Por Camino Ignaciano se conoce la ruta que siguió el malherido Iñigo de Loyola en 1522 desde la torre medieval de su familia –situada cerca de Azpeitia– hasta Manresa, la localidad barcelonesa en la que permaneció unos meses, experimentando las transformaciones personales que le permitieron redactar sus célebres ‘Ejercicios espirituales’. En los cientos de kilómetros que recorrió, tuvo unos avatares y transformaciones interiores que posibilitaron su progresiva transformación de caballero aguerrido y galante en servidor del prójimo.
El camino hacia la inmortalidad del futuro fundador de la Compañía de Jesús reúne las características de dureza, variedad y grandes tramos de soledad que los historiadores han asociado al gran santo vasco. Conviene recordar que el actual Camino Ignaciano él lo recorrió solo y a pie, estando cojo y con una salud deteriorada por su herida de guerra. Se trata de un trayecto con algunos tramos duros; solo aptos para ir a pie o para expertos en mountain bike (y con condiciones meteorológicas favorables).