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Nacientes de Marcos y Cordero, una ruta llena de sorpresas

Vegetación en la cascada de Los Tilos

La Palma es naturaleza, pura y salvaje. La isla verde o la Isla Bonita, como la llaman quienes han tenido el placer de visitar esta isla volcánica. Uno de los ejemplos más claros de esta naturaleza exuberante es la ruta del agua. Recorre los nacientes de Marcos y Cordero, siendo una de las más visitadas y conocidas de la isla. No en vano discurre por la primera Reserva de la Biosfera de la isla.

En esta ruta se descubre la más profunda laurisilva, tan típica de esta zona de La Palma y de la isla de La Gomera. Hay además aves únicas, mucha paz, vistas inigualables y, cómo no, agua. Así que toca mojarse. Sí, no es broma, aunque más adelante se explica todo.

Inicio de la ruta de Marcos y Cordero, junto al canal
Inicio de la ruta de Marcos y Cordero, junto al canal. | Shutterstock

Lo primero, llegar al punto de inicio

Para acceder a este sendero se debe llegar al municipio de San Andrés y Sauces. Desde la capital palmera, Santa Cruz de La Palma, toca seguir la carretera que te lleva al norte de la isla de Canarias . No tiene pérdida. Es más, solo hay una carretera hacia el norte que seguir. Se cruza el municipio de Puntallana y su increíble costa, dirección a Los Sauces. Puente mediante se alcanza la susodicha población, un pueblo con mucho encanto.

Puente de San Andrés y Sauces
Puente de San Andrés y Sauces. | Shutterstock

Siguiendo el cartel de Los Tilos, a mano izquierda, se entra en la reserva a través de una carretera un tanto curiosa, pero con unas vistas espectaculares del bosque. Al llegar, una caseta de madera sirve como referencia, aunque lo recomendable es aparcar un poco más adelante, en un aparcamiento señalizado. El sendero comienza al lado de la mencionada caseta.

Suele haber taxis con los que subir hacia el inicio del sendero. Se recomienda reservarlo con antelación, sobre todo en verano. Aunque se tenga coche es mejor no ir al punto inicial con él. Hace falta un 4×4 y los taxistas conocen muy bien la ruta. Lo normal es subir con más visitantes para repartir los gastos. El ascenso hacia la Casa del Monte, donde empezar la caminata, es todo un espectáculo que parece sacado de Parque Jurásico. Otra recomendación si se visita este enclave en La Palma es llevar chubasquero, aunque se ve a muchos turistas desprevenidos cubiertos con bolsas de basura, una imagen típica de este sendero.

Los 13 túneles de agua

El camino empieza con vistas espectaculares del bosque y los acantilados, siguiendo un canal de agua. Sin duda, el gran atractivo de esta ruta son los 13 túneles que hay entre la Casa del Monte y los nacientes de Marcos y Cordero. 13 túneles llenos de misterio, calma y… mucha agua. Aquí es donde van a hacer falta los chubasqueros antes mencionados. Además, una linterna tampoco está de más, ya que en algunos túneles la oscuridad es absoluta. Cada túnel se va haciendo más bajito, encontrando en varios ventanas que muestran el abismo del barranco. Pero, no hay que asustarse por esto, los túneles son seguros y están bien señalizados.

Ventana de uno de los túneles
Ventana de uno de los túneles. | Shutterstock

Cuidado los más altos, hay que agacharse en los últimos túneles. La sensación es digna de una expedición de Indiana Jones caminando a través de ellos. De hecho, mojarse es una de las cosas más divertidas de esta ruta. Al salir del último túnel, aparecen varias cascadas a mano izquierda: los nacientes de Marcos y Cordero. Como en una jungla, inundan el ambiente con el estruendo del agua. A mano derecha, el barranco, con vistas increíbles del bosque.

Cascada de los nacientes de Marcos y Cordero
Cascada de los nacientes de Marcos y Cordero. | Shutterstock

El bosque de Los Tilos, laurisilva en estado puro

Desde aquí, el camino sigue hacia el bosque de Los Tilos, a través del barranco del Agua, con una abundante vegetación. Resulta espectacular el bosque de laurisilva, lleno de vida y sonidos únicos. El sendero es todo descenso, aunque hay que ir bien preparado para andar. Dirección al centro de visitantes de Los Tilos, queda un mirador que deja sin palabras: el del Espigón Atravesado. Con este nombre tan curioso, ofrece una panorámica completa de todo el bosque de Los Tilos. Las vistas son impresionantes, hacen a uno sentirse pequeñito.

Vistas desde el mirador del Espigón Atravesado
Vistas desde el mirador del Espigón Atravesado. | Shutterstock

A partir de aquí, de nuevo el pino canario, tan resistente incluso que sobrevive a los incendios que, desgraciadamente, han azotado la isla en alguna ocasión. El silencio invade el paisaje, la humedad calma el sofocante calor del verano. Una ruta que activa los cinco sentidos. Revitalizante e inigualable.

La sorpresa final: una increíble cascada

No se mentía al decir que Marcos y Cordero es una ruta llena de sorpresas. Una de las mejores es la cascada de Los Tilos. Llegando a la casita de madera desde la que comenzamos nuestra ruta… ¿te acuerdas de ella? Pues desde aquí continuando hacia el aparcamiento, antes de la subida hacia el Centro de Visitantes, queda una entrada pequeña a la izquierda de la carretera.

En cinco minutos se llega a la sensacional cascada de Los Tilos. Cinco minutos en los que acabar de sorprenderse, aún más, por la increíble variedad de árboles, tras pasar por otro túnel. Sí, otro. Al salir, la visión de la cascada es de ensueño. ¿Qué mejor plan que un baño después de una mañana de caminata? Sí, el baño está permitido y es regenerador. Eso sí, el agua no está caliente.

Vegetación en la cascada de Los Tilos
Vegetación en la cascada de Los Tilos. | Shutterstock

Tras el baño y disfrutar de esta maravillosa cascada, será hora de un largo y merecido descanso. Para ello, alrededor del Centro de Visitantes, hay varios merenderos además de un pequeño y humilde restaurante. Imprescindible disfrutar del típico bocadillo palmero de carne, mojo y queso. Rodeado de naturaleza, este descanso sabe todavía mejor. Por último, si aún quedan ganas de otra aventura, está el Centro de Visitantes, un lugar lleno de datos curiosos para poner punto final a la ruta. Final, pero no el último. Porque quien visita esta maravilla de La Palma, siempre sueña con volver.