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Qué ver en Puigcerdà, el pueblo catalán que parece noruego

Qué ver en Puigcerdà

Puigcerdà, fronteriza capital de la Baja Cerdanya, fue durante décadas un heroico bastión liberal en medio de las guerras carlistas y sufrió numerosas violencias. Su entorno, su clima y su atractivo lago artificial lo convirtieron en un pionero centro de veraneo a finales del siglo XIX. Y en la actualidad no resulta extraño comparar su aspecto con el de los países nórdicos. En este artículo resumimos la historia y lo más importante que ver en Puigcerdà.

A modo de resumen, diremos que Puigcerdà posee un interesante casco histórico y unos alrededores perfecto para dar largos y tranquilos paseos. Además, es un lugar ideal para disfrutar de la naturaleza haciendo turismo activo en invierno y verano. Por ejemplo, en las dos cadenas de montes que rodean la localidad: el Pirineo al norte y el Parque de la Sierra del Cadí Moixeró al sur. Dentro de éste último se encuentra, por cierto, el recóndito pueblo de Bagà. Por otra parte, cruzando la frontera se llega a Llivia, un curioso pueblo que, aunque español, se encuentra en territorio francés. Para conocer la gastronomía local y los mejores alojamientos donde poder reponer fuerzas no dudes en consultar nuestra página dónde dormir y comer en Puigcerdá. Pero antes, demos un pase por la historia de este bonito enclave.

Puigcerdà
Vista aérea de Puigcerdà. | Shutterstock

La historia de Puigcerdà

Para saber qué ver en Puigcerdà es conveniente conocer con antelación algunos datos que harán nuestra visita más entretenida. El nombre de este territorio viene de Podium Ceretani (Colina de los Ceretanos). Es una clara alusión a la tribu íbera que ya describieron en sus fuentes griegos y romanos. Por tratarse de un paso natural entre ambas vertientes de los Pirineos, fue también ocupada por visigodos y musulmanes (en el año 715).

En el año 835 la tomó el primer conde de la Cerdaña, el noble franco Sunifredo. Éste gobernaría el condado desde el vecino castillo de Llivia. El valor económico de los derechos de peaje a los mercaderes que transitaban entre la península y el resto de Europa creó crecientes conflictos entre el conde de la Cerdaña y sus vecinos, los condes de Toulouse y Foix. En el año 1095 ya está documentada la existencia de un castillo en lo alto de la colina donde ahora está Puigcerdà.

Puigcerdà como parte de la Corona de Aragón

Más tarde, a comienzos del siglo XII, Ramón Berenguer III, conde de Barcelona, heredó el condado de Cerdaña. Por esta vía el territorio pasó a formar parte de la Corona de Aragón. A los dispersos habitantes del territorio los gobernaban desde Llivia, hasta que en el 1177 el rey Alfonso I de Aragón decidió poner en marcha el poblamiento de la colina de Puigcerdà. Formó así una nueva veguería (entidad administrativa) y autorizó en 1181 a la nueva población la celebrar ferias.

Puigcerdà
Puigcerdà al anochecer. | Shutterstock

A mediados del siglo XIII se horadó una enorme alberca para asegurar el suministro del pueblo en caso de asedio y facilitar el riego de las huertas en tiempo de paz, pero el progreso se frenó en 1280, cuando el fuego prendió en las viviendas de madera de la localidad. Dos siglos después, un importante seísmo devastó la zona en 1428. A la par, esa misma centuria, los efectos de la peste que asolaban Europa dejaron de sentirse en Puigcerdà.

Territorio fronterizo

También fue durante el siglo XV, en el año 1463, cuando el rey Juan II le cedió al reino de Francia la parte de la Cerdaña al norte de los Pirineos. Por este motivo se rebeló parte de la población. En 1477, los rebeldes asediaron la fortaleza de Puigcerdà. El nuevo carácter fronterizo motivó que el castillo medieval fuera sustituido por otro capaz de resistir ataques artilleros.

En el siglo XVI Puigcerdà volvió a ser parte del reino de Aragón, pero se agravó el problema del bandolerismo en la zona. A resultas de la sublevación de Cataluña contra el rey Felipe IV en 1640, la Cerdaña fue tomada por las tropas francesas. En noviembre de 1659, por el Tratado de los Pirineos, la Monarquía hispánica reconoció el dominio francés de la Cerdaña. Puigcerdà se convirtió así, definitivamente, en localidad fronteriza, residiendo allí un corregidor.

En el marco de la Guerra de la Independencia, los franceses hicieron de la localidad, la capital del Departamento del Segre. Como sede administrativa comarcal, paso fronterizo y centro mercantil (y por ello liberal) fue reiteradamente atacada por los carlistas que dominaban las comarcas limítrofes en el siglo XIX. Especialmente, durante la Tercera Guerra Carlista, en la que atacaron la villa periódicamente, llegando a ser asediada en los años 1873, 1874 y 1875 por el general Savall, resistiendo todos los envites. En el más dramático fue auxiliada heroicamente por el brigadier Josep Cabrinetty. Por ello, la población le dedicó un monumento en 1880.

La conversión de Puigcerdà en centro turístico

Durante el largo período de la Restauración Puigcerdà se convirtió en un pionero centro turístico, especialmente a partir de finales de los años ochenta del siglo XIX. Numerosas familias barcelonesas se construyeron residencias, denominadas “torres”, en la parte alta de la colina del pueblo. Sus habitantes recibieron la visita regia de Alfonso XIII en 1929 que inauguró el Real Club de Golf de Cerdaña. En ese periodo muchos veraneantes van trasladando sus residencias al valle, alrededor de esta instalación.

Durante la Guerra Civil, los milicianos anarquistas saquearon e incendiaron la iglesia parroquial en julio de 1936, de la que solo queda el campanario. Asimismo, destruyeron el monumento al héroe liberal y asesinaron a los vecinos derechistas. Tras la guerra, el turismo fue regresando poco a poco a la localidad. Incluso el hockey sobre hielo se introdujo aquí tempranamente: en el año 1956.

Qué ver en Puigcerdà

Los monumentos eclesiásticos de Puigcerdà

Comenzamos nuestra visita a Puigcerdà frente a su lugar más emblemático: el Campanario de la Iglesia de Santa María. Es lo único que queda del templo gótico del siglo XII, asaltado en 1936. La torre supera los 30 metros de altura y es posible acceder a su interior.

Iglesia de Santa María
Campanario de la Iglesia de Santa María. | Shutterstock

En la calle de las Escoles Píes se encuentra, por otro lado, la Capilla de Nuestra Señora de Gracia (s. XV), atacada  a finales del siglo XVIII por los franceses. La Iglesia de Sant Jaume de Rigolisa es otro de los monumentos historicistas que ver en Puigcerdà. Se levantó tras la destrucción de la anterior a finales del siglo XVIII. Seguimos con la enumeración de edificios religiosos que ver en Puigcerdà de la mano del convento Sant Domènec, que fue sede de la Orden Mendicante de Santo Domingo desde finales del siglo XIII.

A lo largo de su dilatada historia, Sant Domènec sufrió importantes daños desde el siglo XV hasta las guerras del siglo XIX. Tras el citado incendio de 1936 de la parroquia de Santa María, el templo del convento pasó a sustituir a esta. De su construcción, el claustro es lo más destacado. En la iglesia, de grandes proporciones y una sola nave, se conservan restos de pinturas murales bajomedievales. De su frente, tiene interés la monumental puerta, aunque ahora se puede ver también otra procedente de la desaparecida iglesia de Santa María.

Otros edificios que ver en Puigcerdà

Del pasado, también se conserva el antiguo Hospital de la Villa, situado en la plaza de Santa María y documentado desde el siglo XII. Se dedicaba a amparar a enfermos y pobres de solemnidad. Aunque también muy afectado por la violencia de 1936, otro edificio importante es el Ayuntamiento, edificado en el siglo XIII y restaurado posteriormente. Por su parte, Can Deulofeu es un curioso ejemplo de vivienda medieval de estilo gótico.

En la antigua Plaza Mayor hay también algunas interesantes casas que han subsistido a las destrucciones. Entre ellas cabe destacar las de Descatllar y Cadell. En la Plaça del Herois hay, asimismo, un obelisco de mármol rojo que recuerda a los habitantes que defendieron el pueblo durante las guerras carlistas.

Por último, la apasionante historia de la comarca se puede visualizar a través de los objetos y exposiciones del Museu Cerdà. El museo ocupa un convento carmelita del siglo XIX. Además, quedan todavía en el casco urbano pequeños vestigios de la muralla medieval que se demolió a finales del siglo XIX.

Qué ver en las inmediaciones de Puigcerdà

Mirador de L'Estany
Mirador de L’Estany. | Shutterstock

Cerca de Puigcerdà hay también otros muchos sitios que visitar. Uno de ellos es la población de L’Estany, ubicada junto a un antiguo lago que ya atraía a veraneantes a finales del siglo XIX. En sus inmediaciones, y reforzando el pintoresquismo de la zona, se halla la Torre del Cònsol (1886), encargada por el diplomático danés Schierbeck y acompañada de un hermoso parque. En esa línea es digno de contemplar el frente del Casino Cereta (1893). Se trata de un escenario de representaciones teatrales y reuniones sociales para aquellos adinerados visitantes pioneros. Otro de los emblemas de la comarca es el Puente de Sant Martí (gótico del s. XIV), situado en la carretera que va a Guils de Cerdanya.

Además, esta comarca pirenaica está repleta de monumentos del románico catalán. Se recomienda visitar, por ejemplo, la Iglesia de Sant Julià de Age. En el templo, a pesar de las reformas del siglo XVIII, existen numerosos elementos románicos. También la de Sant Tomàs en Ventajola (ss. X-XI), que incluye elementos decorativos propios del arte lombardo en su cabecera.