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La indomabilidad de Frías, la ciudad más pequeña de España

Ciudad de Frías

Bajo la sombra de un pequeño peñón ya carcomido por el tiempo y coronado por un castillo, se erige un también pequeño conjunto de casas. Cualquiera diría al verlo de lejos que se trata de uno de tantos pueblos de Castilla y León. Pero no, Frías no es un pueblo, sino una ciudad. Es, de hecho, la ciudad más pequeña de España, un rincón que se hizo célebre por hacer frente a la familia más poderosa de Castilla, la casa de Velasco.

De pueblo a ciudad

La primera referencia a Frías se remonta a la segunda mitad del siglo IX. Fue uno de los pueblos que surgieron con la primera oleada de pobladores que bajaron de la cordillera hacia el valle de Tobalina. Por aquel entonces se le denominaba, apropiadamente, “aguas fridas” debido a la temperatura de las aguas que bajaban desde los picos de las montañas.

Esta parte de Burgos quedó incorporada al reino de Navarra después del año 1000. Pasó entonces a ser controlada por los vasallos del rey Sancho III el Mayor desde la villa de Oña. Las luchas entre navarros y castellanos en la historia de Frías multiplicaron los castillos y las fortificaciones. En 1054, tras la derrota de los navarros en Atapuerca, toda la comarca se reincorporó a Castilla.

Muralla de Frías
Muralla de Frías. | Shutterstock

Más tarde, en el 1200, Alfonso VIII derrotó a los navarros expulsándolos de Álava y Guipúzcoa. Para fortalecer su frontera con dicho reino, el monarca ordenó desmantelar el castillo de Petralata y reutilizar los materiales para edificar uno nuevo en Frías. Este es el origen del castillo que hoy encontramos erguido orgullosamente sobre el peñón que da sombra al resto de la ciudad.

Al año siguiente de la construcción de la fortaleza, en el año 1202, Alfonso VIII concedió un fuero a Frías para promover su repoblación. Para ello se tomó como modelo el de Logroño. Este fuero libraba a los habitantes de Frías del derecho de sucesión y de portazgo en todo el reino, así como les concedía el derecho a elegir a sus alcaldes. Para dinamizar su comercio se le autorizaron dos mercados semanales. Así, la villa fue prosperando hasta que en 1435 el rey Juan II le otorgó la condición de ciudad.

El pueblo de Frías contra la familia Velasco

La prosperidad de la pequeña urbe y la debilidad de los reyes Juan II y Enrique IV coincidieron con el auge de Pedro Fernández de Velasco. La familia del llamado “buen conde de Haro” venía adquiriendo el señorío de lugares del valle de Tobalina desde el siglo XIV. En 1446 Fernández de Velasco consiguió que el rey Juan II le concediera el señorío sobre esta villa. Sometió entonces a Frías a un férreo control y aumentó los impuestos.

Frías
Vista a lo lejos de la ciudad de Frías. | Shutterstock

Ante esta situación, en el verano de 1450 los caballeros Juan de Leziñana, Juan Ortíz de Valderrana, Ochoa de Salazar y algunos otros alzaron en armas al pueblo. Lograron expulsar al teniente Sancho Aguado y a los demás partidarios del conde de Haro. Este, en respuesta, ordenó que se reuniera en Balmaseda un ejército de 1.500 hombres que asediaron Frías durante tres meses.

Cuando se les estaban acabando las provisiones, los fredenses hicieron una salida nocturna arrollando el campamento de los sitiadores. Se negoció entonces que los ciudadanos fueran quienes nombraran al alcaide, mientras que el conde de Haro haría lo propio con el merino, una figura de autoridad de antaño que se encargaba de velar por la justicia. Aquel ataque se recuerda cada año en la fiesta del Capitán, que simboliza el valor colectivo de todo el pueblo.

Los Velasco recibirían el título de duques de Frías de manos de los Reyes Católicos en 1492. De esta forma quedó asociado el título de Condestables de Castilla de forma hereditaria durante los siguientes siglos. Por ello Frías permaneció bajo su señorío hasta 1811, en el que estos fueron derogados en toda España.

El castillo y las casas colgadas de Frías

Frías está construido sobre una roca llamada la Muela, una extraordinaria conjunción de geología y arquitectura que es lo primero que llama la atención del enclave. Existen distintos lugares que ver en Frías y en sus alrededores, pero quizás el más importante sea su castillo, una construcción gótica con restos románicos erigida entre los siglos XII y XV.

Castillo de Frías
Castillo de Frías. | Shutterstock

Como se ha indicado con anterioridad, en el 1201 el castillo de Frías sustituyó en su función defensiva al castillo de Petralata por disposición de Alfonso VIII. En ese mismo año se construyó la muralla. Poco tiempo después, su nuevo señor, el Condestable don Pedro Fernández de Velasco, lo reforzó para asegurarse el dominio sobre la villa.

Su puerta de entrada ojival estaba precedida por un puente levadizo, defendido desde la muralla por almenas y troneras. La torre del homenaje es, de hecho, el símbolo de la ciudad. Por otra parte, en la parte residencial del castillo se pueden ver aún capiteles decorados con escenas caballerescas y mitológicas.

La vista panorámica de la ciudad la completan las casas con entramados de madera que cuelgan sobre el desfiladero, repartiéndose a través de la estrecha ladera de la Muela. Son las casas colgadas de Frías, otro de los reclamos del lugar. El acceso por el sur a la villa permite la mejor vista de estas construcciones.

Las claves de una pequeña ciudad

Una vez ya en el interior de la urbe, de entre los monumentos que restan de su pasado comercial y defensivo, destaca la iglesia de San Vicente, que alberga varias capillas góticas y renacentistas. Su portada románica se encuentra en el Cloister Museum de Nueva York, al que parece ser que fue vendida para sufragar la reconstrucción de la iglesia románica primitiva, cuya torre se cayó en 1904. La actual es fruto de varias reformas. Posee tres retablos: el del Cristo de las Tentaciones, de estilo barroco, y el de la Soledad y el Mayor, ambos neoclásicos.

iglesia de San Vicente
Iglesia de San Vicente. | Shutterstock

Destaca también la capilla de la Visitación, resguardada por una exquisita reja de forja y con un retablo del siglo XVI del pintor Juan de Borgoña y dos sepulcros con decoración plateresca del matrimonio fundador, el judeoconverso Juan Sánchez de Ochandiano y su mujer, Juana Sánchez de Medina. Una serie de arcos en el exterior de la iglesia marcaban un espacio destinado a concejo que los franceses destruyeron durante la Guerra de la Independencia.

Además de los restos de diversos conventos existe en el municipio otra iglesia de importancia: la iglesia de San Vitores, documentada ya en 1211. Su deterioro comenzó en el siglo XVI y, después de varias peripecias, fue rehabilitada a mediados del siglo XIX. Lo más notable es su portada gótica orientada al sur. Asimismo, sobresale en su silueta una espadaña de dos pisos.

puente gótico
Puente gótico en Frías. | Shutterstock

Si hablamos de ingeniería civil, destaca el puente gótico, que con sus nueve arcos y 139 metros de longitud salva el río Ebro y da la bienvenida a visitantes y vecinos. Fue una construcción romana rehecha varias veces en época medieval. Por él pasaba la calzada romana que unía la Meseta y la Costa Cantábrica. Está provisto, en su centro, de una puerta torreada bajo la que se cobraba derecho de pontazgo.

Rincones cercanos a Frías

El recorrido por Frías se puede completar con una visita al parque natural de los Montes Obarenes-San Zadornil, muy cerca de la localidad. Una buena excursión adicional consiste en bajar a visitar Oña, parando luego en Poza de la Sal y en Briviesca. En dirección norte se puede hacer una excursión a Medina de Pomar y acabar en el norte de la provincia, en Espinosa de los Monteros.

Montes Obarenes
Montes Obarenes en Burgos. | Shutterstock

Asimismo, existen numerosas opciones para hacer senderismo u otras actividades de turismo activo en la provincia de Burgos. Y en agosto, el pueblo recrea una célebre escenificación sobre El Gran Capitán en el castillo.