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Estar en Babia literalmente: la verde antesala de Asturias de León

Cubres montañosas en Babia

Varios pastores se arremolinan en torno a un fuego en las tierras de Extremadura. Es de noche y hace frío. El calor de la hoguera entumece a los presentes y uno de ellos transita por los senderos de su imaginación. Babia, su hogar, resplandece entre sus recuerdos. Sus pastos verdes y sus montañas inundan su mente. De repente, se da cuenta de que uno de sus compañeros le está hablando: “¡Despierta, que estás en Babia!”, le grita.

Esta escena, repetida una y otra vez por los pastores trashumantes que vagaban desde la comarca leonesa de Babia hasta Extremadura, donde pasaban siete meses al año, es una de las historias que explican el origen de la famosa expresión Estás en Babia. Otra de las posibles explicaciones viene de la Edad Media, cuando se suponía que los reyes de León utilizaban Babia como lugar de reposo, y no es de extrañar, pues las bellas tierras de esta comarca son el lugar perfecto para ello. 

Babia, reserva de la biosfera

La reserva de la biosfera de esta comarca ocupa 38.018 hectáreas y fue nombrada como tal en el año 2004. Su parte norte, que colinda con Asturias, se extiende en una amalgama de cumbres, entre las que destaca Peña Ubiña, de casi 2.500 metros de altitud.

Una característica de este desconocido páramo de la península es la de su carácter cambiante. Cada estación es una Babia diferente, con un invierno blanco, una primavera verde que invita al senderismo y un colorido otoño. En verano, el clima es más fresco que el del resto del país, y los ríos y arroyos son el clamor de los que buscan planes de agua. Lagunas de origen glaciar, como la Laguna Grande, la Laguna de las Verdes o el Lago del Chao ponen la belleza. Los ríos Sil, Luna y Torrestío añaden la banda sonora. El embalse de Barrios de Luna es la guinda, con playas fluviales a salvo de masificaciones. Las opciones del bañista son, pues, diversas. 

Laguna Grande de Babia
Laguna Grande de Babia | Shutterstock

Tierra de trashumantes

En Babia la combinación de un clima extremo y un escaso terreno cultivable, hicieron de la comarca una meca del pastoreo. El tránsito durante cientos de años de ganaderos que viajaban desde Babia a Extremadura no solo ha sido la base de la economía babiana, sino que también ha ayudado a moldear su orografía.

Así, los bosques han quedado reducidos a enormes valles y prados de intensos verdes. Con el paso de los años los rebaños se han ido reduciendo y en la actualidad solo se desplazan hasta el sur de León. Sin embargo, queda un rebaño de unas 10.000 ovejas que aún realiza la trashumancia ancestral entre Extremadura y Babia. La cultura de estos lindes queda recogida en el Museo Etnográfico de la Trashumancia en el pueblo de Torre de Babia, que puede visitarse en la época estival.

El cielo nocturno de Babia

Otro de los puntos fuertes de la comarca leonesa discurre cuando el sol se esconde. Así lo señala el programa Starlight, una fundación dedicada a la protección del cielo nocturno, la difusión cultural de la astronomía y el desarrollo económico sostenible local a través del astroturismo. Babia, con cielos alejados de la contaminación lumínica, fue declarado parque estelar en 2014. Tiene dos puntos de observación astronómica: uno, en la ermita de San Bartolomé, en Torrebarrio. El segundo, junto a la Laguna Grande.

Cielo nocturno en Babia
Cielo nocturno en Babia | Shutterstock

La fauna: flores y caballos

Como se ha explicado antes, la explotación ganadera ha reducido los árboles a territorios escasos. No obstante, algunas especies como los abedules, los chopos y fresnos o el roble albar, se han hecho paso entre los extensos prados. Pero lo que abunda en Babia son las flores. Calderones, lirios, narcisos… confieren al paisaje pinceladas de color. 

En cuanto a su fauna, destacan las manadas de corzos, venados y rebecos. La zona fue declarada como zona ZEPA (Zona de Especial protección para las Aves), por lo que, naturalmente, sus aves son muchas y variadas. Así, especies tan excepcionales como el águila real, en peligro de extinción, son posibles de ver en los cielos babianos. También hay, aunque en menor abundancia, manadas de lobos y algún que otro oso pardoLas manadas de caballos de raza hispano-bretona, cruce de yeguas españolas con machos de tiro franceses, también son un habitual de la región. Es común verlos correr a sus anchas por las tierras de Babia.  

Caballos pastando en las tierras de Babia
Caballos pastando libremente en las tierras de Babia | Shutterstock

Los pueblos de Babia

Las alrededor de 1.600 personas que habitan la comarca lo hacen a lo largo de 28 pueblos repartidos entre los concejos de Babia de Abajo y Babia de Arriba. En la mayoría predominan las construcciones de mampostería y sillarejo, los tejados de pizarra y las chimeneas rústicas. Algunas de las localidades albergan en su interior viejos caserones señoriales, pero ninguna muestra de arquitectura colosal arrecia en estas tierras, cuyo legado es eminentemente popular. Casonas, chozos pastoriles, molinos, iglesias, santuarios… son las construcciones que se encuentran con asiduidad a lo largo de estos 1.233 kilómetros cuadrados.

Destacan pueblos como el de Torrestío, que refleja la fusión de las vertientes montañosas del sur y del norte. Así, Torrestío posee un conjunto de hórreos de influencia asturiana. También, desde este pueblo, es posible seguir una travesía de montaña que se extiende hasta los lagos asturianos de Somiedo. Otro pueblo, conocido por su acceso a la ruta de montaña que conduce a Peña Ubiña, es Torrebarrio. La Cueta es la localidad más alta del parque natural de Babia y Luna.

Arcoíris detrás del pico de Peña Ubiña
Un arcoíris detrás del pico de Peña Ubiña | Shutterstock

¿Por qué visitar Babia?

Los verdes e infinitos prados, las noches oscuras iluminadas por las estrellas, el silencio, las rutas de montaña o el senderismo son algunos de los atractivos que ofrece Babia. Pero es que, además, lo hace en un entorno desmasificado y donde platos típicos de la región, como la tarta babiana, los frixuelos rellenos de chocolate o las pastas babianas de boletus, le dejan a uno con las ganas de que la frase “estás en Babia” se haga realidad por mucho tiempo.