Antes de pasar a lo que ver en La Alberca, cabe conocer su historia. Así, la zona muy propicia para la habitación humana. Por ello se han encontrado pinturas rupestres con más de 7.000 años de antigüedad. Estas se pueden disfrutar en el Canchal de las Cabras Pintadas de Las Batuecas.
La presencia de los romanos se puede deducir por la existencia de un ara romana en la iglesia parroquial. De forma similar se conoce el paso de los visigodos, ya que en la Ermita de Majadas Viejas hay materiales constructivos procedentes de ese periodo. También fue ocupada por los árabes, de donde viene el topónimo Al-Bereka o estanque.
A finales del siglo XI, Alfonso IX de León ordenó la repoblación de La Alberca a su yerno, el caballero Raimundo de Borgoña. Este trajo desde allende los Pirineos a numerosos pobladores francos. Tales gentes irían dando nombres franceses a numerosos lugares, razón por la cual la Sierra se apellida “de Francia”. Pero, a diferencia de los lugares de los contornos, no fue agregado al condado de Miranda del Castañar, sino que dependía de la corona.
En 1434, el hallazgo de la imagen de la Virgen de la Peña de Francia en un lugar del pueblo de El Cabaco, a diez kilómetros del pueblo, provocó la construcción de un santuario. El lugar elegido resulta espectacular, tanto por su entorno como en cuanto a su altitud, de 1.732 metros. Dichas singularidades provocaron que se desviaran hacia allí los peregrinos del Camino de Santiago que seguían la Vía de la Plata. El origen de esta devoción, leyenda o milagro,se encuentra en Francia.
Allí el religioso Simón Vela, en París, recibió una visión onírica de la talla de la virgen. Esta le dijo: “Simón, vela y no duermas. Partirás a la Peña de Francia, que se encuentra en tierras de occidente, y buscarás en ella una imagen semejante a mí; la encontrarás en una gruta, y allá se te dirá lo que has de hacer“. Con ayuda de cuatro vecinos de San Martín del Castañar consigue encontrarla y desenterrarla. Tales hechos provocando una gran conmoción y notoriedad, así como la edificación de la ermita. La Peña de Francia, con su Virgen Negra, sería luego citada por Cervantes en El Quijote.
Hacia el año 1446 el rey Juan II de Castilla entregó La Alberca a la Casa de Alba, como el resto de la sierra de Francia. El territorio sería gobernado desde la extremeña villa de Granadilla. Más tarde, en 1475 las mujeres de La Alberca tuvieron una actuación distinguida contra la mesnada portuguesa del Prior de Crato. El noble apoyaba a su rey, casado con Juana la Beltraneja. En la contienda les arrebataron un pendón de guerra, que todavía se conserva en el pueblo. Tan brava actuación se conmemora el segundo día de la Pascua de Resurrección de cada año.
Llegado 1515, los lugareños conseguirían tener sus propias ordenanzas. El lugar sería un centro administrativo de la Casa de Alba en la comarca. Hasta 1835 Las Hurdes serán una dehesa de La Alberca. A finales del siglo XVI, los carmelitas descalzos fundaron al fondo del valle el Monasterio de San José. De allí serían expulsados en el siglo XIX a causa de la Desamortización. No obstante, regresaría a comienzos del siglo XX para, de momento, no irse más.
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