resultado final. Entre ellos, los escudos de armas de los nobles a los que perteneció el palacio.

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Hoy en día está en manos de los duques de Medinaceli. Las visitas están permitidas previa reserva, entre semana para conocer los jardines y los fines de semana para descubrir también el palacio.

El Versalles gallego

Pazo de Oca
Pazo de Oca. | Shutterstock

El pazo de Oca está considerado uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura palaciega gallega. Dentro del conjunto destaca el mismo palacio, que data de los siglos XVII y XVIII, la bella iglesia-capilla y los jardines, con sus dos estanques repletos de simbolismo.

Las diferentes edificaciones se sitúan en torno al patio. Destaca desde un primer vistazo esa iglesia de San Antonio de Padua, custodiada por un cruceiro situado a unos pasos de distancia de la entrada. De estilo barroco, este templo es el encargado de cerrar el patio a través de un viaducto de arcos ciegos que dice mucho del cuidado que se puso en los detalles. Está unida al pazo a través de una galería.

El conjunto cuenta también con uno de los invernaderos exentos más antiguos del país, así como un laberinto vegetal que imita las formas de un dibujo del pavimento de la catedral de Canterbury. Desgraciadamente, ambos elementos solo pueden contemplarse desde el mismo patio. De momento, visitarlos no está permitido. Sí puede visitarse la huerta, que nació en el siglo XVIII con esa idea de que los espacios tuvieran la doble funcionalidad de ser bellos y útiles. En esta huerta, además de la popular colección de camelias, se cultivan manzanas o kiwis.

Se llega así, a través de la naturaleza, a la joya de la corona: los jardines. Camelias y rododendros, robles y castaños en los alrededores… diferentes clases de plantas, árboles y arbustos hacen de un paseo por el lugar algo estimulante y embriagador. En esta tierra abunda el agua, situándose como se sitúa en el valle del río Ulla, y los juegos que se construyeron a partir de esta virtud todavía se conservan en forma de fuentes y estanques.

Pazo de Oca
Pazo de Oca. | Shutterstock

A este respecto, destaca un espacio muy concreto. Dos estanques situados uno frente a otro. Uno conocido como el estanque de las virtudes y otro como el de las vanidades. En ellos se construyeron dos barcas en piedra y una figura entre ambos, relacionada, según apuntan las teorías, con el linaje de los Neira que mandó en el lugar. Este rincón está plagado de simbolismo. Entretenerse en sus detalles decorativos, en su origen y en sus porqués es otro de los intereses del pazo.

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El pazo de Oca es una forma excelente de acercarse a la historia de Galicia, pues sirve para ejemplificar cómo funcionó su sociedad y economía durante al menos un par de siglos. Es, además, un rincón de gran belleza. Punto de unión, por tanto, entre historia y atractivo, siempre que se tenga oportunidad debe visitarse.