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Los grandes focos de O Camiño dos Faros en la Costa da Morte

Faro de Punta Nariga

O Camiño dos Faros es una ruta de senderismo coruñesa algo desconocida pero que merece mucho la pena. Durante ocho etapas recorre la Costa da Morte parando en sus hitos más reconocidos. Entre ellos destacan, como bien indica el nombre, los faros. Abarca 200 kilómetros entre Malpica y la mítica Fisterra. Acantilados, naufragios, playas y la bravura del Atlántico en todo su esplendor se despliegan en una opción de dificultad media.

Supone una alternativa al trayecto senderista más conocido de Galicia, España y el mundo: el Camino de Santiago. Posee infinitas variantes a nivel nacional, como el Camino Francés, Primitivo, del Norte, Inglés, Portugués o Vía de la Plata. De hecho, O Camiño dos Faros puede servir como una extensión del epílogo de la aventura jacobea si se recorre de forma inversa. Esto se debe a que es habitual extender el trayecto desde Santiago de Compostela a Fisterra y Muxía.

Faro de Fisterra O Camiño dos Faros
Faro de Fisterra. | Shutterstock

Sea como fuere, aquí están los faros que protagonizan este original camino en la Costa da Morte:

Faro de las Islas Sisargas

Faro de las Islas Sisargas O Camiño dos Faros
Faro de las Islas Sisargas. | Wikimedia

Las aves son las que más uso hacen de este pequeño archipiélago en las cercanías de Malpica. Son ínsulas repletas de acantilados, muy distintas a las más idílicas Cíes y Ons. La mayor de todas ellas es la que acoge el faro. Durante años, su operador vivía en una gran aislamiento, distinto al de espacios de cuarentena como las islas de San Simón en Redondela o La Pedrosa en Cantabria, pero también muy duro. La asociación O Camiño dos Faros lo incluye en su lista ya que pasa cerca. Pese a ello, alcanzarlo es complicado y se necesita la colaboración de un particular para llegar. El actual edificio data de principios del XX, aunque hubo uno anterior creado en 1853.

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Faro de Punta Nariga

Faro de Punta Nariga O Camiño dos Faros
Faro de Punta Nariga. | Shutterstock

El faro de punta Nariga se alcanza en la primera etapa y es el primero al que se puede acceder directamente. Mucho más reciente que el anterior, se elevó en 1998 y muestra un espléndido diseño. César Portela, afamado arquitecto pontevedrés, fue el encargado de crearlo. Su altura total es de 50 metros. Su forma se asemeja a la proa de un buque, donde aparece una estatua que refleja a un atlante, haciendo referencia a la isla mitológica asociada al Atlántico. En sus alrededores destacan las formaciones rocosas. Modeladas por el viento, han adquirido formas que recuerdan a animales. Asimismo, también hay varios restos de petroglifos, grabados pétreos.

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Faro Roncudo

Faro Roncudo O Camiño dos Faros
Faro Roncudo. | Shutterstock

El cabo Roncudo acoge una baliza homónima, de 1920. Esta atalaya se ubica cerca del pueblo de Corme, una parroquia de Ponteceso. Su mando queda bajo el auspicio de la autoridad portuaria de A Coruña. La punta que lo acoge se ve azotada de continuo por el oleaje generando un característico sonido que acabó inspirando su nombre. Además de escuchar los “ronquidos” también se pueden ver las cruces blancas que recuerdan los muchos barcos que se estrellaron contra las rocas del lugar. Más positivo es la otra curiosidad de este espacio: de él salen unos de los mejores percebes de la costa de Galicia.

Faro de Laxe

Faro de Laxe O Camiño dos Faros
Faro de Laxe. | Shutterstock

Uno de los destinos estrellas de la Costa da Morte no podía quedar fuera de O Camiño dos Faros. Laxe es conocido por su playa, su gastronomía típica gallega y también por su faro. Blanco, alto y brillante, se trata de un gemelo del faro Roncudo. Este pueblo coruñés y su baliza marítima son el punto de llegada de la tercera etapa de la ruta. Por ello, si se está realizando, lo más probable será verlo por la tarde. Una suerte, pues posee un gran atardecer. Merenderos, distintas puntas dentro del cabo, la playa de los Cristales junto al cementerio local o las Pedras dos Namorados son lugares a los que no perder el ojo de camino al faro de Laxe.

Faro de Vilán

Faro de Vilán O Camiño dos Faros
Faro de Vilán. | Shutterstock

No lejos de Camariñas, antes de alcanzar este pueblo en la quinta etapa, se puede ver el faro de Vilán o de cabo Villano. Es uno de los más importantes de la red de faros de la Costa da Morte debido a la gran peligrosidad que supone navegar la zona. La víctima más famosa que se cobró fue el HMS Serpent, que en 1890 naufragó llevándose por delante a 172 tripulantes. Solo tres se salvaron. La baliza que había por aquel entonces dejaba un gran ángulo ciego debido a su ubicación y baja altura.

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En el alto saliente del cabo se erigió una nueva torre, de 25 metros y que usaba la electricidad para iluminar, algo muy novedoso en aquel 1896. Su forma estilizada, forma octogonal y color rojizo crean una estampa muy reconocible. Diversas reformas, la principal en 1962, terminaron de afinar la baliza. Hoy posee un pequeño museo y  ofrece visitas que hacen entender su papel vital y el terror que causaba este tramo de la Costa da Morte en el pasado.

Faro de Muxía

Faro de Muxía
Faro de Muxía. | Shutterstock

En la punta da Barca, casi a nivel del mar, el faro de Muxía vio de primera mano el desastre del Prestige. También es visitado por los peregrinos que deciden extender su Camino de Santiago hasta la costa o por los caminantes de O Camiño dos Faros. A principios de siglo ya había uno, usado para entrar a la ría de Camariñas. En 1981 se derribó y se elevó el nuevo. Forma parte del paisaje junto al santuario de la Virgen de la Barca. La leyenda se retrotrae a los tiempos de Santiago, cuando se dice que la virgen se le apareció al apóstol para animarle. Lo hizo sobre una embarcación pétrea.

Este mito llega hasta hoy a través de la famosa “piedra de abalar”, una gran roca que se dice era parte del casco de aquel barco mariano. Tras romperse ha sido restaurada en varias ocasiones. Hay más piedras con nombres, como la del timón. Por su parte, la iglesia es de principios del XVIII, aunque antes hubo ya una ermita. Completa la estampa A Ferida, una escultura pétrea y monolítica de 2003 que recuerda la lucha que se llevó a cabo contra el chapapote.

Faro de Touriñán

Faro Touriñán O Camiño dos Faros
Faro Touriñán. | Wikimedia

Aunque la tradición asigne al cabo de Fisterra el honor de ser el que más al oeste está de España, la realidad es que el más occidental es el de Touriñán. La torre que puede verse hoy en este perdido rincón, automatizada, data de 1981. Se trata de un sencillo edifico de 14 metros de altura. No es él quien hace espectacular el lugar, sino la punta en que se ubica. Se ve en la séptima etapa de O Camiño dos Faros y posee acantilados que quitan el hipo.

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Como otros de la lista, se realizó debido al gran número de naufragios que protagonizaban sus alrededores. Zona percebeira, oficio de peligro extremo, a partir de 1898 fue algo más segura debido a la instalación de un faro. Estaría en uso hasta 1981, cuando el nuevo le tomaría el relevo. Hasta hoy un viento violento sigue siendo la característica principal del cabo Touriñán. Por tanto, hay que extremar la precaución al acercarse a acantilados o desniveles.

Faro de Fisterra

Faro de Fisterra O Camiño dos Faros
Faro de Fisterra. | Shutterstock

Punto final de O Camiño dos Faros y principal conexión con la ruta jacobea, el faro de Fisterra es un punto con un gran valor simbólico. El cabo está atado a antiguas leyendas que se remontan a época celta, al igual que el propio Camino de Santiago. Su nombre deriva de que se consideraba el punto más occidental de Europa y, por tanto, el fin del mundo. Hoy acumula cada día a una multitud que espera a ver cómo el sol se pone. Uno de los atardeceres más famosos de España gracias a la amplitud del panorama que se planta ante uno.

El conjunto del faro en sí se comenzó a crear a mediados del siglo XIX y se fue actualizando. Por ejemplo, se añadieron sirenas y semáforos. El naufragio más celebre que allí ocurrió es muy antiguo, de finales del XVI. La conocida como Flota de Martín Padilla que supera la centena de barcos. Sin embargo, un temporal la asoló y hundió a más de 25, suponiendo un desastre para las fuerzas de Felipe II.