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El castillo de Rivadeneyra, ayer hogar de caballeros y hoy destino de fotógrafos

Castillo de Rivadeneyra de noche

Al norte de la provincia de Toledo, Castilla-La Mancha, se encuentra el castillo de Rivadeneyra. Situado en las afueras del ahora deshabitado pueblo de La Caudilla, se le conoce también por ese nombre. Las ruinas de este pequeño castillo, que fue casa de caballeros y hoy deja estampas que quitan el hipo, ofrecen un marco incomparable. Por ello, es una visita casi obligada en la zona para los amantes de la fotografía.

Se puede acceder fácilmente a través de la autovía entre Maqueda y Toledo. Además, está muy cerca de la Autovía de Extremadura. Algunos lugares notables que complementan la visita a la zona son la ermita de Santa Ana o las poblaciones de Novés y Torrijos.

Atardecer en las ruinas del castillo de Rivadeneyra
Atardecer en las ruinas del castillo de Rivadeneyra. | Shutterstock

Los orígenes del castillo de Rivadeneyra

Fue construido en el siglo XV (1449-1450), durante el último período feudal, por Fernando de Rivadeneyra, mariscal de Castilla y alcalde mayor de Toledo. No obstante, cabe destacar que las primeras referencias históricas se remontan al año 1216. Entonces aparece el topónimo Cabdela en algunos documentos mozárabes al referirse a una alquería próxima a Val de Santo Domingo. Se interpreta que hacía referencia a Caudilla.

Fernando de Rivadeneyra se enriqueció siendo mozo de Cámara y luego Chambelán de don Álvaro de Luna. En aquel momento era conocido como Fernando de Valladolid y en 1447 se cambió el nombre en honor a su origen gallego. En ese mismo año adquirió la villa de Caudilla de manos de don Fernando Álvarez de Toledo, primer conde de Alba. El señorío de esa villa le es confirmado entre 1449 y 1450, convirtiéndose en uno de los “cinco grandes” toledanos.

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La fortaleza siempre se mostró fiel a Enrique IV en el marco de la rivalidad de este con su hermano Alfonso. Ambos competían por el trono de Castilla. Enrique partió de allí con cien caballeros hacia Toledo para someter a la ciudad, que se había levantado en armas en favor de su hermano. Más tarde, en 1474 Fernando fundó un mayorazgo en favor de su hijo, Pedro de Rivadeneyra. En ese mismo año, Don Fernando muere y es enterrado en la Iglesia de Santa María de los Reyes de Caudilla junto a su mujer doña Guiomar.

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A lo largo del siglo XV los Rivadeneyra fueron miembros de la élite municipal de Toledo y ocuparon sendos cargos de regidores y jurados. Durante el siglo XVI el titular del señorío fue don Juan de Rivadeneyra, mariscal de Castilla y con casa en el pueblo de Novés. En el siglo XVIII, el castillo continuaba en poder de la familia, concretamente de doña Mª Amparo Villarroel y Rivadeneyra. La noble estaba a su vez casada con don Pedro de Chaves, sexto conde de Noblejas.

Ruinas del castillo de la Caudilla o Rivadeneyra
Ruinas del castillo de la Caudilla. | Shutterstock

Un castillo con alma de palacio

Este pequeño castillo de carácter más palaciego que militar, presenta una estructura rectangular, con la fachada principal orientada al norte y rodeada por un foso. Este se encuentra relleno de sedimentos. Se trata del perfecto ejemplo de castillo señorial situado en un terreno totalmente llano y diáfano.

La torre del homenaje, orientada al noroeste tenía tres plantas, posee ventanas en los dos pisos centrales y el escudo de los Rivadeneyra en la última de ellas.  Este último se presenta hoy día prácticamente irreconocible. Estaba formado por una cruz con cinco conchas sobre hondas. Esta torre era la residencia del señor y albergaba algunas de las estancias más importantes como el almacén de víveres.

Castillo de Rivadeneyra de noche
Castillo de Rivadeneyra de noche. | Shutterstock

En el caso de un ataque ofrecía el último refugio. Su nombre, común a todos los castillos medievales, proviene de ser el lugar donde se practicaba la ceremonia del homenaje. En esta el señor entregaba a su vasallo un feudo a cambio de auxilium et consilium. Es decir, auxilio militar y consejo político. La torre avanzaba hacia el frente para proteger la puerta de entrada y en su parte superior se puede observar el hueco de lo que probablemente fuera una garita. Es muy probable que hubiera una en cada esquina. Su base disponía de aristas vivas, pero en su parte superior estas se redondeaban. Mientras tanto, la planta baja disponía de bóveda de cañón, y el resto en cambio tenían techos de madera.

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Las otras tres torres eran redondas, pero hoy en día solo quedan restos de una y probablemente tuvieran garitas en sus partes superiores. Rematada por almenas se puede observar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús sobre una de ellas. La puerta está formada por un arco rebajado en ladrillo. La construcción original disponía de matacanes, presentaba esquinas redondas y garitones. Todo el edificio es de mampostería con las esquinas de la torre mayor reforzadas con sillares de piedra. Este material es profusamente usado en este tipo de construcciones, gracias a su dureza y su abundancia.

La deficiente conservación del castillo de Rivadeneyra

Vista aérea del castillo de La Caudilla o Rivadeneyra
Vista aérea del castillo. | Shutterstock

Por desgracia, su estado de conservación es muy deficiente a pesar de encontrarse bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. Actualmente son pocos los restos, una pequeña torre circular, una imagen de un Cristo y parte de la derruida torre del homenaje. La fachada se vino abajo por la acción de los fuertes vientos de 1999. Con todo el rincón sigue conservando un gran atractivo.

A finales del 2018 se presentó una iniciativa para adquirir y remodelar el castillo para apoyar el patrimonio cultural de la zona, que sufre como muchas otras la despoblación. Una destilería usó el nombre del Castillo de Caudilla como reclamo para elaborar un whiskey. La venta de este producto, cuyo nombre rendía homenaje a los hombres que acompañaron a Enrique IV a Toledo, sería destinado a la recuperación de la fortaleza. Desgraciadamente el proyecto no llegó a buen puerto.

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El edificio, o lo que queda de él, se encuentra en manos privadas y no tiene prevista ninguna campaña de remodelación ni conservación. Como curiosidad hay que comentar que el grupo pop Neuman grabó su videoclip Turn It en el pueblo de Caudilla y se pueden ver unas magníficas imágenes del castillo.