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Alcázar de San Juan, el pueblo quijotesco que celebra el Carnaval en Navidad

Alcázar de San Juan

El municipio ciudadrealeño Alcázar de San Juan rezuma esencia cervantina por sus cuatro costados. La huella de Don Quijote acompaña al visitante cada vez que recorre sus calles. Y no solo la del ingenioso hidalgo, sino también la del propio Cervantes. De hecho, la villa se atribuye el ser el lugar de nacimiento del insigne escritor, un hecho controvertido del que se hablará más adelante.

Pero esta localidad manchega ofrece más que un recuerdo literario, por magnífico que sea. Su corazón encierra un interesante patrimonio monumental, herencia en su mayoría del Siglo de Oro. Es escenario, además, de una de las tradiciones más curiosas de España: el Carnaval de Alcázar de San Juan, que no se celebra antes de la Cuaresma, sino en plenas fiestas navideñas.

Las raíces históricas de Alcázar de San Juan

Alcázar de San Juan
Alcázar de San Juan. | Shutterstock

Aunque existe constancia de asentamientos romanos, es en la época de dominio musulmán cuando hay que buscar el germen de la fundación de Alcázar de San Juan. Aquí se levantó un recinto defensivo al que se llamó Al-kasar, es decir, “palacio fortificado”. De hecho, la Edad Media fue una época convulsa en estas tierras, que se convirtieron en frontera hasta la cristianización definitiva, allá por el siglo XIII.

La repoblación y el esplendor llegaron más tarde de la mano de los Caballeros Hospitalarios de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén. La villa poco a poco fue creciendo hasta convertirse en capital del Priorato de San Juan, ya en el siglo XVI. Fue aquella su época más esplendorosa. En Alcázar se instalaron familias notables, cortesanos, algunos artistas y órdenes religiosas, incluso se fundó una universidad. De ahí que buena parte de sus edificios históricos daten de los siglos XVI y XVII.

El inicio del siglo XIX marcó un breve periodo de decadencia que el municipio pudo remontar de la mano del ferrocarril unas pocas décadas después. Convertida en nudo ferroviario estratégico, la villa resurgió gracias al comercio de sus productos más renombrados: el vino y el queso manchego.

Qué ver en Alcázar de San Juan: tras las huellas de Don Quijote

Santa María la Mayor
Iglesia de Santa María la Mayor. | Shutterstock

Resumir en unas pocas líneas lo que hay que ver en Alcázar de San Juan se antoja complicado. Al legado cervantino hay que sumarle un rico patrimonio monumental y un entorno natural de gran valor ecológico.

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De hecho, precisamente sus bodegas son de los lugares más importantes que visitar. Es en esta villa donde comienza la Ruta del Vino de La Mancha y donde se encuentra su centro de interpretación. Un vino con denominación de origen que acompaña al queso y que adereza esas otras delicias típicas como son el pisto o las migas. Al fin y al cabo, hacen falta muchas energías para disfrutar de todo lo que hay que ver en Alcázar de San Juan.

Arquitectura religiosa en Alcázar de San Juan

Iglesia de San Francisco
Iglesia de San Francisco de Alcázar de San Juan. | Shutterstock

Comienza la visita en la iglesia de Santa María la Mayor. De origen románico, se construyó sobre una antigua mezquita. Pero si este edificio ha alcanzado un cierto renombre es porque en sus archivos se encontró la partida de nacimiento de un tal Miguel de Cervantes Saavedra. Incluso se conserva la pila en la que, según la tradición, recibió las aguas bautismales. Ese es el origen de una cierta polémica con Alcalá de Henares, que también reclama ser cuna de Cervantes.

Pero el patrimonio religioso de la villa es mucho más rico. Un pequeño paseo lleva a la renacentista iglesia de San Francisco, en cuyo interior se descubren unas bellísimas bóvedas estrelladas. Algo más allá, la iglesia de la Santísima Trinidad, con una singular fachada en la que destaca una portada-retablo. Y acaba la ruta en el convento de Santa Clara, de donde salió la receta de las riquísimas tortas de Alcázar.

Arquitectura civil de la villa

A un paso de la iglesia de Santa María la Mayor se alza uno de los mayores tesoros de la villa: el complejo palacial del Gran Prior. Es el recuerdo del pasado medieval de Alcázar de San Juan, con restos de la antigua alcazaba árabe y también de la posterior fortaleza cristiana.

Museo Municipal de Alcázar de San Juan
Museo Municipal de Alcázar de San Juan. | Wikimedia

Un pequeño paseo nos hace viajar en el tiempo. Del siglo XVI se conservan algunas casas solariegas que permiten revivir escenas del Quijote. Y ya del siglo XIX son su Ayuntamiento, inaugurado en 1850 como Casino Principal, y esa estación de ferrocarril que significó un nuevo florecimiento para la villa.

Un recorrido por los lugares cervantinos

Una ruta diferente es la que sigue los pasos de Miguel de Cervantes en Alcázar de San Juan. Comienza el recorrido en la casa Saavedra, donde, supuestamente, nació el escritor. Después, es imprescindible visitar el Museo Casa del Hidalgo. Está ubicado en una de esas antiguas casas solariegas del Siglo de Oro. Hoy en sus estancias se recrea cómo era la vida de la aristocracia rural, de esos hidalgos que inspiraron a Cervantes para dar vida a su personaje más famoso.

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Siguiendo los pasos de Don Quijote, hay que subir al cerro de San Antón, pero no para luchar contra los gigantes que lo coronan, sino solo para verlos. Este es el mejor mirador de la villa. De hecho, uno de sus molinos de viento alberga el Centro de Interpretación del Paisaje Manchego.

La ruta de las estatuas

La villa siempre ha estado orgullosa de su relación con Cervantes y Don Quijote. Por ello, está “salpicada” de estatuas y conjuntos escultóricos que los recuerdan: las de Don Quijote y Sancho Panza en la plaza de España; la de Cervantes en la plaza de Santa María; Don Quijote cósmico, obra del escultor Santiago de Santiago, en la plaza del Palacio; o Don Quijote leyendo, en la avenida de Herencia, son paradas de esta singular ruta.

Estatuas Quijote
Estatuas de Don Quijote y Sancho Panza. | Wikimedia

Y aún hay otro pequeño tesoro que merece la pena descubrir, pero no en forma de escultura. La sala de espera de la estación ferroviaria rinde su particular tributo al Quijote. En ella, centenares de azulejos dan forma a 11 capítulos de la novela. Una fantástica bienvenida al viajero o una forma muy didáctica de entretenerse mientras se aguarda la llegada del tren.

Complejo Lagunar de Alcázar de San Juan

El complejo lagunar de Alcázar de San Juan es la otra cara que presenta el pueblo, la que no está urbanizada, aquella en la que el tiempo se detiene y reina la calma. Hablamos de un espacio natural conformado por tres lagunas donde solo habitan el flamenco, la garza real, el pato colorado o el aguilucho lagunero, entre otras especies de aves. Aquí el viajero encuentra un pequeño oasis en la llanura manchega, un espacio de enorme valor ecológico considerado como Reserva de la Biosfera.

El único carnaval que se celebra en diciembre

Pero si hay algo curioso y original en Alcázar de San Juan es su peculiar celebración de la Navidad, diferente a todas. Por supuesto, no faltan los belenes ni los abetos ricamente decorados. Sin embargo, entre los motivos navideños se cuelan máscaras y disfraces. Sobre los villancicos resuena el alboroto de las murgas. Y entre turrones y mazapanes se cuela una sardina que no acaba en el plato, sino en la hoguera. Es el Carnaval de Alcázar de San Juan, el más madrugador (o el más tardío, según se mire) de España.

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Estas fiestas comienzan coincidiendo casi con el día de Navidad, cuando lo que se cuelga en los balcones no son guirnaldas, sino peleles, muñecos hechos de trapo. Ahí estarán hasta el día 28 porque mientras que en otros sitios se celebran los Santos Inocentes, en esta villa lo que se festeja es el entierro de la sardina. Un entierro en el que no faltan las plañideras y en el que no solo el pez acaba en la hoguera, sino también los peleles.

Carnaval alcázar de san juan
Manteo de peleles en el Carnaval de Alcázar de San Juan. | Flickr

Y entre un día y otro, el Carnaval de Alcázar de San Juan se vive con la misma intensidad y alboroto que en cualquier otro lugar donde se celebre en las fechas tradicionales. No faltan ni los concursos de disfraces ni los pasacalles, tampoco las murgas o las comparsas. Todo ello aderezado con grandes dosis de buen humor y algún que otro exceso que se suma a los típicamente navideños.

Tan querida es la fiesta, que incluso tiene nombre propio: Carnavalcázar. No solo eso, sino que este singular derroche de originalidad ha merecido el título de Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Pero ¿por qué en diciembre? Hay que remontarse dos siglos atrás, a los años de la Guerra de la Independencia. Al parecer, se inició como un baile pagano para oponerse al invasor y a la nobleza. Pero acabó arraigando de tal manera en el pueblo, que ya no hubo forma de cambiar la fecha para hacerlo coincidir con el carnaval.

Por ello, la Navidad en Alcázar de San Juan es diferente. O tal vez lo sea el carnaval. No importa, en cualquiera de los casos, visitar Alcázar de San Juan a finales de diciembre es toda una experiencia.