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El balneario de Panticosa, guardián de secretos de Estado

Vista de los Baños de Panticosa nevados

Los baños de Panticosa, incrustados en el profundo Pirineo Aragonés, en el idílico Valle del Tena, albergaba curiosos desde la época romana. Sin embargo, no todo ha sido de color de rosa en este enclave montañoso. Hoy reconvertido en complejo hotelero, el balneario de Panticosa guarda secretos de Estado en sus habitaciones. Gente tan ilustre como Alcalá Zamora o Ramón y Cajal eran asiduos a unas termas que hoy reviven gracias a una controvertida restauración. Un espacio que bien merecen un relajante paseo por lo que un día fue cobijo de la alta alcurnia española.

El apogeo, lugar de moda para gente distinguida

Aunque se encontraran vestigios romanos en 1951 tras una remodelación del entorno, no existe documentación escrita del balneario de Panticosa hasta bien entrado el siglo XIII. No obstante, no sería hasta mediados del XVII cuando los baños empezasen a alcanzar cierta popularidad. Sin embargo, el complicado acceso en carruaje desde Biescas al lugar hacía que los curiosos tardaran hasta cinco días en llegar a las aguas termales. Mal negocio para un fin de semana de relajación.

Zona montañosa con los Baños de Panticosa al fondo
Los baños de Panticosa está en un enclave inmejorable. | Shutterstock

En sus inicios, y gestionado por el quiñón de Panticosa, el balneario era modesto y comedido. Con el paso de los años, y cerca del 1700, se contaba ya con cincuenta plazas hoteleras. La popularidad del complejo hizo que el quiñón no fuese capaz de tener una acertada gestión y Fernando VII tuvo que cedérselo a un importante empresario de la época. En poco menos de tres décadas, los baños se convirtieron en toda una ciudad de termas y fuentes, llegando a albergar más de doscientas camas en un total de ocho edificios.

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Fue con la construcción, primero de la carretera Madrid-Zaragoza y, más tarde con la llegada del ferrocarril a Sabiñánigo y Huesca cuando los majestuosos baños de Panticosa se convertirían en lugar frecuentado por la alta alcurnia del país. Hasta las aguas termales del Alto Gállego llegaba gente como Alfonso XIII, Ortega y Gasset o el ya citado Ramón y Cajal, cliente habitual y amante de la fotografía que la zona le regalaba.

Ibón de Baños de Panticosa
Ibón de Baños de Panticosa. | Shutterstock

Así pues, a finales del siglo XIX y principios del XX el balneario de Panticosa vivió su belle epoque. Coches y trenes llegaban desde cualquier parte del país para disfrutar del lujo e intimidad que ofrecía a los clientes. La demanda se correspondía con la inyección económica que el grupo vacacional recibía. Con las cinco fuentes termales descubiertas, varios edificios hoteleros y más de dos mil clientes por temporada, los baños de Panticosa tenían poco que envidiar al más lujoso de los hoteles españoles.

Su muerte, declive económico y ruina absoluta.

La mala suerte, unida a una pésima gestión, llevaron a un declive progresivo a los baños de Panticosa. Aludes continuados, en 1915, destruyeron el mayor hotel, La Casa de la Pradera, el edificio que más camas ofertaba. Con todo, una leve mejoría hizo que el enfermo levantara cabeza hacia 1960. Poco después, definitivamente, entró en una quiebra que casi acaba con el complejo. Que los baños fueran nombrados Conjunto Histórico Nacional tampoco ayudaron a un negocio que agonizaba y cuyo electrocardiograma empezaba a ser plano.

Vista de dos edificios de los Baños de Panticosa
El diseño incongruente del complejo de los baños de Panticosa. | Shutterstock

Poco a poco, y sin un dueño claro, el balneario de Panticosa comenzó a sufrir un abandono paulatino. El deterioro por el paso del tiempo era visible en un patrimonio artístico que empezaba a tener difícil solución. Su aspecto decimonónico ya brilla por su ausencia. Hoy quedan pocos retazos históricos de aquello que fuese un imponente complejo hostelero. Además, de poco sirvió que fuera declarado como Bien de Interés Cultural allá por 1992.

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En un intento un tanto inútil de todas las administraciones habidas y por haber por recuperar el esplendor de Panticosa, durante los primeros años del siglo XXI la gestión fue vendida a un importante grupo empresarial. Una fuerte inversión terminó de dilapidar la historia de estos baños del norte de Aragón. Con la entrada de varios empresarios, todo dio un giro de 180 grados para modernizar unas instalaciones que perecían.

Vista de los Baños de Panticosa nevados
Vista de los Baños de Panticosa nevados. | Shutterstock

Y a las tres décadas, resucitó

Durante varios años, del 2002 al 2008 los baños de Panticosa padecieron una serie de remodelaciones muy agresivas y bastante controvertidas. Un diseño poco respetuoso con la historia del complejo, además, de romper con la estética del paisaje, hizo que el nuevo resort de Panticosa levantara numerosas críticas. Aún con todo, la nueva idea ha ido calando poco a poco y, tres décadas después, el moribundo parece resucitar.

Con aires renovados, se proyectaron un casino, un Centro de Alto Rendimiento Deportivo, un restaurante de un conocido y consagrado chefs y varias villas de lujo. Buscaban recuperar el halo de grandeza que un día tuvo, pero todo se quedó en una polémica restauración. Un año después de su inauguración, tuvo que volver a cerrar sus puertas puesto que algunas construcciones no estaban aguantando las inclemencias del tiempo.

Parte nueva de Baños de Panticosa
Parte nueva de Baños de Panticosa. | Shutterstock

La apuesta por el lujo, la jet set europea o los grandes equipos deportivos tuvo que dar paso a un turismo más popular. En un giro empresarial, se rebajó la categoría de los hoteles, el casino perdió su licencia de juego y hoy es frecuente ver a familias completas disfrutar de lo que un día disfrutaba presidentes de Gobierno o algún que otro Premio Nobel. Al tran tran, y en medio de varias crisis, los baños de Panticosa recuperan la rentabilidad económica. Parece que la estrategia está en olvidarse de su pasado y la seña de identidad ahora recae sobre el turismo activo y rural de la zona.

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En la actualidad, los baños de Panticosa están a medio camino entre el querer y el no poder. Entre tanto edificio moderno, se esconde aún visos de historia, pero una historia olvidada. Si se visita, el cliente sale con un amargor impropio de unas vacaciones. Algunas de las nuevas construcciones se encuentran en un evidente estado de abandono, como el Centro de Alto Rendimiento. Por su parte, siguen visibles las ruinas de aquellas termas y aquellos hoteles que siglos atrás emanaban grandeza, lujo y era la casa de grandes intelectuales nacionales.

Vista de dos edificios de los Baños de Panticosa
Uno de los nuevos edificios de los baños de Panticosa. | Shutterstock

Parece claro que los turistas que hoy visitan la zona de Panticosa prefieren las lindezas del entorno. Todo visitante huye de las instalaciones del complejo para perderse por la naturaleza y opciones del Pirineo Aragonés y todo el valle del Tena. Esquiar, practicar senderismo o escalada son alguna de las múltiples actividades que un paraje como el Pirineo regala.