Qué ver en La Matanza de Acentejo y La Victoria de Acentejo

La historia de La Matanza de Acentejo es más que interesante y merece la pena leerla para saber luego que ver en La Matanza de Acentejo.

En la mañana del 31 de mayo de 1494 el Adelantado Alonso Fernández de Lugo, con dos mil soldados castellanos y auxiliares gran canarios, se internó en el barranco de Acentejo en busca de los guanches que se negaban a someterse. El mencey (rey) Bentomo y sus guerreros les esperaban agazapados entre la densa vegetación y como no disponían de armas de hierro, iban armados con palos y piedras.

De esta forma, muy superiores en número, atacaron a los invasores por sorpresa. Un cronista mencionó que se combatió “de sol a sol”, hasta que el Adelantado acabó por huir hacia el Fortín de Añazo (en la actual Santa Cruz de Tenerife).

Unos aborígenes de Gran Canaria, que habían acudido en la expedición de los castellanos, comandados por Mananidra, huyeron juntos del campo de batalla. Al llegar a la costa, nadaron hacia una roca, siendo atacados por un tiburón que mató a uno de ellos. En la roca permanecieron dos días, rodeados por el tiburón, hasta que Mananidra se sumergió en el mar. Con sus brazos protegidos con telas, luchó con el tiburón y lo mató. Esto permitió que sus compañeros pudieran regresar a nado a tierra y contar su gesta.

Una vez llegado a Añazo, El Adelantado preparó una embarcación y se retiró a Las Palmas de Gran Canaria. Bentomo y sus hombres, unos días después, asaltarían el fortín, matando a sus defensores.

Meses después Fernández de Lugo regresó con más tropas, rehaciendo el fortín destruido. El 14 de noviembre derrotó completamente a los guanches en la batalla de La Laguna matando al mencey Bentomo y a miles de guerreros.

El 25 de diciembre volvió al barranco de Acentejo, combatiendo a muy pocos kilómetros de la primera batalla. Esta vez derrotó a los guanches y, por ello, Bentor (el hijo de Bentomo) se suicidó al estilo guanche, despeñándose desde la ladera de Tigaiga. Poco después se celebraría la paz.

A continuación, corresponde leer el apartado Que ver en La Matanza de Acentejo y La Victoria de Acentejo.

A continuación, encontrarás todo lo que hay que ver en La Matanza de Acentejo.

La Matanza de Acentejo

Nuestra visita empieza en la Matanza de Acentejo, delante de la histórica Ermita de San Antonio Abad, levantada en el barranco tras la batalla, la cual adquirirá su aspecto definitivo en las últimas décadas del siglo XIX. La construcción resultó asaltada en 1936 por milicianos. Por lo tanto, hubo de ser erigida nuevamente.La población posee su propio centro etnográfico denominadao Museo de Artes y Costumbres La Vica.También es de interés el lagar conservado en la calle Real.

Su célebre Barranco, declarado Sitio Histórico, une el interés natural de sus múltiples oquedades y su riqueza hídrica (saltos y el propio cauce-canal que lo atraviesa) con el de sus yacimientos arqueológicos.

Entre La Matanza y La Victoria es de elevado interés la zona conocida como el Risco de La Sabina. Así, se encuentra repleta de cavidades que habían servido como hábitat indígena y de enterramientos.

La Victoria de Acentejo

A continuación, encontrarás todo lo que hay que ver en La Victoria de Acentejo.

En la Victoria de Acentejo existe un buen número de iglesias y ermitas de interés. La más representativa es Nuestra Señora de La Victoria, construida en el solar de la batalla.

Fue edificada por vez primera en la primera mitad del siglo XVI. Sin embargo, fue quemada ya en la invasión de 1589 y sometida a obras de ampliación en el siglo XVIII. Lo más destacado es la imagen de Nuestra Señora de Los Ángeles (s. XVI) y el trabajo del artesonado que cubre la nave. Conserva una escultura de San Matías del siglo XVII y una custodia de plata labrada del siglo XVIII. Junto al templo, un espectacular pino recuerda que fue el primer espacio elegido para celebrar misa.

El Convento de Santo Domingo (1657) fue un hospedaje temporal para los frailes en sus desplazamientos por la isla. En su interior se conserva un lugar en el que los monjes elaboraban su propio vino. En el siglo XIX pasó a ser una institución benéfica para niños pobres.

Por otra parte, la Ermita de Santo Domingo se encuentra adosada a la Hacienda del mismo nombre y fue levantada en 1680. En su interior sobresalen los artesonados del techo, la imagen de la Virgen del Rosario y un interesante Crucificado.

Otros pequeños templos visitables son la Capilla de la Virgen del Cobre, erigida recientemente y conocida por albergar un retrato de la titular realizado en Cuba. La Capilla de San Juan (s. XVIII), que guarda una imagen del santo de la época fundacional. Es singular El Calvario de la Victoria, en la calle Pérez Díaz. La Casa del Deán Calzadilla, en la calle de San Juan, fue utilizada por esta dignidad eclesiástica avanzado el siglo XIX.

A las afueras de La Victoria destaca la silueta del magnífico Puente de Hierro (1909), que la conecta con Santa Úrsula. Su construcción se inició tres años antes de una visita real de Alfonso XIII, a quien se pidió que mediara en la consecución de tan imprescindible infraestructura.