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La Algameca Chica o la Shanghái de Cartagena, un pequeño milagro

La Algameca Chica, un pequeño milagro en Murcia

La Algameca Chica es distinta a cualquier otro lugar. Esto se percibe desde el primer acercamiento a este asentamiento de Cartagena, situado en la desembocadura de la Rambla de Benipila al mar Mediterráneo. Se la ha conocido, en los últimos años, a través de una comparación. La Algameca Chica, dicen, es la Shanghái de Cartagena. Ha construido sus hogares prácticamente sobre el agua, como la capital económica de China, pero lo cierto es que no pueden ser esencialmente más distantes la una de la otra.

La Algameca Chica busca sobrevivir y adaptarse a los tiempos, pero nunca ha olvidado sus orígenes. De hecho, los ha mantenido y replicado. Tampoco ha dejado que se destruya ese retiro que se ha conseguido siempre entre sus estrechas calles, donde sigue viviendo gente. No resistiendo, simplemente viviendo.

Un poco de historia

La Algameca Chica, unida irremediablemente al mar
La Algameca Chica, unida irremediablemente al mar. | Shutterstock

La Algameca Chica nació de la necesidad. Fue una respuesta a los tiempos, que en el siglo XVIII empezaron a correr, a avanzar demasiado deprisa para una comunidad de pescadores que, de pronto, se vio fuera de sus hogares. Cuando no hubo lugar para ellos en Cartagena, encontraron en este pequeño rincón un nuevo comienzo.

La primera referencia a este asentamiento es del año 1778. Se sabe que un siglo más tarde se habían concentrado ya cinco viviendas en torno a la zona, que fueron creciendo poco a poco, formando una comunidad sólida de diferentes familias que son más que vecinos. En esta comunidad, las casas se han traspasado históricamente con un apretón de manos. Hoy en día no puede construirse más de lo que ya hay. Muchas de las que ya estaban, heredadas de padres y abuelos, se han ido reformando.

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Es el lugar de residencia de una veintena de personas. Su población aumenta en verano, cuando se multiplica hasta alcanzar los cientos. Los naturales del lugar regresan siempre que pueden. Personas que abandonan su domicilio habitual en Cartagena o Murcia para trasladarse a este oasis de paz que es La Algameca Chica.

Parece imposible, pero es

Este asentamiento parece un pequeño milagro
Este asentamiento parece un pequeño milagro. | Shutterstock

Los más jóvenes siguen correteando entre las casas como si no hubiera peligro, porque ciertamente este lugar no genera esa sensación. Se pasean con la caña de pescar en la mano y de vez en cuando se adentran en el mar, con los barcos que esperan en la puerta de muchas de las casas.

Este mar forma parte de quien son. Han crecido con una cercanía marítima permanente, algo que marca para siempre. Han crecido, también, con la calma de quien deja las puertas abiertas para sus vecinos, de quien los espera al fresco las noches de verano, de quien no necesita más comodidades que las necesarias para cuidarse y respirar.

En la actualidad, cada una de las viviendas cuenta con placas solares de las que obtener la electricidad necesaria para funcionar. Tienen también depósitos de agua, un campo de fútbol y una tasca que está a punto de cumplir cien años. Las casas, de diferentes colores, se sitúan a ambos lados de la rambla. El flanco derecho es más antiguo que el izquierdo. Están unidos por un puente que se ha derrumbado tres veces en los últimos años. Cuando esto sucede, son los propios vecinos quienes lo reconstruyen. Al margen de la puntual recogida de basuras, no cuentan con ningún otro servicio.

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Y aunque quizá con una primera mirada externa se presente como un lugar marginal, quizá incluso próximo a la pobreza, este juicio no puede estar más equivocado. Basta con descubrir que son cientos las personas que cada año se desplazan hasta aquí buscando la exclusiva tranquilidad que se siente. No es marginalidad, ni es pobreza, ni tampoco falta de recursos. Es una forma de vida diferente, más semejante a la cercanía y la sencillez del pasado que a las prisas y los excesos presentes. Parece imposible, pero es.

El futuro de La Algameca Chica

Postal de La Algameca Chica
Postal de La Algameca Chica. | Shutterstock

Estos vecinos se organizan sin problema. De hecho, sus métodos y sus normas parecen más sencillas que las del resto. Tienen una Asociación de Vecinos donde se discuten los asuntos competentes y un tablón de anuncios compartido al que todos prestan atención. El ambiente no puede ser más familiar.

Gusta pensar que hay futuro, pero La Algameca Chica existe en una especie de estado alegal que ya es difícil y que puede llegar a complicarse aún más en los años venideros. No puede reconocerse este asentamiento de manera oficial, pero tranquiliza que tampoco pueda acabarse con él. Habría entonces una respuesta social, porque La Algameca Chica no puede desaparecer. Así lo sienten todos aquellos que la conocen. Es una parte fundamental de la historia de Cartagena y por ende del país. Un lugar único, pequeño y apartado que sigue existiendo, aunque en estos tiempos parezca un milagro.