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11 pueblos frescos de España donde el verano no significa calor

Torla es fresca en verano

La vacaciones estivales tienen en las playas uno de sus objetivos predilectos. Pero, aunque el mar refresca, la arena no tanto. Las altas temperaturas y la humedad suelen llevar a que, fuera del agua, el ambiente más que un paraíso sea un infierno. Algo que no todo el mundo soporta, especialmente cuando de noche resulta imposible dormir. Por suerte, hay destinos que no obligan a derretirse y permiten huir de las olas de calor. Poblaciones con mucho que ver y hacer que además exigen meter algo de abrigo en el equipaje aunque sea verano.

Destinos de España para huir de las altas temperaturas

Torla, Huesca

Torla
Torla. | Shutterstock

Todavía en el norte, Torla se ubica en Huesca, en pleno Pirineo aragonés. Se trata de una de las puertas principales al Parque Natural de Ordesa y Monte Perdido. Así, permite recorrer el valle que da nombre al espacio, así como el de Broto. Por tanto, supone un lugar idóneo como base para realizar rutas a pie o en bici. Cascadas, ibones, altos picos o hayedos se despliegan en recorridos de notable variedad, que van de dificultades bajas a muy altas. Al tiempo, la propia localidad luce una agradable arquitectura local donde brilla su iglesia de estilo románico, que en su tiempo sirvió también como fortaleza. En los alrededores quedan poblaciones con gran encanto como Fanlo o Broto. Todo ello sin llegar a superar los 22º de medias máximas y con mínimas sobre los 10º.

Valle de Tena, un alejado y encantador rincón natural en plenos Pirineos

Isaba, Navarra

Isaba, parte del tratado de las Tres Vacas
Isaba garantiza frescor. | Shutterstock

Casi todo el valle del Roncal es perfecto para quienes quieran huir del calor. Isaba, famosa por su parte en el Tributo de las Tres Vacas, destaca por su ubicación entre montañas y en el valle de Belagua. Cerca de la frontera con Francia, por tanto al norte, su temperatura en agosto varía de 11º a 24º. Un frescor que se deja notar especialmente de noche y que, como en casi todos sus compañeros de lista, hace que el turismo activo sea algo especialmente recomendable. Destacan las rutas en torno a los ríos Belagua y el Esca, que se forma al fusionarse el primero con otros dos. En su silueta destaca la iglesia de San Cipriano, de aspecto poderoso y elevada en el siglo XV. También merece una visita la basílica menor de Idoya, cerca del núcleo urbano. Sangüesa y Ochagavía son complementos en esta escapada a Navarra.

Ezcaray, La Rioja

Ezcaray
Ezcaray. | Shutterstock

La Rioja también tiene su rincón fresco en Ezcaray, con temperaturas estivales entre 12º y 26º. Está en un lugar proclive para ello, en la sierra de la Demanda junto a Burgos. Estos montes ofrecen excursiones por doquier y acogen incluso una estación de esquí, Valdezcaray. Al norte el Camino de Santiago deja su influjo en poblaciones como Belorado, Villafranca Montes de Oca y Santo Domingo de la Calzada. Mientras tanto, algo al este está San Millán de la Cogolla con su extraordinario cenobio. Tampoco hay que pasar por alto el propio núcleo ezcarayense. Por ejemplo, posee la Real Fábrica de Tejidos de Santa Bárbara, del siglo XVIII. También contiene una terna de templos que ver: la iglesia de Santa María la Mayor, la ermita de Santa Bárbara y la de la Virgen de Allende.

Potes, Cantabria

Potes
Potes. | Shutterstock

No tiene que ser una sorpresa que los Picos de Europa de Cantabria aparezcan en un repaso a lugares frescos. En ellos hay muchas alternativas tanto para desaparecer como para no asarse. Una de las más atractivas es Potes, con solo 26º de máxima media en agosto y poco más 10º de mínima. Se trata de un pueblo de piedra que conforma un conjunto de gran belleza en sí mismo. Además, es capital de una comarca espectacular, la de Liébana. Tal entorno posee uno de los pocos lugares del mundo que posee un año jubilar, de especial significación simbólica. Es el monasterio de Santo Toribio, donde está el mayor fragmento reconocido del Lignum Crucis. El Parque Natural está repleto de rutas y localidades muy particulares. Fuente Dé, por ejemplo, posee un teleférico que deja algunas de las mejores vistas del territorio. Además, si apetece ir a la playa un día, San Vicente de la Barquera queda muy a mano, así como la A-8.

Tahull, Lleida

Tahull
En Tahull el calor no es problema. | Shutterstock

El Parque Natural d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici es famoso por mantener unas temperaturas agradables en verano. No en vano, es uno de los lugares más frescos de toda la lista, con medias por debajo de los 20 grados en el estío. En el caso de Tahull, la diferencia es de solo 6º entre extremos. Por ello, no se pasa ni frío ni calor. Además de disfrutar del ambiente verde y acuático del parque, esta localidad se sitúa en el Vall de Boí. El patrimonio románico de la zona le ha valido ser Patrimonio de la Humanidad. Una de las mejores justificaciones de tal honor es una iglesia local, la de Sant Climent, con unos frescos medievales de una gran viveza.

Lanuza, Huesca

Lanuza reflejada en el embalse homónimo
Lanuza reflejada en el embalse homónimo. | Shutterstock

Cuando al anochecer en verano hace menos de 10º, la falta de calor está asegurada. Es lo que ocurre en Lanuza, en pleno valle de Tena. Una población valiente y que renació tras su abandono forzado al construirse el embalse al que da nombre. Hoy es un encantador rincón rodeado por agua y roca. Su comarca se extiende en torno al río Gállego, con Sallent, Panticosa y Formigal como localidades de referencia. En los laterales fluviales los picos se alzan a grandes alturas, acogiendo ibones y rutas de enorme belleza en sus faldas. Asimismo, poco más allá de su entrada al sur, Biescas es otro enclave que merece la pena visitar.

Arenas de Cabrales, Asturias

Arenas de Cabrales en un día triste
Arenas de Cabrales en un día triste. | Shutterstock

Si Torla era una entrada a Ordesa, Arenas de Cabrales lo es a los Picos de Europa en su vertiente asturiana. Este pueblo sin duda es conocido por su tradición quesera. En las cuevas de la zona se crea una delicia azulada, el Cabrales. Por suerte, el calor no estropea la digestión de este contundente producto, ya que de día en agosto apenas se llega a los 25º y por las noches quedan unos agradables 15º. Para los más montañeros el entorno del Naranjo de Bulnes ofrece alternativas de alto interés. Mientras tanto, quien quiera una ruta fácil pero ideal para superar el vértigo tiene al sur la garganta del Cares, que atraviesa la frontera hasta la provincia de León.

Puebla de Sanabria, Zamora

Pueblos más bonitos de Castilla y León: Puebla de Sanabria
Puebla de Sanabria. | Shutterstock

Guardando la confluencia del Castro y el Tera, con un lago legendario a tiro de piedra, Puebla de Sanabria queda en la zona verde de Zamora. Tanto en ella como en el municipio lacustre de Galende es fácil evitar asfixiarse. Aunque en comparación con otros pueblos frescos las máximas parezcan algo altas, 27 de media en agosto, estas no evitan poder aprovechar todo el día. Una alternativa consiste en visitar el medieval casco de La Puebla, por donde pasa una variante del Camino de Santiago de la Vía de la Plata. Los monumentos más señeros son el castillo de los Condes de Benavente y la iglesia de Santa María del Azogue. El turismo activo en el lago, aprovechar la ruta jacobea o practicar actividades acuáticas son también buenas opciones.

Puebla de Lillo, León

Puebla de Lillo
Puebla de Lillo. | Shutterstock

El puerto de San Isidro en León, que da paso a Asturias, es un clásico en la lista de lugares fríos veraniegos. Por eso es lógico que se recomiende otra Puebla, en este caso la de Lillo. 23º de máximas y 10º de mínimas son sus temperaturas medias en agosto, por lo que la rebequita es imprescindible para la noche. En sus alrededores hay varios lagos monteses, como el llamado Ausente. Por ello, el senderismo es una de las alternativas más proclives para aprovechar el fresco. Cabe mencionar que el territorio era atravesado por varias calzadas romanas. Asimismo, la trashumancia y la minería han dejado su huella en el municipio. También queda al lado el embalse del Porma y, junto a él, el curioso Museo de la Fauna Salvaje de Valdehuesa.

Trévelez, Granada

Trévelez en Granada
Trévelez en Granada. | Shutterstock

Considerado el más alto de Granada, Trévelez es también un lugar donde no pasar calor en Andalucía. No supera los 30º de máxima media en agosto, algo soportable, pero por lo bajo se queda en solo 13º. Al estar en la vertiente sur de Sierra Nevada es fácil acudir a la costa si a uno le da por ello. La Rábita, Motril o Castell de Ferro permiten este cambio a aires más calientes, aunque la A-7 permite desplazarse rápidamente por la Costa Tropical. Al tiempo, también se puede optar por ir a la antigua capital nazarí, que garantiza la monumentalidad con la Alhambra a la cabeza. De querer seguir en la montaña, las rutas por los montes donde se asienta el municipio dan para mucho.

Hoyos del Espino, Ávila

Hoyos del Espino
Hoyos del Espino. | Asqueladd

Cuando más duro pega el Sol en toda España, este pueblo de Ávila, en la Sierra de Gredos, no alcanza siquiera los 20º de media. Con máximas de algo más de 26º en agosto y mínimas que rondan los 11º, permite conocerlo tanto de día como de noche. Cercano al río Tormes, una referencia más conocida cercana es El Barco de Ávila. Sin embargo, los alrededores tienen interesantes atractivos, sobre todo centrados en la naturaleza. Por ejemplo, posee una piscina natural junto al puente del Duque. Por él discurren diversas rutas, que también pueden realizarse a caballo. Mientras tanto, a nivel patrimonial destacan el santuario de Nuestra Señora del Espino, un crucero de estilo gótico y un monumento a la cabra montesa.