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8 rutas senderistas para conocer las Islas Canarias

Playa de las Teresitas, Tenerife

Si hay un lugar en el mundo capaz de condensar toda la paleta de colores en un paisaje son las Islas Canarias. Ocho pequeños paraísos de aguas cristalinas que hipnotizan a todo aquel que recorra la inmensidad de sus playas. Perderse en la belleza del archipiélago es fácil. De hecho, es inevitable. Escenarios rocosos sacados de otro planeta, pueblos mágicos a la orilla del mar, dunas infinitas, montañas majestuosas… Y un sabor inolvidable para el paladar, por ejemplo a través de los tradicionales guachinches.

Con una extensión total superior a los siete kilómetros cuadrados, este particular archipiélago es la joya del Atlántico español. Ya no solo por su clima excepcional los 365 días del año, sino porque es uno de los imprescindibles para los amantes del excursionismo. De hecho, esta comunidad cuenta con cuatro parques nacionales. Dos de ellos han sido declarados Patrimonio Natural por la UNESCO. Este escrito explora las rutas de senderismo por las Islas Canarias más representativas. Trayectos perfectos para todos aquellos que quieran explorar su verdadera esencia.

Tenerife desde las alturas

Que Tenerife es la isla de los mil planes se sabía. Pero que su archiconocido parque natural esté considerado como el más visitado de Europa, quizás es un dato que no resulta tan obvio. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y como uno de los 12 tesoros de España, el Parque Nacional del Teide es uno de esos lugares que se queda para siempre en el corazón. También es una excelente manera de adentrarse en el espíritu tinerfeño.

Roque Chinchado y el Teide
Roque Chinchado y el Teide. | Shutterstock

Hogar de antiguos pastores, este hermoso paraje es el punto de inicio de una de las mejores rutas para conocer Tenerife, la impresionante subida al Teide. Hay dos maneras de realizarla: en teleférico o a pie. Ambas opciones parten de Montaña Blanca y ascienden por el Refugio de Altavista y la Rambleta. Una vez allí se sube por el camino de Telesforo hasta el cráter principal a 3.718m de altura. ¿Lo mejor de todo? Esa sensación de estar en la luna a cada paso. El carácter volcánico del parque, con formaciones rocosas irregulares y ríos de lava seca parecen sacados de otro universo.

Una vez en la cima el paisaje cambia. Las rocas lunares se combinan con el verde de los campos de golf, el intenso azul del mar y el blanco de las casitas en los pueblos. La mejor carta de presentación para una isla que es capaz de combinar deporte con relax, cultura y gastronomía.

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La leyenda de la última erupción del Teide

Cuentan en los pueblos cercanos al Teide que hace miles de años vivía un ser maligno llamado Guayota. Un día secuestró al dios del Sol y lo retuvo en el interior del volcán. La isla se quedó impregnada de oscuridad y, para evitar que se prolongara en el tiempo, sus habitantes pidieron ayuda al dios Achamán, quien logró vencer a Guayota. Así, selló el cráter para que no se volviera a producir un episodio similar. Curiosamente, según la leyenda, este capítulo coincide con la última gran erupción del Teide.

Colores en la Isla Bonita

La Palma es un escenario único se mire por donde se mire. Verdes bosques, playas de arena negra, cielos nocturnos llenos de constelaciones, artesanía y pueblos en los que vivir para siempre. Uno de sus recorridos más característicos es el que discurre por el sendero de la Caldera de Taburiente. Concretamente, la ruta conduce desde el mirador de Los Brecitos hasta el barranco de Las Angustias.

Cuanto más agua, más colores tiene la cascada
Cuanto más agua, más colores tiene la cascada. | Shutterstock

Este hermoso recorrido es la oportunidad perfecta para familiarizarse con la frondosa vegetación de la isla compuesta de pinos, laurisilva, palmeras y dragos. Precisamente gracias a esta variedad de flora se la conoce como La Isla Bonita. Por eso y porque esconde joyas tan hermosas como la que se encuentra en el tramo final de esta excursión: la Cascada de los Colores. Un impresionante salto de agua en el que las rocas se tiñen de colores ocres, verdes y amarillos debido al alto contenido en hierro del agua.

Ruta por la historia de El Hierro

visión panorámica de El Julan
Ladera de El Julan. | Shutterstock

Descubrir El Hierro es un placer en todos los sentidos. Declarada Reserva de la Biosfera en el año 2000, esta perla atlántica es un auténtico manantial de historia y cultura. Una de las mejores zonas para introducirse de lleno en el pasado antropológico de la isla es en la ladera El Julan. Vestido con bosques de pinos y nubes bajas, este peculiar oasis natural ofrece una ruta muy completa perfecta para conocer antiguos grabados rupestres, cuevas de vigilancia al ganado y yacimientos arqueológicos. Por ejemplo, un antiguo centro de reunión llamado tarogor o depósitos de moluscos.

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Un bosque de hadas en La Gomera

Uno de los destinos favoritos de los hippies. La Gomera enamora desde el primer minuto. Una de las mejores excursiones para descubrir este pequeño paraíso es la que recorre el Parque Nacional de Garajonay. Un auténtico bosque de hadas inmerso en caminos de raíces serpenteantes, ríos de aguas tranquilas, selvas de laurisilva y nubes bajas en algunas ocasiones.

Camino del Parque Nacional de Garanojay
Garanojay. | Shutterstock

Explorar Garanojay es introducirse en un cuentecito lleno de duendes y de criaturas mágicas que conducen al visitante a través de una ruta de siete horas de duración por uno de los lugares más hermosos de las Islas Canarias. Un regalo para la vista en el que tampoco faltan impresionantes vistas panorámicas.

El vigilante de Gran Canaria

Gran Canaria es conocida por muchas cosas. Como las impresionantes dunas de Maspalomas y sus playas infinitas. Sin embargo, esta maravillosa isla esconde un majestuoso monolito que recibe el nombre de Monumento Natural del Roque Nublo. Un gigantesco bloque de piedra al que se puede acceder mediante una sencilla excursión que combina vegetación con el carácter volcánico del archipiélago.

Monumento Natural Roque Nublo
Roque Nublo. | Shutterstock

El recorrido comienza cerca del pueblecito Cruz de Tejeda y discurre por un sendero perfectamente señalizado. El camino se envuelve de los típicos pinos canarios que, poco a poco, van quedándose atrás a medida que asciende. Es entonces, en el momento en que la subida finaliza, cuando se atisba una llanura que contiene, a lo lejos, el imponente monolito de 80 metros de altura. Un gigante enorme que vigila insomne desde casi dos kilómetros sobre el nivel del mar. Simplemente espectacular.

Cuevas de Ajuy, la máquina del tiempo de Fuerteventura

Ubicadas en el Parque Rural de Betancuria, las Cuevas de Ajuy son un museo natural en toda regla. De hecho, son una de las pocas zonas donde se puede conocer la corteza oceánica en su estado más virgen. La ruta más recomendable comienza en el pueblecito de Ajuy, situado al borde de un barranco. Lo primero que llama la atención del recorrido es el camino serpenteante que conduce a las cuevas. Mezcla de arena y tierra, este trayecto permite al excursionista disfrutar de unas hermosas vistas al océano y al pueblo. Antes de llegar, se descubren dunas fósiles, consideradas como las más antiguas de Fuerteventura, y restos de antiguos hornos de cal.

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Apertura marina de las Cuevas de Ajuy
Apertura marina de las Cuevas de Ajuy. | Shutterstock

El acceso a las cuevas está asegurado por barandillas de madera. Su interior no tiene desperdicio. Más de 40m de altitud en un escenario rodeado de piedra, humedad y una calma que se experimenta en pocos lugares. En aquellos que han sabido perdurar al paso incesante del tiempo.

Cráteres en Lanzarote

La mejor manera de ser testigo del fuerte carácter volcánico de Lanzarote es introduciéndose de lleno en el volcán de Caldera Blanca. Un impresionante cráter de 1.200 metros de diámetro que se ubica en el límite del Parque Nacional de Timanfaya. Un regalo para los ojos cuyo sendero comienza en el pueblecito de Mancha Blanca.

Cráter de Caldera Blanca, Timanfaya
Caldera Blanca. | Shutterstock

El tiempo de ruta hasta el cráter es de una hora y media aproximadamente en medio de un paisaje rocoso en el que se pueden apreciar restos de lava en algunas zonas. Antes de llegar se encuentra La Caldereta, otro cráter de menor tamaño en el que, curiosamente, se desarrollaban labores agrícolas durante la primera mitad del siglo XX. Una vez en Caldera Blanca el tiempo se detiene mientras una imponente vista 360 grados de Lanzarote se alza ante el volcán.

La Graciosa de norte a sur

vista érea de la montaña de Agujas Grandes
Montaña de Agujas Grandes. | Shutterstock

¿Cuál es la mejor manera de impregnarse de la esencia de La Graciosa? Con un completo recorrido de norte a sur. La isla de la Slow Life se extiende en 30 kilómetros perfectos para explorar en bicicleta o a pie, dependiendo del tipo de estancia que se haya elegido. Los caminos están señalizados y el trayecto resulta muy ameno, sobre todo porque se puede combinar con refrescantes baños en algunas de sus playas. En el interior se encuentra el volcán de Agujas Grandes. Una montaña de 226  metros de altitud muy accesible ideal para acariciar con la mirada los límites de la isla