Los extraordinarios dólmenes del Portillo de Enériz y la Mina de Farangortea, grandes hitos que ver en Artajona, demuestran que estuvo poblada desde la Edad del Bronce. Estuvo también habitada durante el periodo romano, siendo abandonada después del siglo I d. C.
Sin embargo, la historia del lugar no comenzó propiamente hasta el siglo XI. De hecho, surgió como fruto de peleas entre clérigos. En el 1070, Sancho Garcés IV de Peñalén, monarca de Pamplona, entregó la localidad al noble García Aznárez en pago de sus servicios. A su vez este le cedió la iglesia de Santa María al monasterio de San Juan de la Peña.
Durante 1084 el obispo de Pamplona, el francés Pedro de Rodez, encargó repoblar la zona y construir un templo para los canónicos de Saint Sernin de Toulouse. Para ello cedió al nuevo priorato numerosas tierras y el derecho a cobrar el diezmo. Esto supuso un grave perjuicio para los sacerdotes del vecino templo de Santa María. Dicha situación motivó varios pleitos con los monjes de San Juan de la Peña.
Fueron los franceses quienes se impusieron. En 1126 consagraron la iglesia-fortaleza a San Saturnino. Tal construcción vino además a reforzar las imponentes murallas construidas hacia 1085, conocidas como “El Cerco”. La localidad y su extenso término llegaron a ser un reino durante un breve periodo de tiempo. En 1144, García Ramírez de Pamplona se casó con Doña Urraca la Asturiana, hija ilegítima de Alfonso VII de León. Este le entregó como dote Artajona y sus dominios. Al morir García Ramírez seis años después, fue sucedido en el trono por la viuda y su hermanastro, Sancho III de Castilla.
La existencia de un reino ajeno en medio de sus territorios representaba una amenaza para Sancho el Sabio de Navarra. Por ello, atacó Artajona con su ejército en 1156. La guarnición resistió dos años, hasta rendirse por una negociación.
Durante las Guerras de Bandos del siglo XV, los habitantes se adscribieron al partido agramontés. Sufriendo tres ataques del conde de Lerín, cabeza de los beamonteses. Finalmente, a principios del siglo XVI fue entregada a tal familia, cuya lealtad propició que se respetaran las murallas.
En las diversas guerras acaecidas en los siglos XIX y XX Artajona no sufrió daños relevantes. A pesar de ello, los oriundos de la localidad cobrarían fama por el episodio de «Los Cuarenta de Artajona», el 13 de septiembre de 1936. Antes de producirse el asalto a San Sebastián, el capitán Ignacio Ureta Zabala lideró un grupo de requetés naturales de Artajona. Lograron entrar en la ciudad con solo un herido, que se trabó con la puerta giratoria de la Diputación de Guipúzcoa.
Como dato curioso, en 1976 se rodó en Artajona la película Robin y Marian, con Sean Connery y Audrey Hepburn. Al llegar a la localidad, el encargado de decorados del film afirmó que “no había en España un lugar mejor que este para reflejar el ambiente de la Edad Media”.
A continuación, lo mejor que ver en Artajona.