Para visitar mejor todo lo que hay que ver en San Millán de la Cogolla, es importante conocer mejor su historia.
En el siglo VI un pastor llamado Millán decidió abrazar la vida ascética. Se retiró a una cueva en una de las laderas de la Sierra de la Demanda riojana. A su muerte, en el año 574, se levantó un monasterio en su honor alrededor de la cueva. Nació así el Monasterio de Suso, uno de los dos edificios que, junto al Monasterio de Yuso, componen el Monasterio de San Millán de la Cogolla.
Desde su construcción, el Monasterio de Suso fue favorecido por los reyes navarros. Lo protegieron e hicieron de él uno de los más importantes centros católicos del norte de la Península. Tal era su fama que, a principios del siglo XI, el edificio fue objeto de una de las razias de Almanzor. Este lo incendiaría en el año 1002.
Unos años más tarde, en 1053, el rey navarro García IV trató de trasladar las reliquias desde el monasterio de San Millán de la Cogolla hasta el monasterio de Santa María la Real de Nájera en una carreta. Parece ser que los bueyes que tiraban de la carreta no pudieron con la carga, quedándose inmóviles. Esta señal fue interpretada como que el santo debía permanecer en este lugar. Por eso, sobre el terreno donde la carreta se paró se erigió un edificio románico, el del Monasterio de Yuso. (ver historia completa) Este edificio sería completamente remodelado durante los siglos XVI y XVII. En torno a él se desarrolló una pequeña comunidad, origen del actual pueblo de San Millán de la Cogolla.
El conjunto monacal no estaba en el Camino francés de Santiago. Sin embargo, adquirió tanta fama que acabó convirtiéndose en una parada del mismo. Los peregrinos se desviaban para llegar hasta sus puertas.
Hasta el año 1100 coexistieron ambos monasterios: el de Suso, adscrito a la regla mozárabe y con una comunidad dúplice, masculina y femenina; y el de Yuso, que adoptó la regla de San Benito.
A partir del siglo XII sólo se mantuvo la comunidad benedictina del de Yuso, que tenía como casa principal el monasterio de abajo. Se desarrollaron entonces los años de máximo esplendor espiritual, religioso, artístico y cultural. De hecho su escritorio, en el que se copian numerosos manuscritos, como El Apocalipsis del Beato de Liébana (s. VIII).
El Monasterio de San Millán de la Cogolla está además considerado como la cuna de la lengua castellana. En él se realizó el primer testimonio escrito en dicho idioma: las Glosas Emilianenses, de mediados del siglo XI. En este momento el castellano comenzaba a extenderse como lengua común entre el pueblo llano. Durante el siglo XIII, Gonzalo de Berceo, clérigo del Monasterio de Suso, contribuiría a consolidar el castellano con su extensa obra poética. En la visita siempre hay que ver en San Millán de la Cogolla el monasterio de Suso, aunque se abandonase antes y sea el menos ‘popular’; no dejar de hacerlo. Contiene las tumbas de los legendarios Siete Infantes de Lara (ver historia).
Tras la desamortización de Mendizábal, el Monsaterio de Yuso también fue abandonado. En la actualidad una comunidad de monjes agustinos habita de nuevo el Monasterio de Yuso.
A continuación os mostramos los lugares más importantes que ver en San Millán de la Cogolla.