Antes de pasar a conocer lo que ver en Ponferrada lo ideal es saber algo de su historia. En su territorio los romanos construyeron a finales del siglo I a. de C. una ciudadela. Sería tomada por los suevos, los visigodos y posteriormente por los musulmanes. Sin embargo, no hay constancia documental de tales ataques.
El auge del Camino Francés a Santiago de Compostela y la dificultad de vadear el caudaloso río Sil motivaron que hacia el año 1082 el obispo de Astorga ordenara construir un Pons ferrata. Se trata de un puente reforzado con varandas de hierro del que proviene el topónimo de la localidad.
Más tarde, en 1178, Fernando II entregó la localidad a la Orden del Temple, concediéndole un fuero dos años después. Los caballeros templarios levantaron fortalezas en este y otros puntos del Bierzo a comienzos del siglo XIV. En el caso de Ponferrada eligieron el solar de la antigua ciudadela romana. La villa, ya amurallada, creció con el alejamiento de la frontera y el tráfico peregrino. Durante 1196, Alfonso IX de León le retiró el señorío de la villa a los templarios, aunque se lo devolvió tras quince años.
Al suprimirse la Orden del Temple en 1312, el gran maestre de Castilla cedió el señorío al infante don Felipe, hermano del Fernando IV. Propiedad de la Corona, en 1340 pasó a manos del mayordomo del rey, Pedro Fernández de Castro. Precisamente a él se le atribuye la construcción del llamado “Castillo Viejo”.
Tras retornar a la corona, hacia 1440 esta dio el control local al Primer Conde de Lemos. Fue el responsable de dar a la fortaleza su configuración actual. La decisión de los Reyes Católicos sobre la herencia del noble tras morir no fue acatada por su sucesor. De este modo se rebeló, asediando y conquistando la fortaleza. El ejército del Rey, tras un contraasedio que incluyó un gran uso de artillería, retomó el lugar durante el verano de 1486. Isabel reincorporó la villa a la Corona, nombrando un corregidor para gobernarla. Asimismo, fundó el Hospital de la Reina en 1489.
El Conde de Lemos volvería a las andadas en 1506, tomando por sorpresa el castillo para ser desalojado poco después por tropas reales. Cincuenta años más tarde el III Marqués de Villafranca del Bierzo compró a la Corona la fortaleza. El precio acordado fueron 1,3 millones de maravedís.