De forma previa a repasar lo que ver en Montánchez, lo ideal es atisbar su historia. Así, existen túmulos megalíticos en la zona, datados en la Edad de Bronce. En una hornacina de uno de ellos, cerca de Montancil, se pueden apreciar signos íbero-tartésicos. Ello indica que su población fue continuada, en la que su topónimo evolucionó hasta su forma actual. Empezando por Mons Ances, pasó a ser Castrum Culebri, Calabria, Muntajesh, Monrages y Montanches.
Del tiempo de los romanos se han encontrado varias lápidas funerarias y aras votivas. Además, se especula con que los cimientos del Castillo de Montánchez puedan ser una construcción romana de tiempos del Emperador Caracalla. Por otro lado, no se han encontrado vestigios relevantes de la prolongada ocupación musulmana.
Existe un documento del 1095 que incluye a la localidad en la Taifa de Badajoz. Asimismo, los almohades reforzaron la primitiva fortificación de origen romano. El nombre de Extremadura quiere decir en castellano antiguo “frontera”, algo especialmente acertado en este caso. Montánchez fue tomada por el caballero portugués Geraldo Sempavor en 1165. Solo cuatro años después cedería el territorio, a cambio de su libertad, al caballero Fernán Ruíz de Castro “El Castellano”. La familia de “El Castellano” lo mantendría durante unos treinta años, hasta que los almohades la recuperaron.
Hacia 1230, Alfonso IX de León, apoyado por la Orden de Santiago, conquistó definitivamente Montánchez. Cuatro años después Fernando III confirmó la entrega de la villa a los caballeros de Santiago, que repoblarían y defenderían la plaza. Su gran maestre incentivó su colonización redactando un “privilegio de población” dos años después. Con ello cedía dos tercios de las tierras del concejo a sus habitantes, quedando el tercio restante en sus manos. La estrategia tuvo éxito, pues se atrajo a una importante cantidad de colonizadores. Los villanos acompañarían a los guerreros en la conquista de cuatro castillos musulmanes: Alanje, Hornachos, Reina y Montemolín.
Alcanzado 1429, Enrique de Trastámara, tercero de los “Infantes de Aragón”, era el Gran Maestre de la Orden de Santiago. Tal posición le permitió lanzar desde el Castillo de Montánchez una campaña conjunta con sus hermanos, reyes de Aragón y de Navarra, para conseguir la Corona de Castilla. Esto motivó que el castillo de Montánchez fuera asediado, sin éxito, por Don Álvaro de Luna, Valido del rey Juan II de Castilla. El monarca lograría a la segunda tomarlo.
Hacia 1464 los caballeros de Santiago que ocupaban el castillo se pusieron del bando de Juana, La Beltraneja. Estar en contra de Isabel de Castilla motivó que las tropas de los Reyes Católicos atacaran la fortaleza. El lugar no caería en sus manos hasta 1477.
A lo largo del siglo XVI, esta y otras plazas fuertes de la Orden fueron transformadas en palacios y su administración encomendada a cargos de la misma. También sirvieron de destierro y prisión de autoridades. En 1619 estuvo preso en el Castillo de Montánchez don Rodrigo Calderón, primer marqués de Siete Iglesias. El secretario de confianza del Duque de Lerma y valido de Felipe III fue acusado de varios asesinatos. El cargo más grave era el envenenamiento de la reina Margarita de Austria. La muerte de Felipe III y el ascenso al poder del Conde-Duque de Olivares motivó que fuese desplazado a Madrid. El noble fue públicamente degollado en la Plaza Mayor, a cuyo patíbulo ascendió con gran dignidad. Los vecinos de Montánchez recuerdan aquel episodio en unos Encuentros, en los que se recitan historias y leyendas.
Durante 1653 los portugueses destruirían el castillo, dejándolo sin uso. Pasaron los siglos y hoy Montánchez es una agradable localidad. El sector porcino destaca especialmente y cuenta con varias D.O. Esto y su situación hacen que sea un destino turístico de interés.
A continuación, descubre lo mejor que ver en Montánchez.