Hace miles de años el infierno se cernía sobre la parte norte de la isla de Lanzarote. El volcán de la Corona había erupcionado y la lava se llevaba por delante todo rastro de vida que pudiera haber. Aquel mar de fuego quedó petrificado, dando lugar a lo que hoy se conoce como el Malpaís de la Corona, un paisaje imposible de no comparar con las inhóspitas tierras de Mordor. Asimismo, la lava de la Corona dio forma a dos monumentos naturales de gran importancia en la isla: la Cueva de los Verdes y los Jameos del Agua.
Un tubo volcánico que se hunde en el mar
Los jameos son, a grandes rasgos, los agujeros resultantes del hundimiento del techo de un tubo volcánico. Por tanto, para entender cómo se forman, primero hay que entender qué es un tubo volcánico.
Un tubo volcánico es una formación natural producida cuando un río de lava se solidifica a su contacto con el aire, mientras que por debajo de la costra que se ha originado, la lava sigue fluyendo. Poco a poco, según la erupción del volcán va remitiendo, el curso del río de fuego desciende. Así, se crea una cueva alargada cuyo techo, suelo y paredes están construidas por lava solidificada. Un jameo se configura cuando un tramo de ese techo del tubo se desprende y deja cavidades al aire libre.
En Lanzarote el volcán de la Corona fue el responsable de la constitución de un tubo volcánico de nada menos que siete kilómetros de longitud. Comunica la Cueva de Los Verdes con los Jameos del Agua y el Túnel de la Atlántida. Estas formaciones son, así, diferentes tramos del tubo volcánico lanzaroteño.
La intervención de César Manrique en los Jameos del Agua
La parte del tubo más cercana al mar es la conocida como Jameos del Agua, la cual comunica con el Túnel de la Atlántida, que se adentra al menos un kilómetro y medio en las profundidades marinas y que aún está en investigación.
En los años 60 este espacio natural fue intervenido por el conocido arquitecto, autóctono de la isla, César Manrique. La creación del artista, célebre por construir espacios que combinan arquitectura y naturaleza pero siempre respetando el entorno, se terminó definitivamente en el año 1977. Así, convirtió al espacio en un Centro de Arte, Cultura y Turismo.
Los Jameos del Agua constan de tres partes bien diferenciadas. En primer lugar, la entrada a través de una escalera lleva al visitante al conocido como Jameo Chico, una pequeña cavidad salpicada de un lago, constituido gracias a las filtraciones del agua del mar. El toque artificial se lo dio Manrique con la construcción de un bonito restaurante. Este jameo es el que da nombre al monumento natural.
El Jameo Grande es el que se puede ver una vez pasado el Chico. La atracción principal de este tramo consiste en una piscina artificial acompañada de un jardín, ambos diseñados por el arquitecto conejero. Por último, tras pasar esta zona, se abre paso un auditorio, integrado en las mismas paredes volcánicas del tubo y en el que se celebran conciertos, fiestas, etc. Su acústica es, según se dice, muy buena. El último jameo o cavidad es el de la Cazuela, el cual solo se abre al público en ocasiones especiales.
Una especie de cangrejo única en el mundo en los Jameos del Agua
Las características propias de los jameos propiciaron la ocupación del enclave por una especie de cangrejo endémica de Lanzarote, el conocido como Munidopsis Polimorpha o jameito. Este cangrejo no se puede encontrar en ningún otro lugar del planeta más que en los Jameos del Agua y en la Cueva de los Verdes. Es ciego, albino y mide apenas un centímetro.
Hace unos años el pequeño animal, muy delicado antes los cambios ambientales, se vio en peligro debido a la acción humana. Muchas personas se dedicaban a echar monedas al agua, lo que casi ocasiona su extinción. Por este motivo, está completamente prohibido echar monedas al agua. Este crustáceo es una maravilla más de las que hacen de los Jameos del Agua un entorno indispensable.
