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Qué hacer en la provincia de Segovia en tres días

ermita de San Frutos

Segovia es una de las provincias más interesantes de España. Cuenta con un innegable patrimonio histórico, con pueblos que parecen sacados de un cuento clásico y con esos infinitos campos de Castilla que compiten con las formidables montañas para llevarse todas las miradas. Descubrir todos sus rincones, y esos parajes naturales que aguardan por nosotros, es una de las experiencias turísticas más completas que podemos encontrar hoy en día en nuestro país.

La Granja de San Ildefonso
La Granja de San Ildefonso. | Shutterstock

Podéis descubrir varios de sus rincones más especiales en una ruta de tres días que aborda tres de las zonas más características de la provincia. De ellas vamos a hablaros.

Día 1: a los pies de la Sierra de Guadarrama

Uno de los lugares más emblemáticos de Segovia es el Real Sitio de San Ildefonso, un municipio a través del que podemos conocer parte de la Sierra de Guadarrama segoviana, así como el popular Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, con sus jardines y su elegancia real.

Pero el día, para los amantes del senderismo, debe comenzar con alguna de las múltiples rutas que nacen a los pies de la Sierra de Guadarrama, desde localidades tan bonitas, tan segovianas, como Valsaín. En sus montes se descubren maravillas naturales como ese arroyo de agua cristalina que encuentra su origen en la Chorranca de Valsaín, un salto de agua de 100 metros. Por esas sendas que recorren pinares frondosos, de esos que no hay en ningún otro lugar del país, se descubren los restos de trincheras que nos hablan de la historia del lugar. También sobresalen vistas impresionantes como la que uno obtiene cuando corona el llamado Chorro Grande.

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Rapaz en Guadarrama
Rapaz en Guadarrama. | Shutterstock

Tras el embrujo de la montaña, la visita a este bellísimo municipio puede concluir con un paseo por el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Este palacio, que comenzó a construirse a comienzos del siglo XVIII después de que Felipe V se enamorara de la zona, está arropado por unos impresionantes jardines de más de 140 hectáreas. Sus extraordinarias fuentes, la tranquilidad que se respira entre sus calles y la sensación de encontrarse en otra época explican su condición de Jardines Reales. También explica por qué se habla de estos jardines como uno de los mejores ejemplos de los muchos que proliferaron en Europa en el siglo XVIII, compitiendo directamente con Versalles.

Fuente de la Granja de San Ildefonso en otoño
Fuente de la Granja de San Ildefonso. | Shutterstock

Día 2: las Hoces del río Duratón

El Parque Natural de las Hoces del río Duratón merece una visita tranquila, pausada y atenta, en la que uno pueda empaparse de la historia, la flora y la fauna del lugar. Para disfrutar de esto por completo, se pueden aprovechar las excursiones en piragua que exploran sus aguas. Navegar por éstas, con las impresionantes paredes de roca marcando el paso y las numerosas aves de la zona alcanzando sus paredes, es una experiencia inolvidable. Pero este lugar debe descubrirse también desde las alturas, abordando miradores fantásticos como el existente sobre el abandonado Convento de la Hoz.

ermita de San Frutos
Un templo en medio del parque de las Hoces del río Duratón

Cualquier visita a las Hoces del Duratón estaría incompleta sin pasar por la ermita de San Frutos, donde cada 25 de octubre sigue celebrándose una tradicional romería en honor al Patrón de Segovia. El resto del año, esta ermita románica del siglo XII impresionará por las propias ruinas en las que se intuyen sus formas antiguas, por el paisaje que se extiende más allá de éstas y también por los colores de sus piedras durante cualquier atardecer segoviano.

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La ruta por la zona se puede completar con una visita a Sepúlveda. Esta preciosa villa, conjunto histórico-artístico desde 1951, parece desafiar todas las leyes conocidas, existiendo como existe sobre unos peñascos imposibles que otorgan al paisaje una belleza singular.

Sepúlveda
Sepúlveda. | Shutterstock

Día 3: la Ruta del Color de la Sierra de Ayllón

Un paseo por la parte segoviana que conforma la Sierra de Ayllón, aunque dejando de lado la cadena montañosa para descubrir las poblaciones que descansan a sus pies. Los llamados pueblos rojos, también los negros y los amarillos. Aunque estos últimos tengan mayor fama en la vertiente de Guadalajara, también prosperan en la segoviana.

Son las propias características de la zona las que fomentan que sean conocidos de esta manera, pues los edificios que dan forma a las pequeñas localidades están construidos con piedras del lugar: arcilla y pizarra. El conjunto de pueblos se puede visitar en unas horas. Algunos son tan pequeños, con apenas una decena de habitantes, que sus calles se recorren en un suspiro, pero todos tienen mucho encanto, como es el caso de Martín Muñoz de Ayllón o Serracín.

Iglesia de Madriguera
Iglesia de Madriguera. | Shutterstock

Madriguera es, tal vez, el más popular de esta parte de Segovia, y su fama es merecida. Es un pueblo perfectamente conservado, restaurado y precioso, que funciona como ejemplo perfecto cuando uno necesita ilustrar el atractivo de la zona. Este pueblo rojo encuentra su reflejo en El Muyo, el pueblo negro segoviano por excelencia. Cuatro kilómetros separan uno del otro, ofreciendo al visitante una jornada perfecta en la Ruta del Color y esa imponente Sierra de Ayllón.

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Artículo creado para PROdestur Segovia