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El Camino de Hierro, una ruta alpina entre Salamanca y Portugal

Tramo del Camino de Hierro

Al llegar a la antigua estación de La Fregeneda, ya en desuso, el ruido del gentío se comienza a percibir. La vista también recibe estímulos: un montón de gente, con ropas de montaña en su mayoría, se arremolina en torno a un antiguo vagón de tren que ahora hace las veces de centro de recepción del Camino de Hierro. Todo en el ambiente le recuerda al visitante lo que esto fue, una vía de ferrocarril. Pero en la actualidad no son trenes lo que circulan por aquí, sino turistas que esperan encontrar en la ruta una actividad diferente, un sendero peculiar y un paisaje alejado del ajetreo de las ciudades.

Una de las obras de ingeniería más importantes del XIX

El Camino de Hierro es una célebre ruta de 17 kilómetros que transcurre entre la estación de La Fregeneda y el muelle fluvial de Vega Terrón, el único de toda Castilla y León. Forma parte de la conocida como Línea del Duero, un itinerario que conectaba, a través de 77 kilómetros, el municipio de La Fuente de San Esteban, en Salamanca, con la aldea portuguesa de Barca d’Alva. La principal intención de aquella línea era la de conectar Oporto con Salamanca. Sin embargo, en 1985 la ruta se cerró al tráfico debido a la bajísima afluencia de viajeros y las grandes pérdidas económicas que suscitaba.

De estos 77 kilómetros, los últimos 17 son los que conforman el mencionado Camino de Hierro, salpicado de nada menos que 20 túneles y 10 puentes que le dan al sendero el toque especial. Y es que se trató, según señalan desde el propio punto de información de la ruta, de una de las obras de ingeniería más importantes del siglo XIX, lo que le valió su declaración como Bien de Interés Cultural en el año 2000. Un verdadero itinerario alpino que necesitó de estas construcciones para descender de los 527 metros de altitud de La Fregeneda hasta los 133 de Barca d’Alva. Parte del camino transcurre, por tanto, en bajada, lo que lo hace más fácil.

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El recorrido del Camino de Hierro: puentes y túneles

Vistas del río Águeda
Vistas del río Águeda desde el Camino de Hierro. | EG

El recorrido del Camino de Hierro transcurre en las entrañas del parque natural de Arribes del Duero, junto al cauce del río Águeda, el cual se une con el Duero en su tramo final. El primero de los túneles, a 500 metros del inicio de la ruta, es también el más largo. 1.500 metros de oscuridad, siempre con la luz del otro lado a la vista. Así que en esta ocasión mejor seguir la luz al final del túnel. Al salir de este largo corredor, la luz vuelve a arropar al caminante y el paso a través de túneles, algunos de apenas 20 metros y otros de cientos, se va intercalando con la marcha sobre los puentes que, suspendidos en el vacío y no aptos para personas con vértigo, hacen de excelentes miradores del paisaje.

Si 17 kilómetros es demasiado, el viajero tendrá además la opción de acortar la ruta. En este caso el camino sería el mismo, pero, después de atravesar el puente número tres, el visitante daría la vuelta hasta regresar al punto de partida. En este caso la ruta es de ocho kilómetros ida y vuelta, la única opción viable, por cierto, para aquellos menores de ocho años, pues no les está permitido continuar a partir de aquí.

Los curiosos habitantes del túnel número tres

Túnel en el Camino de Hierro
Uno de los 20 túneles del Camino de Hierro. | EG

En la entrada del túnel número tres recibe al excursionista un curioso olor. Un olor que no es francamente agradable. En el suelo algunas pequeñas manchas negras anuncian la fuente de la fragancia. Este es, de todos, el más oscuro, pues sus cientos de metros discurren en curva. En este caso, la luz al final del túnel sólo se ve al término del corredor. El resto del tiempo el recorrido discurre en completa penumbra, sólo mitigada por las luces de las linternas que, sin duda, son imprescindibles de llevar. Antes de entrar aguarda también un empleado de la ruta para advertir de que no se deben hacer ruidos ni tampoco alumbrar el techo. ¿Por qué todas estas precauciones? ¿De dónde procede el olor?

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Pues no se trata ni más ni menos que de murciélagos. Una gran bandada de murciélagos. Concretamente, alrededor de 12.000 que conforman una de las colonias más grandes de la península. Este es el motivo por el que, a principios de verano, el paso a este túnel permanece cerrado unas semanas. Es el periodo de amamantado. Durante estos días es posible, sin embargo, realizar una ruta alternativa que no pasa por aquí. Aunque el túnel tres es el preferido de los mamíferos, también se encuentran una gran cantidad de ellos en el primero y algunos más en el cuarto.

Pasar en silencio no solo será beneficioso para estas nocturnas criaturas, sino que también permitirá al senderista escucharles y, si tiene suerte, puede que vea a alguno volar. ¡Pero alumbrar el techo no está permitido! Así, el viajero no caminará nunca solo. En los túneles serán los murciélagos. En el exterior, aves como el águila real o el buitre leonado vigilan desde las alturas.

Murciélagos
Murciélagos en una cueva. | Shutterstock

Antes de hacer el Camino de Hierro, reservar

El Camino del Hierro constituye, como puede verse, una ruta de gran interés y con atractivos no muy habituales. Eso sí, antes de hacerla hay que reservar, pues consta de aforo limitado y sus puertas solo están abiertas entre las 9 y las 10 horas en los días que van desde el 15 de octubre hasta el 31 de marzo. En los meses de verano, desde el uno de abril hasta el 14 de octubre, se permite el paso entre las 07:30 y las 08:30. La hora para terminar la ruta debe ser, además, a las 16:30 en el horario de invierno y a las 15:00 en el de verano. Algo a tener en cuenta antes de hacer la ruta, de unas seis horas de duración.

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El Camino de Hierro, por cierto, no es gratis, sino que cuesta cinco euros. Como compensación, hay unos urinarios bastante bien cuidados en el kilómetro 11, la señalización es inmejorable y al llegar espera un autobús para llevar a los excursionistas al punto de inicio.