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Lagos de Covadonga, un lugar asturiano donde perderse para encontrarse

Lagos de Covadonga

Los Lagos de Covadonga son el lugar perfecto para desconectar en medio de la naturaleza. Situados en Asturias, dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa, están rodeados por algunas de las montañas más altas de la Cordillera Cantábrica. En conjunto conforman un panorama de fama mundial. Las visiones urbanas pronto quedan atrás y un paisaje donde el cielo y la tierra parecen llegar a tocarse recibe al viajero. Durante el ascenso fácilmente pueden encontrarse vacas pastando, así como águilas reales o alimoches.

Merece la pena disfrutar en primera persona de este enclave, del aire puro a más de 1000 metros de altura, la intensidad de los colores y el reflejo de las nubes sobre las aguas del Enol y el Ercina. La nieve del invierno es la madre de los lagos, que bien podría haber sido imaginados en una leyenda contada junto a la lumbre. Es sencillo evadirse en este lugar, alejado del ruido del tráfico y el ajetreo de la ciudad. Aquí, el viento parece llevar y traer las conversaciones silenciosas de las Xanas. Aquí, el agua puede llevar, conteniendo la respiración, hasta un pasado lleno de secretos solo conocidos por las cumbres de las montañas.

Pastos junto al Lago Ercina
Pastos junto al Lago Ercina.| Shutterstock

Un lugar donde la naturaleza habla

Situados a 21 Kilómetros de Canga de Onís, los Lagos de Covadonga se ubican en el macizo del Cornión, el más occidental de los Picos de Europa. Dentro del Parque Nacional que lleva ese nombre, forman un conjunto natural de extraordinaria belleza. En medio de este pulmón verde del norte asturiano nacen estos dos lagos de aguas de origen glaciar, el Enol y el Ercina. Y en época de lluvias, también puede contemplarse el Bricial, hijo del deshielo montañoso.

Para llegar, es obligatorio el ascenso a través de una serpenteante carretera que parte de Covadonga. La ruta se adentra en el corazón mismo de un espacio natural donde los minutos planean como rapaces en el cielo. Un paisaje que parece pintado en acuarela rodea la estrecha subida asfaltada. Frondosos bosques, valles y gargantas rocosas, fruto de la erosión de ríos y los glaciares, caracterizan a este Parque Nacional, precursor en España y uno de los primeros de Europa. En 1918, auspiciado por Pedro Pidal, se creó el Parque Nacional de Covadonga, eje central del que más tarde se convirtió en Parque Nacional de los Picos de Europa. Un ejemplo mundial de conservación y protección de la naturaleza.

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Lago Enol Covadonga
Lago Enol. | Shutterstock

Estas tierras de ganadería y pastoreo ofrecen la posibilidad de caminar entre robles, castaños y avellanos, en una escalada hacia terrenos más elevados. Se va desde los 70 metros sobre el nivel del mar de Cangas de Onís, hasta los más de 1000 metros donde se encuentran los lagos. En el tránsito la tierra aparece, primero, cicatrizada por vallas que limitan las idas y venidas del ganado. Conforme sigue el ascenso, el paisaje va cambiando y los terrenos se muestran cada vez más desnudos. Cerca de 900 metros la panorámica es ya impresionante. Se adivinan el mar Cantábrico al fondo, precedido de valles que fluyen, ondeantes, hasta la costa.

Pronto aparecen espías entre las nubes. Buitres leonados, águilas, pájaros carpinteros y, por supuesto, el quebrantahuesos, bajo el cuidado de la Fundación para la protección del Quebrantahuesos que se encarga de alimentarlos semanalmente. Más arriba, en los lagos, las hayas son las protagonistas. Enmarcando el cuadro, las paredes de roca caliza, moldeadas por un milenario proceso kárstico. En ellas puede apreciarse las huellas del agua en su camino hasta la formación de los Lagos de Covadonga.

Don Pelayo, entre leyenda y realidad

Hablar de Covadonga, de los Lagos y de su santuario es hablar de Don Pelayo. Convertido en un héroe mítico, algunos textos lo sitúan en Toledo, años antes de su triunfal, y supuesta, batalla. Allí la tradición narra que escondió el Arca de la Alianza. Se trata de un personaje del que poco se sabe con certeza, pero en torno al que se ha compuesto una todavía reciente leyenda fundacional española. Así, al primer monarca asturiano se le atribuyen múltiples episodios heroicos, casi todos considerados legendarios.

Estatua de bronce del rey Don Pelayo, en Covadonga
Estatua de bronce del rey Don Pelayo, en Covadonga. | Shutterstock

Según la tradición, Covadonga fue escenario de una gran batalla en la que el rey y sus soldados consiguieron derrotar a un ejército árabe mucho mayor en número. Allí, después de un tiempo plagado de escaramuzas y pequeñas revueltas populares, se gestó el enfrentamiento final. La oportuna ayuda de la Virgen en el monte Auseva acabó con la expulsión de los árabes. De esta forma se habría gestado el origen de la reconquista, que se extendería con los siglos por todo el territorio español.

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Covadonga, mucho más que los lagos

Acercarse a la zona de los Lagos de Covadonga y sus proximidades supone mucho más que conocer las maravillas de este enclave natural. Pasear por la montaña, descubrir rutas o perseguir a leyendas locales entre los árboles son solo algunas de las alternativas. Pero hay muchas más opciones a explorar. No hay que desaprovechar ninguna oportunidad en esta ubicación donde la simbiosis de la espiritualidad, la naturaleza y la historia se siente a cada paso del camino.

Santuario de Covadonga
Santuario de Covadonga. | Shutterstock

Un claro ejemplo es la Santa Cueva de Covadonga. Se dice que fue en esa cueva del monte Auseva en la que Pelayo y sus hombres penetraron persiguiendo a un bandido. La leyenda cristiana cuenta que allí dejaron una imagen de la Virgen María para pedirle protección u honrarla tras la victoria. La primera capilla en el lugar se construyó por mandato de Alfonso I, yerno de Don Pelayo. Hoy se dice que sus restos descansan junto a una imagen de la Virgen de Covadonga. Lo cierto es que resulta imposible conocer qué ocurrió realmente. Con todo, el lugar es francamente evocador.

La tradición del culto mariano continuó muy arraigada en el lugar y sus gentes a pesar de la destrucción del antiguo templo. Por ese motivo se levantó en el cerro del Cueto, rosada y majestuosa, la basílica de Santa María la Real. De estilo románico, está compuesta por tres naves, la central un poco más elevada. En el altar mayor reposa una imagen de La Santina (La Virgen), a la que los devotos visitan, cumpliendo peregrinación. Merece la pena mirar cara a cara al Don Pelayo de bronce que guarda los exteriores de la iglesia. En estos también se encuentra la Cruz de la Victoria, que representa el inicio del primigenio reino cristiano de España.

Bello paisaje del lago Ercina en Covadonga
Bello paisaje del lago Ercina en Covadonga. | Shutterstock

En el lado izquierdo de la Basílica se encuentra la colegiata de San Fernando. Su aspecto austero contrasta con la caliza rosa de los muros del templo. Arcos y balaustradas adornan esta construcción que custodia los sepulcros de sus abades, del siglo XI. En sus alrededores hay todavía mucho que ver. El monasterio de San Pedro, que sirve de hogar a una comunidad canóniga. Y, la escalera de las promesas, que quizás milagrosamente, todavía se mantiene en pie. Casi apetece taparse los oídos al ver a La Campanona, de tres metros de altura y cinco toneladas de peso, ansiosa por contar su interesante historia. Como guinda del pastel, dar un agradable paseo por el Parque del Príncipe, servirá para relajarse entre su frondosidad atlántica, junto al río Covadonga.

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Lagos de Covadonga, una zona de rutas y miradores

En los Lagos de Covadonga pueden hacerse diferentes rutas, incluso pasear libremente por la zona. Pero para tener la seguridad de que nada se queda sin descubrir, una de las caminatas más elegidas es la Ruta circular a los Lagos de Covadonga. Su dificultad es baja, son más o menos 5 kilómetros, por zonas donde pueden avanzar niños sin problema. Debe tomarse la senda PR.PNPE-2, junto al centro de visitantes Pedro Pidal. Al lado del aparcamiento de Buferrera, se dan los primeros pasos, todavía en llano. Pero pronto comienza el ascenso que conduce hasta el Mirador del Príncipe, que recibe al caminante como una promesa de todo lo que sus ojos van a contemplar.

Lagos de Covadonga nevados
Lagos de Covadonga nevados. | Shutterstock

Las indicaciones llevan hacia un entorno sorprendente, la antigua mina de la Buferrera. Todavía equipada con vías y vagonetas, invita a penetrar en las entrañas rocosas. Después, a unos 1100 metros de altura, aparece una de las postales más esperadas. Se trata del lago Ercina con las montañas de los Picos de Europa de fondo. Más arriba, el Mirador de Entrelagos se abre ante una espectacular fotografía. Con el Ercina a la izquierda y el Enol a la derecha, la imagen pide un disfrute silencioso..

Luego, solo queda descansar unos instantes y continuar, cerrando el círculo de esta ruta asturiana, hasta llegar nuevamente al punto de partida. De nuevo en camino, la carretera que sube hasta los lagos también invita a detenerse en un tercer mirador, el de los Canónigos. Desde allí, robando unos minutos a la bajada o a la subida, puede verse con calma el santuario, rodeado por el silencio de la montaña. Luego, el descenso, con la certeza de que lo visto será difícil de describir con palabras. Aquí la naturaleza es la que habla y el visitante el que escucha.