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La Cascada de los Colores, el más vistoso juego entre naturaleza y hombre de La Palma

Cascada de los Colores

La Caldera de Taburiente, en la isla canaria de La Palma, ha adquirido fama por diversas razones. Este enorme cráter se ha ganado el derecho a ser uno de los quince Parques Nacionales del país. Fruto de la actividad volcánica y la erosión, sus condiciones lo han hecho un centro de telescopios excepcional. Sin embargo, si destaca por algo es por la gran cantidad de agua de la que hace gala. Precisamente una represa ejecutada a mediados del siglo XX pensada para ayudar a aprovechar los recursos hídricos acabaría siendo uno de sus atractivos más buscados. Se trata de la Cascada de los Colores.

Cuanto más agua, más colores tiene la cascada
Cuanto más agua, más colores tiene la cascada. | Shutterstock

Una combinación casual pero muy colorida

Dentro de la Caldera de Taburiente, esta colorida cascada se ubica en el Paisaje Protegido del Barranco de las Angustias. Esta brecha supone la salida natural de la enorme olla volcánica. Estudios en el parque han permitido saber que el interior fue en otras eras un lago gigantesco. De hecho, la apertura de esta enorme masa de agua habría configurado el mencionado barranco tal y como se ve hoy día. Esta rotura motivó la creación de un cauce centrado en las Angustias, que llega a desembocar en Tazacorte.

La policromática Cascada de los Colores
La policromática Cascada de los Colores. | Shutterstock

A pesar de llevar agua, la zona destaca por sus escarpadas, y en ocasiones áridas, paredes. Un terreno que puede parecer inhóspito pero que sin embargo es fácilmente accesible. Remontando el Barranco de las Angustias se puede alcanzar, tras el hito llamado Dos Aguas, la Cascada de los Colores.

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El salto de agua fluye desde lo alto de un muro artificial, asentado en una estrechez del barranco. De esta forma se podía acumular el líquido. Fue en los años 60 del XX cuando se produjo la obra. Desde entonces se han ido acumulando en las paredes sedimentos ferrosos. Estos se ven en la senda que conduce a la cascada, ya que el color del agua puede llegar a ser de un naranja intenso, según lo cargada que vaya la vía. Algo que recuerda al onubense Río Tinto.

Junto a esos tonos ocres destacan los verdes y los negruzcos. Los primeros son responsabilidad de algas y musgos. La humedad del ambiente es perfecta para que prosperen estos seres vegetales allí donde el agua llega a salpicar. Mientras tanto, los tonos oscuros provienen de las rocas volcánicas típicas del lugar. La intensidad del colorido depende de la época del año. Mientras que en las etapas más secas el efecto es menor, al haber menos caudal, en las fases lluviosas muestra todo su esplendor.

Detalle de la Cascada de los Colores
Detalle de la Cascada de los Colores. | Shutterstock

Las rutas a la Cascada de los Colores

El acceso a este hito de La Palma está condicionado al no poder ir al P.N. de la Caldera de Taburiente en coche. Por ello, la aproximación, sea por donde sea, ha de realizarse a pie. Hay dos modos básicos de visitar la Cascada de los Colores, ambos asociados al Barranco de las Angustias, donde se encuentra. Ambos tienen como cabecera el parking de la Viña, cerca de Los Llanos.

El naranja de las aguas da el ocre a la Cascada de los Colores
El naranja de las aguas da el ocre a la Cascada de los Colores. | Shutterstock

Ruta de ida y vuelta por el Barranco de las Angustias

De elegir esta opción quedan por delante en torno a 13 kilómetros en los que casi todo el rato se irá por el cauce del Barranco de las Angustias. La salida es directa desde el aparcamiento, por lo que resulta más económica que la alternativa, que conlleva más distancia y tomar un taxi. Como precauciones conviene saber que es conveniente ponerse calzado impermeable para poder cruzar el riachuelo, que hay que llevar bastante agua y que tras lluvias intensas el curso se carga bastante, resultando incluso inseguro.

A través de los primeros seis kilómetros se puede contemplar un entorno típicamente escarpado y que gana belleza según aumenta la cantidad de agua. Algo serpenteante, destacan hitos como Dos Aguas. Allí se considera que arranca el Barranco de las Angustias, aunque se extiende algo más hacia delante. El nombre de este punto proviene de que supone la unión de los ríos Taburiente y Almendro Amargo.

La Cascada de los Colores forma parte del P.N. de la Caldera de Taburiente
La Cascada de los Colores forma parte del P.N. de la Caldera de Taburiente. | Shutterstock

Desde Dos Aguas tocaría seguir el cauce siempre por la derecha hasta alcanzar la Cascada de los Colores. El último escollo que presenta la ruta supone pasar por un saliente hasta la caída de agua, lo que requiere algo de agilidad. La alternativa es meterse en el curso fluvial y mojarse un poco pero sin arriesgarse a caerse. Sea como fuere, tras disfrutar del salto, solo habría que tomar el mismo camino pero de vuelta.

Barranco de las Angustias
Barranco de las Angustias. | Shutterstock

Ruta desde el mirador de Los Brecitos

Sobre 14 kilómetros tiene la otra opción básica para llegar a la Cascada de los Colores. Las precauciones serían las mimas que antes, solo que teniendo en cuenta que se realizara un camino de bajada en su mayor parte. Para llegar al mirador de Los Brecitos la mejor baza es el taxi compartido. Llenando cuatro plazas el precio es de algo más de 12 euros.

Una vez en lo más alto, tras admirar el paisaje, toca descender por una senda tan bien señalizada como bonita. Con pinos autóctonos por todas partes, se acaba llegando a la concurrida playa de Taburiente. Un hito perfecto para descansar y refrescar el cuerpo. Una fuerte bajada, conocida como El Reventón, más tarde se termina viendo las señales que dirigen primero al Barranco de las Angustias y luego el desvío a la Cascada de los Colores. A través del primero se retorna al aparcamiento de Las Viñas.

Cauce del Barranco de las Angustias cercano a la Cascada de los Colores
Cauce del Barranco de las Angustias cercano a la Cascada de los Colores. | Shutterstock

De querer algo más de tralla, es posible realizar rutas de unos 20 kilómetros de largo. Por ejemplo, subiendo a pie hasta Los Brecitos. También es posible arrancar por el barranco y en lugar de dar la vuelta realizar el duro ascenso al mirador y concluir bajando de nuevo andando al parking. Ambas alternativas solo son recomendables en caso de tener experiencia senderista y un estado físico aceptable.