Aquello que ver en Medinaceli está ligado a su historia. Hubo un castro celtíbero cerca del monte de 1.200 metros de altitud en el que los romanos hacia el 153 a.de C. instalan un campamento que pasó a ser la ciudad de Occilis, beneficiada por la explotación de las grandes salinas cercanas. Estaba situado en un cruce de las calzadas que conectaban las ciudades de Toledo y Burgo de Osma con Zaragoza.
En el siglo X es fortificada por Salim ibn Waramai, por mandato del califa Abderramán III, dándole el nombre de Medina Al – Salim, “Ciudad de Salim” o “del cielo”; convirtiéndola en capital de la llamada Marca Media, la zona fronteriza con los cristianos al norte del Sistema Central. La configuración urbana actual, con calles estrechas, viene de ese periodo. Fue años después la base para Almanzor, que desde allí realizó sus devastadoras aceifas contra los reinos cristianos. Se ha escrito que éste fue enterrado allí, en algún lugar todavía ignorado, junto con su tesoro, en agosto del año 1002.
Al descomponerse el Califato de Córdoba, el linaje de los Banu Salim se establece allí. Este linaje reforzará la zona mediante atalayas, consiguiendo ser la única plaza fuerte de la zona en manos musulmanas. En ese periodo pasó por allí el Cid Campeador, celebrando un combate singular con un caballero musulmán, al que mató. La precisión de datos sobre Medinaceli en el Cantar de Mio Cid induce a pensar que su autor fuera oriundo de la zona.
En el año 1104 las tropas castellanas comandadas por Alvar Fañez consiguen por fin conquistarla. La pierde y reconquista definitivamente Alfonso I de Aragón, consorte de la reina Urraca de Castilla. En el 1127, al año siguiente de morir su esposa, Alfonso celebra las paces de Tamara con su hijastro el rey Alfonso VII de Castilla. Le devuelve Medinaceli. Éste le dio un fuero a su nueva plaza fronteriza con Aragón, con el fin de repoblarla con gentes leales a él.
Por su posición fronteriza permaneció en manos de la Corona hasta 1371. En este momento el rey Enrique II creó el condado de Medinaceli como recompensa para uno de los caballeros franceses que le ayudaron a alcanzar el trono. Fue Bernardo de Bearne, hijo bastardo del conde de Foix. Éste después se casó con Isabel de la Cerda, bisnieta del infante de Castilla Fernando de la Cerda. Este apellido será adoptado por los condes de Medinaceli en lugar del apellido francés, costumbre denominada “realce de parentesco” (escoger el apellido más ilustre).
En 1479 los Reyes Católicos transforman el condado en ducado. Se desarrolla así una larga etapa en la que se derriban las edificaciones medievales moras y cristianas, sustituyéndose por edificios renacentistas y barrocos a lo largo de dos siglos de desarrollo económico. Numerosas familias hidalgas dependientes de los duques se establecen en Medinaceli, construyendo casonas a las que aportan sus blasones. Durante la Guerra de la Independencia El Empecinado resistió en esta plaza.
Su esplendor y mezcla de culturas fue elogiada por la Generación del 98. Gerardo Diego afirmaba de ella que era “inviolable a las mesnadas y a los ángeles abierta”. Y fascinado por el Cid estuvo en dos ocasiones el escritor Ezra Pound a quien se ha dedicado un monumento.
Fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto histórico en 1963. Se ha incorporado al siglo XXI con su centro Medinaceli DEARTE. A continuación, corresponde leer el apartado Qué ver en Medinaceli.