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La batalla de Vitoria y el pozo que nunca fue

Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria

Vitoria-Gasteiz, la ciudad blanca. Antes de que Eva García Sáenz de Urturi escribiera sobre los recovecos y los silencios de esta ciudad norteña, Vitoria-Gasteiz ya brillaba con luz propia. La escritora, natural de la ciudad, puso un efectivo foco sobre ésta y la empapó de misterio, de posibilidades, pero la localidad siempre ha sido así. Diferente, auténtica, tranquila. Sosegada, pero llena de vida. La prueba está en este Rincón del Finde escogido, que esconde una historia de lo más curiosa y un homenaje final a un pueblo, en el centro mismo de la capital de Euskadi. Toca viajar a la plaza de la Virgen Blanca de Vitoria.

Un poco de historia

La plaza de la Virgen Blanca está unida a la ciudad de Vitoria
La plaza de la Virgen Blanca está unida a la ciudad de Vitoria. | Shutterstock

La plaza de la Virgen Blanca, tiene tanta historia como la misma Vitoria, con la catedral de Santa María cubriendo siempre el horizonte. La anteriormente conocida como plaza Vieja nació, creció y cambió con la ciudad, pero estas líneas quieren remontarse a finales del siglo XIX para abordar un episodio concreto. Esa historia curiosa a la que se ha hecho referencia.

En los años setenta del siglo XIX, el Ayuntamiento de Vitoria deseaba conseguir agua suficiente para la población, por lo que decidió construir un pozo artesiano en esa plaza Vieja, accesible para tantos. Los ríos estaban bien, pero querían algo más. Así que se contrató a un ingeniero francés, llamado M. Alphonse F. Richard, que se presentaba como un experto en este tipo de obras. Había trabajado en países como Bélgica o Argelia, por lo que su conocimiento parecía fiable. Gasteiz quería su agua. Hasta aquí, todo normal.

Lo curioso de esta historia es que Vitoria consiguió batir un récord mundial al tiempo que tenía lugar un estrepitoso fracaso. Y es que durante cuatro años, de 1877 a 1881, se perforó la tierra en busca del preciado tesoro. Cuatro años en los que se alcanzaron los 1.021 metros de profundidad, batiendo de esta manera ese mencionado récord. Lo mantendría durante los siguientes cincuenta años.

El agua, sin embargo, nunca llegó. En enero de 1882, se dio por perdido. De este pozo queda hoy el recuerdo, en forma de curiosidad histórica y también una placa conmemorativa que confirma que esto fue, por extraño que parezca, lo que pasó.

Las claves de la plaza de la Virgen Blanca

Monumento Batalla de Vitoria
Monumento Batalla de Vitoria. | Shutterstock

Como la plaza nació y creció con la ciudad, puede entenderse que ha pasado por numerosas fases, funcionalidades y diseños. Hoy en día lo que destaca, además de las casas blancas que la rodean, es ese impresionante monumento a la Batalla de Vitoria. Antes de entrar en sus formas, un poco de contexto.

La batalla de Vitoria se libró el 21 de junio de 1813, dentro del contexto de la Guerra de la Independencia. Las tropas españolas, británicas y portuguesas se unieron frente al ejército francés de José Bonaparte, que se había retirado de Madrid solo para sufrir en Euskadi una derrota decisiva. En Vitoria, los aliados, liderados por el duque de Wellington, derrotaron a los franceses, que tuvieron que retirarse hacia Pamplona. No les quedaría mucho más tiempo en España.

Cien años después, un 4 de agosto de 1917, se inauguró en esta ciudad decisiva el monumento conocido como Batalla de Vitoria. Quedó en manos de Gabriel Borrás tras ganar un concurso que fue muy criticado en su época. Hoy luce impresionante en la plaza Vieja.

Este monumento de bronce y piedra está estructurado en tres pisos. El piso inferior es para la gente de Vitoria y para el General Álava, una de las figuras destacadas de esta Guerra de la Independencia. En la parte trasera aparecen los franceses, la otra cara de la batalla. En el segundo piso es el Duque de Wellington el protagonista, así como los ejércitos aliados que ayudaron a expulsar a los franceses. El piso superior ha quedado para el simbolismo: el león que pisa al águila napoleónica o un hombre que ha roto las cadenas que le aprisionaban. Este rincón, si hay tiempo para contemplarlo, se puede disfrutar enormemente, por la historia de la que parte o por los numerosos detalles que encierra.

Rincones cercanos

La catedral de Santa María sobre los tejados de Vitoria
Así lucen los tejados de Vitoria. | Shutterstock

Quizá más sencillo que nunca, porque puede resumirse así: Vitoria-Gasteiz. No es una ciudad que se vea en un día, ni tampoco en un fin de semana, pero con dos días será suficiente para quedar prendado de ella y desear volver. A Vitoria hay que volver siempre.

Para descubrir todos los secretos de la catedral de Santa María, conocida de forma popular como Catedral Vieja. Desde 2015, es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO bajo el paraguas de los “Caminos de Santiago: Camino francés y Caminos del Norte”, pues fue incluida como uno de los bienes individuales del Camino Vasco del Interior. Su construcción comenzó a finales del siglo XIII y se alargó durante el siglo XIV. De estilo gótico, fue edificada como una iglesia-fortaleza. Es un monumento impresionante que sobresale y se aprecia desde muchos rincones de la ciudad.

No es la única de Vitoria porque, otro dato curioso, la ciudad blanca tiene dos catedrales. En vista del estado cuestionable de la catedral Vieja, en el año 1904 se decidió levantar otro templo. Así nació la que es conocida como catedral Nueva, la catedral de María Inmaculada, el edificio neogótico más importante de la ciudad. Esta visita es también obligada. También el mero hecho de pasear por una ciudad que, como puede verse, no tiene más que sorpresas.

Por los numerosos detalles con los que quedarse, por eso es nuestro Rincón del Finde

La Plaza Vieja luce espectacular de noche
La Plaza Vieja luce espectacular de noche. | Shutterstock

Porque esa historia del pozo que nunca fue y también de la batalla que quedó así inmortalizada merece un acercamiento vivencial, en primera persona. Por todo ello gustará conocer y admirar todos los detalles que rodean este lugar, detalles tanto de la historia pasada como de lo que puede apreciarse en la actualidad.

Y porque se empieza por esta plaza de la Virgen Blanca, por su gran monumento y su historia, y se termina conociendo una ciudad perfecta para pasear con calma y con los ojos bien abiertos. Lo dicho: a Vitoria hay que volver siempre.