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Chinchón, escenario de película

Plaza de Chinchón

Chinchón es uno de esos viajes que se transforman en un recuerdo de película. Un escenario que se proyecta una y otra vez en la memoria. La historia de esta villa madrileña, iniciada hace siglos, es como un guion para el que cada viajero debe trazar su propio argumento. El plató está  listo. Plaza mayor, castillo, teatro, convento… ¡Luces! ¡Cámaras! ¡Chinchón!

Recorriendo el decorado de la historia de Chinchón

Alejándose unos 45 kilómetros de Madrid en dirección suroeste, enseguida se percibe el aroma a celuloide. Cerca del palaciego Aranjuez, en la cuenca del Tajo- Jarama, esta histórica localidad aparece tras cruzar el puente de Arganda. Dejando el río atrás, el coche puede estacionarse en el aparcamiento de San Roque, próximo al convento de las Clarisas. Una hermosa muestra de arquitectura religiosa compuesta por una iglesia herreriana junto a un convento. Las rendijas de puertas y ventanas delatan el aroma de los dulces típicos elaborados por las monjas.

balcones Chinchón
Balcones típicos en Chinchón. | Shutterstock

Con el paladar contento es momento de adentrarse en el casco histórico. Pasear por sus calles o buscar sombra bajo los soportales es solo el principio. Cada paso es un nuevo motivo para enamorarse de este pueblo madrileño, como le sucedió al mítico Ciudadano Kane. La historia de amor comienza encontrándose cara a cara con la plaza Mayor. 234 balcones sostienen una arquitectura que le resultará familiar a más de uno, debido, seguramente, a su aparición en la cinta La vuelta al mundo en 80 días. Tanto si ya se conoce como si no, el flechazo es inevitable.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. | Shutterstock

El espacio ha recibido distintos usos desde su construcción entre los siglos XV y XVI. Desde corral de comedias hasta ubicación para ferias de ganado. Además de servir de zona de paseo para Juana la Loca y Felipe el Hermoso. Funcionando ahora como punto de encuentro imprescindible de viajeros y habitantes. Sobre la plaza se alza la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Una construcción finalizada en el siglo XVII, pero posteriormente rehabilitada tras incendiarla las tropas francesas. Dentro, el retablo principal alberga la Asunción de la Virgen, de Francisco de Goya. Mientras, sus exteriores dibujan el impresionante lienzo de la villa.

Desde un castillo a un final de teatro

Castillo de los Condes
Castillo de los Condes. | Shutterstock

El castillo de los Condes, en pie desde el siglo XV, ha sido víctima de múltiples ataques y asedios. Pero, ajeno al tiempo, su silueta sigue impresionando. Llegados a este punto de la historia Chinchón ya habrá atrapado al viajero, aunque aún quede metraje por visionar. Se agradece un momento de calma en el convento de San Agustín, actual parador de turismo. En sus largos corredores todavía se intuye la tranquilidad de las horas de estudio invertidas allí como centro de enseñanzas humanistas. Del mismo modo que en la anexa ermita de Nuestra Señora del Rosario se siente el sosiego de la oración.

Torre del reloj en Chinchón
Torre del reloj en Chinchón. | Shutterstock

Justo al lado reside el fantasma de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, destruida en la Guerra de la Independencia. Antes de aquello, una visita ilustre llegó a Chinchón. Felipe V se hospedó, en febrero de 1706, en la Casa de la Cadena, un edificio barroco de tres pisos con una cadena ante su puerta, símbolo de la importancia del visitante. Después, los caminos vuelven hacia la plaza Mayor, un lugar en el que siempre resta algo por descubrir. Ya sea el antiguo lavadero municipal, hoy oficina de turismo, ya el ayuntamiento, ubicado en las mismas dependencias desde 1499.

Teatro Lope de Vega
Teatro Lope de Vega. | Shutterstock

El reloj de la torre marca el momento de acudir a la función en el Teatro Lope de Vega, así bautizado en honor a la estancia del dramaturgo en Chinchón. En el aire flotan los aplausos de los espectadores. Mientras, el viajero se prepara para producir una secuela de las maravillas cercanas. Sobre el valle del Tajuña, el castillo de Casasola evoca tiempos segovianos. Sirviendo también como punto de partida para excursiones hacia Aranjuez, Ocaña o Cuenca.

Por último, la plaza de nuevo, con sus bares y restaurantes. Ante un plato de cordero o de ajos con anís toca un brindis con licor de la villa a la hora de los créditos. Chocan las copas con la certeza de que en Chinchón, el final es otro principio. Aguardan estíos plagados de fiestas patronales, mercados medievales, encierros… Otra vez, Chinchón.