fbpx

Cala S’Alguer, un lugar atrapado en el tiempo

Cala S'Alguer, en la Costa Brava

A solo unos tres kilómetros de Palamós, en la provincia de Girona, se encuentra el pequeño paraje de la Cala S’Alguer. Un conjunto de casas de pescadores, barquitas, una playa de aguas cristalinas y un bosquecillo hacen de este lugar uno de los rincones más incomparables de la Costa Brava. Si se busca tranquilidad, este es un pequeño oasis de paz en medio del barullo habitual de la costa catalana, aunque en temporada alta hay que reconocer que tiene un alto nivel de ocupación.

Un lugar atrapado en el tiempo

Cala S’Alguer
Cala S’Alguer | Shutterstock

Declarada en 2004 Bien de Interés Cultural por la Generalitat de Catalunya, la Cala S’Alguer es un maravilloso enclave paisajístico. Un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. A unos 40 kilómetros de Girona, entre la Platja del Castell, la Platja de la Fosca y el Castell de Sant Esteve de Mar, esta pequeña cala solo cuenta con unos 60 metros de largo y algo más de unos 4 de ancho.

Por un lado, un conjunto de pequeñas casas blancas, tan típicas de la arquitectura popular de la zona, con grandes portones de madera pintados de diferentes colores. Por otro, un grupo de barquitas de pescadores, tan característico de la Costa Brava, flanquean el lugar. Estas casitas hoy en día se han reconvertido en viviendas de fin de semana, aunque anteriormente servían a los pescadores para guardar sus enseres de pesca. El mar, con su oscuro y verde turquesa, y los pinos blancos de la Pineda d’en Gori, que rodean el lugar, completan un conjunto sencillamente espectacular. Se debe tener en cuenta que la cala no cuenta con ningún servicio, más allá de un pequeño bar ocasional, y su mayor atractivo reside en disfrutar de las vistas, un chapuzón refrescante o una lectura tranquila.

Detalle de la cala S’Alguer
Detalle de la cala S’Alguer | Shutterstock

El fondo de esta calita, prácticamente virgen, es sobre todo rocoso, por lo que se recomienda el uso de un calzado adecuado. Su arena es de grava semigruesa y el fondo marino es transparente y limpio. Es posible contemplar una múltiple variedad de especies, como, por ejemplo, los corales. Si se quiere acceder en coche, el aparcamiento más cercano queda a unos 200 metros y es necesario atravesar un pequeño bosquecillo.

Un pasado lejano y muy tradicional

Porche de casita de la Cala S’Alguer
Porche de casita de la Cala S’Alguer | Shutterstock

Esta pequeña cala remonta su historia al siglo XVI, concretamente al año 1521, cuando se estableció allí un pequeño barrio de pescadores con construcciones encaladas. Las pequeñas edificaciones, todo un ejemplo de la arquitectura popular de la zona, tienen paredes de piedra y volta de cerámica catalana con hasta tres gruesos de adobe. Disponían de terrazas y rampas naturales para poder varar las barcas y se utilizaban también para guardar todos los necesarios aperos de pesca.

Hoy en día se mantienen en óptimas condiciones gracias a los vecinos de la zona. Por encima se encuentra la silueta de la finca Mas Juny, refugio de intelectuales a principios del siglo XX y propiedad de Josep Maria Sert y más tarde de los hermanos Puig Palau. Una de las construcciones adyacentes, el Mas Castell, fue construido por Raimon Duran Reynals para Albert Puig Palau, el tío Alberto de la canción de Joan Manuel Serrat. Lluís Nadal Oller, el arquitecto que continuó el legado de Duran, dejó en el paseo de La Fosca, un modelo de lo que pudiera haber sido el futuro de la zona.

Un entorno totalmente excepcional

Camino de ronda hasta Cala S’Alguer
Camino de ronda hasta Cala S’Alguer | Shutterstock

Para llegar a la Cala S’Alguer se pueden utilizar diferentes opciones. Una de ellas es dejar el coche en el aparcamiento habilitado de la Platja del Castell o en alguna de las urbanizaciones cercanas y seguir las indicaciones de los diferentes caminos en dirección al mar. Se puede iniciar el recorrido desde Palamós, enlazando con el Camí de Ronda, el camino costero que une Portbou con Blanes. Este camino permite ir conociendo todas las localidades y sus pequeñas calas. En este caso, permite llegar en su recorrido hasta el Castell de Cap Roig, caminando o en bicicleta.

Para algunos, el trayecto entre Cala S’Alguer, Cala Canyers y Cala Estreta es uno de los más bonitos del mundo. En Palamós se pueden encontrar restaurantes maravillosos donde degustar el manjar de la zona, las gambas de Palamós, especialmente durante el periodo de abril a julio. Si se visita la zona es imposible no ir a la población de Calella de Palafrugell, uno de los pueblecitos eminentemente pesqueros de la zona y donde se puede disfrutar, entre otras cosas, de las famosas cantadas de habaneras.

Peratallada
Peratallada | Shutterstock

Si se prefiere visitar las poblaciones del interior del Baix Empordà, no se debe olvidar Peratallada y su importante arquitectura medieval. Pals, en lo alto de una montaña, Monells con su plaza mayor, Palau-Sator, que conserva su ambiente agrícola y ganadero o Madremanya, un gran desconocido. Ullastret y su amplio patrimonio arquitectónico, donde destaca su ciudad ibérica de más de 2.000 años, considerada como la ciudad ibérica más grande de Cataluña, es otro de los lugares que los visitantes del Baix Empordà no se pueden perder. Toda la zona es un auténtico tesoro para los sentidos.