Aunque ahora nos resulte una obra monumental, impresionante, sobrecogedora incluso, lo cierto es que el acueducto de Segovia fue ideado con fines prácticos. No deseamos ser tampoco malinterpretados: por supuesto que los romanos eran conscientes de sus capacidades y de los monumentos que estaban dejando a su paso. Pero lo que sobre todo esperaban de lo que hoy denominamos maravilla era que fuera útil. Que sirviera para que los habitantes de esta antigua ciudad romana pudieran tener agua a su disposición.
La palabra acueducto, si alguna vez os lo habíais preguntado, proviene de la unión de dos palabras latinas: aqua, agua, y ducere, conducir. No podían haber sido más claros en sus intenciones. Jamás hubieran imaginado que esta obra terminaría siendo Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Jamás lo hubieran imaginado porque, al fin y al cabo, no existía la UNESCO, ni los Patrimonios de la Humanidad, pero seguro que se enorgullecieron igualmente de esta obra.