Cuando se alcanza este pueblecito asturiano alejado de la mano de Dios, uno cree haber aterrizado en otro planeta. Un planeta donde las preocupaciones y la prisa dejan de existir. Bermiego es uno de esos lugares donde las agujas del reloj se paran. Un enclave que se abre paso a la más pura esencia rural. AquÃ, refugiados, sus habitantes han sabido mantener esa personalidad tan rústica que caracteriza a los pueblos de montaña del norte de España. Un auténtico museo natural donde los árboles cobran vida.

Puro encanto rural
Los picos de la sierra del Aramo interrumpen el horizonte del viajero que se sumerge en este retiro espiritual conocido como Bermiego. Situado en el concejo asturiano de Quirós, este pueblo reposa sobre las faldas de la sierra, custodiado por el embalse de Valdemurio, que ha abastecido al valle durante décadas. AquÃ, el visitante podrá disfrutar de algunas actividades acuáticas, como las excursiones en canoa. Asimismo, la famosa senda del Oso atraviesa esta masa de agua hasta llegar al lugar.
De entre sus muchos atractivos, el tejo o texu milenario es uno de los más célebres. Muchos vienen a esta aldea para verlo, cuando se topan con otras muchas sorpresas: leyendas, hórreos, fuentes y una capilla con vistas son algunas de ellas. Las callejuelas de Bermiego trasladan al viajero a épocas medievales. Todo un viaje en el tiempo. Los balcones de madera se alzan bajo las tejas, que aún conservan el color rojizo a pesar del paso de los años. Las casas, por su parte, lucen su mejor gala pintadas de colores que se funden con el verde de las montañas. Otras, empedradas, dan la sensación de estar recorriendo un escenario de pelÃcula.

Los vecinos de este pueblo aguardan, curiosos, la llegada de algún visitante que llega buscando esa paz o que, quizás, ha dado por casualidad con el pueblo, pero que ha quedado engatusado con sus encantos. A pesar de la llegada de turistas, los habitantes de Bermiego aún no han abierto tiendas de souvenirs. De hecho, existen únicamente dos viviendas vacacionales en todo el pueblo, de las que unos pocos afortunados disfrutan. AquÃ, la vida tradicional y rural aún sigue muy viva.
Un árbol tan mÃstico como peligroso

Al visitar este pueblo el visitante camina, tranquilo, entre hórreos y fuentes. Los hórreos, de madera, trazados con figuras geométricas, conservan su esencia rupestre. El sonido del agua goteando en las fuentes anuncia la llegada al paraje más deseado de este pequeño pueblo: el tejo milenario o texu, como se lo conoce en Asturias. Los tejos, longevos e imponentes, pueden llegar a vivir un milenio. Alrededor de estos, mitologÃa y folklore bailan al unÃsono.
El tejo o texu milenario de Bermiego es uno de los Monumentos Naturales más importantes de Asturias y se halla, además, vinculado a la mitologÃa celta. Con sus más de seis metros de altura y las bayas venenosas que adornan sus hojas, invita a contemplar, desde las alturas, el pueblo de Bermiego. Su sola presencia impone. Pero las historias relacionadas con el misticismo, aún más.
Este peculiar árbol se suele asociar a la vida o a la muerte, y existen teorÃas de que su savia se usaba para rituales en los que se evocaba a la eternidad. Sin embargo, significa todo lo contrario, pues este árbol tiene un gran poder letal. Cuenta una leyenda que los guerreros asturianos utilizaban este veneno para suicidarse y no caer en la esclavitud ante sus rivales. También se dice que en sus flechas, fabricadas con la madera del mismo tejo, introducÃan este lÃquido tóxico para infringir un daño mayor a sus enemigos durante las batallas.

La antigua capilla de Santa MarÃa de Bermiego acompaña al tejo en el paisaje. Un bálsamo de paz donde alejarse de todo y dejar que la naturaleza acaricie el alma. Alrededor, el bosque norteño más profundo acecha. Bermiego es uno de esos lugares donde el viajero se pierde. Donde el verde, el olor a humedad y el cantar de los pájaros retumba en cada rincón. Donde el tiempo, perezoso, se para.