Aquello que ver en Santes Creus está ligado a su historia. A mediados del siglo XII, el poderoso linaje Montcada deseaba disponer de su propio panteón familiar con una magnificencia pareja a su patrimonio. Por ello dona, a una comunidad cisterciense del Languedoc francés, unos terrenos y dinero para edificar un monasterio en Valldaura. Pero el rendimiento de esas tierras y la cercanía del gran monasterio de Sant Cugat aconsejaron el traslado a otro sitio.
En 1160 los Montcada consiguen de algunos nobles amigos la cesión de unos terrenos en el presente lugar, al lado del río Gayá. Entonces se desató una pugna entre el obispado de Barcelona y el arzobispado de Tarragona sobre la jurisdicción de la nueva comunidad monástica. Sin embargo, en 1168 el Papa Alejandro III declara que el monasterio era independiente de ambos.
La construcción del edificio se vio envuelta en la leyenda, mezclándose con datos históricos. En el marco de la rivalidad entre los linajes de Castellví y Cervelló, el senescal de Cataluña, Guillermo Ramón I de Montcada, se encontraba enfrentado a uno de los líderes del linaje Castellví: el arzobispo Berenguer de Tarragona. Este ordenó la detención de Montcada en el castillo de Rosanes, del que fue rescatado por sus partidarios.
A partir de entonces, Guillermo juró tomar venganza. El 16 de febrero del año 1194 capturó en una emboscada al arzobispo para, a continuación, juzgarle por secuestro y ejecutarlo. Montcada escapó del reino, durante diez meses, hasta que consiguió el perdón del rey Alfonso II de Aragón. Pero todavía le quedaba conseguir el perdón del Papa Inocencio III. Éste nombró una delegación de cardenales para estudiar la penitencia. Según la leyenda, le ofrecieron el perdón si fundaba un gran monasterio, Santes Creus.
Sabemos seguro que el proyecto estaba ya en marcha treinta años antes, por lo que la leyenda solo embellece esta gran gesta. No obstante, el asesinato sí pudo aumentar los recursos que los Montcada invirtieron en ella. Es habitual que los relatos medievales combinen realidad con aportaciones embellecidas y emocionantes de los juglares. Éstos las transmitieron oralmente hasta que fueron puestas por escrito.
El gran monasterio se consagró en 1211 y lo más importante del proyecto había finalizado hacia el año 1225. Por aquel entonces uno de sus monjes y luego abad, Bernat Calbó, llegaría a ser obispo de Vic y consejero del rey Jaime I, creciendo el prestigio de esa comunidad. La notoriedad del lugar motivó que el rey Pedro III el Grande decidiera sepultarse allí.
Su hijo, Jaime II, construyó un Palacio Real, adosado a la abadía. También decidió sustituir el claustro románico por uno gótico, más de su gusto.
En 1340 el rey Pedro IV el Ceremonioso decide enterrarse en el cercano monasterio de Poblet. Esto supuso el traslado de los enterramientos de la monarquía aragonesa allí, algo que imitaron los nobles. Así el monasterio dejó de estar de moda y fue cayendo en el olvido. Las numerosas guerras civiles de los siglos XV, XVII y XVIII no dejaron grandes destrozos en el cenobio.
Durante la Guerra de la Independencia los franceses lo saquearon. En el verano de 1835, tras los asaltos de las turbas a entidades religiosas y el abandono de la comunidad monástica del edificio. El 29 de diciembre de 1835 sería incendiado por un grupo de milicianos liberales franceses.
Las tumbas del rey Jaime II, su esposa y el gran almirante Roger de Luria fueron profanadas por saqueadores en busca de tesoros ocultos. Estos fracasaron ante los 900 kilos de la lápida de la tumba del rey Pedro III. En general, el hecho de estar en una zona poblada salvó a éste edificio del saqueo continuado que si padeció el monasterio de Poblet. Fue declarado Monumento Nacional en 1921.
A continuación, corresponde leer el apartado que ver en Santes Creus.