El principal atractivo que ver en Fermoselle son los llamados Arribes, el río y la propia roca en que está emplazada la villa. Por lo tanto antes de visitar la villa es aconsejable bordear el pueblo, continuando hasta la Ermita de Santa Cruz. El pequeño templo posee una ventana visigótica y estelas romanas en una zona ajardinada.
De la ermita parte el llamado “camino de las escaleras”. Tal trayecto rodea la “casita de los carabineros” hasta llegar, tras veinte minutos de caminata, a una peña en la que está el Mirador de las Escaleras. El lugar deja unas impresionantes vistas sobre los arribes.
Después de volver al pueblo, se puede comenzar con lo que ver en Fermoselle. La Plaza Mayor contiene el Ayuntamiento, la Oficina de Turismo y la Iglesia de la Asunción. Dicho templo, muy reformado, contiene dos interesantes portadas románicas de arcos apuntados (siglo XIII). Dentro, en la única nave destaca su retablo mayor, una imagen de la Asunción, el Crucifijo de la Agonía y el Cristo yacente articulado. Asimismo posee un interesante órgano del siglo XVIII.
Por otro lado, en la sacristía está el Museo Parroquial de la villa. Tal custodia objetos y esculturas religiosas que van de los siglos XIV a XVI. En el pasado siglo una imagen fue protagonista de un hecho muy curioso. Ocurrió que una cigüeña cogió con su pico el sudario del cristo para hacer su nido por lo que el cura “maldijo” a las cigüeñas por ladronas. Desde entonces, parece ser que estas aves no se atreven a acercarse por la zona.
Desde la plaza se puede acceder a las ruinas del castillo, evocador lugar que ver en Fermoselle. Todavía se conservan restos de la torre del homenaje, el patio de armas y algunos muros consolidados. El Mirador El Castillo es seguramente el más recomendable del casco urbano. Desde sus alturas se divisan los Arribes, el río y Portugal.
También destaca el Mirador del Terraplén con vistas al sur oeste sobre los arribes. A él se accede desde la Plaza Mayor, a través de la calle Terraplén. Otro lugar similar que ver en Fermoselle es el Mirador del Torojón,en dirección este. Para alcanzarlo toca ir por la calle Requejo. En el trayecto se rebasa el Arco Medieval, antigua puerta de entrada a la villa y uno de los escasos restos que quedan de las murallas. Entre pendientes se pueden ir observando casas con balcones de rejería y arcos medio punto. Algunas viviendas tienen bodegas en el nivel inferior, visitables a través de la oficina de turismo.
Varios lugares que ver en Fermoselle se sitúan fuera de los antiguos muros que protegían la villa. Así, desde el Torojón se ve una panorámica del pueblo desde arriba. El conocido Mirador de las Peñas permite ver menos pueblo y más paisaje que en la de Torojón. Por último cabe resaltar el Mirador de los Barrancos, con bellas postales sobre los Arribes y con palomares.
Las ruinas del Convento de San Francisco son un hito de obligada visita. En origen fue un templo edificado hacia los últimos años en el siglo XII, fue reformado en el siglo XVIII y abandonado a raíz de la Desamortización. Permanece en pie la iglesia de la Bandera. Ha sido rehabilitado como Centro de Interpretación del Parque Natural de los Arribes del Duero. Allí se brinda información para disfrutar de esta impresionante garganta geológica que se extiende a lo largo de casi 200 km. Algunos de las rutas propuestas en dicho espacio salen desde el mismo pueblo.
Finalmente queda la Ermita de la Soledad, en la carretera de Portugal junto al cementerio. Tal edificio conserva una puerta del siglo XIII . En una de sus columnas se pueden apreciar uno rostros humanos tallados en la piedra. Con esto termina el recorrido por lo mejor de Fermoselle.