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Fervenza do Toxa, las cascadas que reflejan la onírica esencia gallega

Fervenza do Toxa o Cascadas del Toxa

Las Cascadas del Toxa, un espectacular salto de agua de gran valor paisajístico y natural, se localizan a unos nueve kilómetros de Silleda. Este municipio dista poco más de 30 kilómetros de Santiago de Compostela y por él pasa una variante de la Vía de la Plata, la ruta jacobea conocida como Camino Sanabrés. Nombradas en gallego Fervenza do Toxa, son las cascadas en caída libre de mayor altura de Galicia  con 25 metros. Asimismo, se cuentan también entre las más espectaculares de España. Escondidas en un bosque de alcornoques, arces y castaños, surgen entre dos paredes de granito, rompiendo el silencio con su sinfonía de agua y piedra.

Fervenza do Toxa o Cascadas del Toxa
Cascadas del Toxa. | Shutterstock

Un espectáculo natural a media hora de Santiago

Un Monumento Natural aguarda a los que se adentren en este bosque cambiante, entre luces y sombras, mediterráneo y atlántico. Ubicado en el sistema fluvial Ulla- Deza, la cascada y su entorno pertenecen a la Red Natura 2000 y está clasificada como Lugar de Importancia Comunitaria.  El sonido del agua se entremezcla con la contundencia visual cuarzo y el granito o los vívidos colores vegetales que luce esta fraga gallega , que varía su aspecto en cada estación.

La naturaleza ha dejado grandes paisajes sobre la geografía de Galicia. Para alcanzar este basta con avanzar desde Santiago por la N-525, desde la villa de A Bandeira. De allí se va a la parroquia de Pazos, por la carretera 204, que también conduce a Vila de Cruces y a Merza. El camino hace honor a la habitual calificación de paraje secreto de la Fervenza do Toxa y fácilmente puede pasar desapercibido. Una vez cerca del destino, este se va desvelando poco a poco gracias al rugido del agua, sobre todo en época de abundantes lluvias.

Fervenza do Toxa o Cascadas del Toxa
Imagen del bosque que rodea las Cascadas del Toxa. | Shutterstock

Llama la atención la diversidad de un bosque dividido. En la parte de la solana, laureles y alcornoques flanquean el paseo. Mientras tanto, en los suelos más profundos predominan robles, arces y castaños.  En la ribera, custodiando la orilla, aguardan los árboles amantes del agua como sauces, avellanos y fresnos.

Las Cascadas del Toxa surgen en medio de unas imponentes paredes de granito, que bien podrían ser parte del universo literario de Tolkien. Sorteando nidos de cuervos y halcones peregrinos, el agua se precipita en invierno violenta y frondosa, en verano como una estrecha cola de caballo. A su alrededor, el bosque crea un ambiente evocador.

Bosques, senderos y miradores bordeando el río Toxa

El recorrido del río Toxa comienza al sur de la localidad de Silleda, al norte de la provincia de Pontevedra, pero muy cerca de Santiago de Compostela, ya en A Coruña. Su nacimiento es enigmático, al igual que los terrenos boscosos que lo rodean. Solo se sabe que parte de la confluencia de varios regatos como el Rego do Puza o el Rego dos Mosqueiros. A partir de la parroquia de Groba, la vía fluvial comienza a denominarse río Toxa.

Durante unos 15 kilómetros, siguiendo el río, se atraviesan terrenos bastante planos. Pero, justo antes de fundirse con el Deza, el agua se introduce entre los accidentes orográficos, dando lugar a una impresionante cascada. Siguiendo las indicaciones hacia la parroquia de Pazos se encuentra un desvío desde el que se accede a un aparcamiento. Desde allí, puede elegirse entre visitar los miradores o iniciar la senda que conduce a la base de la cascada. De los primeros hay dos, colocados estratégicamente, uno en la base y otro en la cúspide.

Fervenza do Toxa o Cascadas del Toxa
Fervenza do Toxa. | Shutterstock

Conviene tomarse un tiempo de descanso en cada uno para disfrutar del paisaje desde dos perspectivas diferentes. El de arriba se alza sobre unas imponentes rocas desde las que se aprecia, a vista de pájaro, la confluencia de los ríos Toxo y Deza. Pero el paisaje desde abajo todavía es más impresionante. La caída del agua viva desde las alturas de la Fervenza do Toxa impresiona especialmente cuando el curso va cargado. El espeso bosque y los gigantes de granito hacen fácil sentir una sensación de empequeñecimiento. A pocos metros hay un espacio con mesas y bancos, donde pararse a descansar y reponer fuerzas con el eco del agua de fondo.

Ponte do demo y Monasterio de Carboeiro, entre leyenda y realidad

Es posible seguir la ruta para ahondar en los secretos que guardan estas tierras del septentrión pontevedrés. Una posibilidad es seguir la senda desde las cataratas hasta el monasterio de Carboeiro. Su extensión es bastante corta, seis kilómetros entre ida y vuelta, y su dificultad baja. De esta forma, los niños pueden unirse. El trayecto difícilmente defrauda en algún momento. El recorrido comienza cruzando el río por un puente de hierro que lleva a la ermita de San Praio. A continuación, desde la localidad de Merza se llega hasta la playa fluvial de A Carixa y a su área recreativa. Dicho espacio cuenta con bar, columpios y zonas de descanso.

Monasterio de Carboeiro
Monasterio de Carboeiro. | Shutterstock

Desde allí enseguida se ve una señalización que indica la continuación por una calzada medieval que termina en un puente de nombre tenebroso. Cuenta la leyenda que el Puente del demonio o do demo en gallego ha sido testigo de asesinatos, atracos y otros sucesos. Por suerte, la naturaleza que lo rodea enseguida hace olvidar su oscuro pasado. Poco después, entre árboles y bruma, aparece el protagonista de la ruta, como una pincelada de piedra en medio de la vegetación. Algo parecido a lo que sucede en Oseira o Sobrado.

El monasterio de Carboeiro se fundó en el siglo X, alcanzando su máximo esplendor durante el XII y el XIII. Este cenobio pasó por varias fases, siendo relegado a priorato en el siglo XVI. incluso llegó a funcionar, durante un tiempo, como cárcel para monjes. La desamortización lo condujo a su declive y cierre definitivo en el siglo XIX. Hoy en día se encuentra a medias reconstruido, pero es fácil adivinar su majestuoso pasado. La cripta resulta impresionante, con columnas sumidas en la penumbra. En la fachada todavía se aprecian las inscripciones de los maestros constructores que levantaron sus paredes.

Existe una opción para continuar un tanto más el viaje. Si hay tiempo, acercarse a Baños siempre es una magnífica idea. De esta forma se puede reposar y repasar en un balneario todo lo vivido en una jornada entre la naturaleza y la historia.