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Port de la Selva, el pueblecito secreto de la Costa Brava al que aún no ha llegado el turismo

Port de la Selva, Girona

En pleno corazón del Cap de Creus en la comarca del Alt Empordà, muy cerquita de la magia de Cadaqués y de la marcha de Roses, se encuentra la población de Port de la Selva. Este pequeño pueblecito de pescadores ha conseguido mantenerse al margen de las grandes mareas turísticas tan características de la Costa Brava. Las aguas turquesas de la tranquilidad bañan este secreto rincón de una de las zonas más bonitas de Catalunya.

La pesca, el origen de todo

Panorámica aérea del monasterio de Sant Pere de Rodes y Port de la Selva
Panorámica aérea del monasterio de Sant Pere de Rodes y Port de la Selva | Shutterstock

Las primeras referencias del lugar se remontan al año 974 cuando se nombra al portus quod discunt Armi-rodas como donación de Gausfred I de Empuries-Rosselló al monasterio de Sant Pere de Rodes. La pequeña población de Selva de Mar se encargaba de dar servicio al monasterio y realizaba el cultivo de viñas y olivos. La pesca fue adquiriendo importancia y algunas personas bajaban a la bahía a pescar.

Fue en ese momento cuando se empezaron a construir las primeras casitas a pie de playa, que no eran más que lugares donde guardar los aparejos y el pescado. En el año 1725 se inició la construcción de la primera iglesia y posteriormente, gracias al aumento de población, el Port de la Selva se acabó independizando de Selva de Mar. Corría el año 1787 y se logró gracias a un privilegio concedido por Carlos III.

Junto con la pesca y su comercio, durante el siglo XIX la economía del aceite y el vino empezaron a tomar importancia. Desgraciadamente, las plagas diezmaron considerablemente los cultivos, dejando a la pesca como único recurso, momento en el cual muchas familias se vieron obligadas a emigrar. A partir de 1960 el turismo empezó a cobrar importancia y es el momento en el que se construyeron los primeros hoteles, restaurantes y unas 500 viviendas. Eso sí, respetando la arquitectura del pueblo que, en definitiva, sigue siendo hoy en día un pueblecito de pescadores.

Un impresionante entorno natural al que sacar el máximo partido

Cap de Creus
Cap de Creus | Shutterstock

La verdad es que Port de la Selva ofrece multitud de posibilidades a sus visitantes. Tanto el ayuntamiento como la oficina de turismo ofrecen un sinfín de información sobre el entorno, lugares a visitar y actividades a realizar en plena naturaleza. No se debe olvidar que se encuentra en la provincia de Girona, donde nacen los Pirineos, y en uno de los parajes naturales más impresionantes de todo el país, el Cap de Creus.

La bahía del pueblo se encuentra escondida al abrigo de las montañas. De la misma manera, los acantilados del cabo configuran un entramado de pequeñas calitas, a algunas de las cuales solo es posible llegar por mar. Se dispone de una amplia oferta de deportes relacionados con el mar, como el esquí acuático, la natación, el remo, la vela, el cayac o el submarinismo. Los apasionados del senderismo y del ciclismo tienen a su alcance un sinfín de recorridos de todo tipo y niveles. Un espectacular camino de ronda conecta por un lado hacia el norte a Llançà y por el otro lleva a una ruta de calas que permite llegar a los más aguerridos hasta el mismo Cadaqués. Para los más playeros, la oferta es muy amplia, desde una larga y tranquila playa de arena ideal para ir con niños gracias a las pocas corrientes frente al pueblo, hasta pequeñas calitas de rocas escondidas.

Una ruta por la cultura del lugar

Vista aérea del Monasterio Sant Pere de Rodes
Vista aérea del Monasterio Sant Pere de Rodes | Shutterstock

Si se prefiere optar por una opción más cultural, en el centro de la población se encuentra la iglesia de Santa Maria de les Neus. Cabe destacar la ermita medieval de Sant Baldiri de Taballera, situada en pleno macizo del Cap de Creus. Para llegar a ella es necesario recorrer el GR11. El mismo que lleva hasta el faro y que permite disfrutar de la vegetación y de los increíbles paisajes esculpidos por la tramontana.

En la Vall de Santa Creu, que también pertenece al municipio, se encuentra la iglesia de Sant Fruitós. De ahí parte un camino que, para los más valientes, conduce hasta la joya de la corona del patrimonio cultural del lugar: el monasterio de Sant Pere de Rodes. Declarado bien cultural de Interés Nacional en 1997, el conjunto lo conforman el propio monasterio, el castillo de Verdera y el antiguo pueblo de Santa Creu de Rodes. Los amantes del megalitismo disfrutarán con varios elementos entre los que destacan los dólmenes de les Mores Altes y el paradolmen de la Pallera.

Curiosidades y datos de interés

Port de la Selva
Port de la Selva | Shutterstock

Port de la Selva ha sido objeto de deseo de visitantes famosos que venían atraídos por la privacidad y secretismo de la población. Uno de los primeros fue Josep Maria de Sagarra, que encontró en el lugar la inspiración para escribir algunas de sus obras de ambiente marinero como La balada de Luard, El mariner o Cançons de rem i de vela. J.V.Foix también tuvo su residencia de verano en la calle Unió de la población. Actualmente se ha convertido también en lugar de veraneo para políticos, periodistas y otras caras conocidas de la televisión. Port de la Selva forma parte del Camino de Santiago.

Vale la pena visitar también el pueblecito de Selva de Mar, a solo 1,5 km. Pasear por sus viejas calles empedradas transporta a sus visitantes a un pueblo de alta montaña y esconde algunos establecimientos dignos de visitar. Hablando de visitas, los piratas también fueron asiduos en el pasado. Buena prueba de ello son los cañones que se pueden encontrar repartidos por todo el pueblo y que pueden suponer una buena excusa para una aventura con niños. Como es habitual en la zona, se encuentran algunos refugios de la guerra civil.

Para quien quiera alojarse en el pueblo, se debe tener en cuenta que no hay muchos hoteles y solo un par de campings cercanos. A pesar de la calma habitual de sus aguas, es un buen lugar para la práctica del windsurf cuando llega la Tramontana. La fiesta mayor se celebra a principios del mes de agosto, pero hay otras fiestas imperdibles como la Fira de l’espàrrec en el mes de abril con multitud de actividades.