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Barranco de la Hoz, un cañón de western en Guadalajara

Vista desde abajo del barranco de la Hoz

Corduente es un pequeño municipio situado en el Parque Natural del Alto Tajo. Un lugar tan poco habitado como el resto de la comarca a la que pertenece, la del Señorío de Molina. El paisaje que rodea a sus múltiples núcleos de población es un buen representante de la zona, marcado por la acción fluvial a lo largo de los siglos. Fruto de esta surgió un excepcional cañón en el que predomina el rojo de la roca y el verde de la vegetación. Se extiende en torno al río Gallo y se llama barranco de la Hoz. Con un santuario a sus pies, posee algunos de los miradores más espectaculares de Guadalajara.

Barranco de la Hoz
Barranco de la Hoz desde los miradores superiores. | Shutterstock

El tesoro geológico de la Hoz

Este lugar de la provincia de Guadalajara tiene un nombre relativamente común tanto en ella como en Cuenca y Teruel. Los ríos forman estos pequeños, sinuosos y verticales valles atravesando con la erosión el terreno. En el caso del barranco de la Hoz del río Gallo todo se inició con la sedimentación de rocas de cuarcita roja sobre pizarras. Muy lejos en el tiempo, hace 250 millones de años, fue cuando se depositaron. Los eones pasaron y acabaron compactadas. Listas para que, erosión mediante, se creara el espectacular conjunto actual.

Como si se tratara de un escenario de una película del oeste, la garganta se extiende dejando formaciones muy curiosas. Por ejemplo, el huso. Este se encuentra en la carretera, llegando al aparcamiento del santuario de la Virgen de la Hoz desde Corduente. Con forma de monolito, se alza separado de la pared rojiza. Estas puntas son relativamente abundantes, en muchas ocasiones pegadas en su base a los cortes que forman el cañón.

Una de las formaciones rocosas del barranco de la Hoz
Una de las formaciones rocosas del barranco de la Hoz. | Shutterstock

Es muy fácil ver los estratos según se sube hacia los miradores. El acceso al vertical camino que permite alcanzarlos se halla junto al santuario. En la parte baja hay conglomerados, más compactos, que pasan a ser arenisca en la superior. De camino se ven cortes y vistosos afloramientos de estas rocas. En algunos de ellos se pueden apreciar los rastros dejados por las raíces de las plantas que colonizaron los sedimentos en épocas pretéritas. Todo lo anterior hace que el lugar se considere de interés geológico por el Instituto de Geológico y Minero de España.

Hoces de Riaza

Los miradores del barranco de la Hoz

Las vistas son uno de los principales acicates para ir a este paraje arriacense. La senda está bien marcada y combina tramos de escalones con pequeños descansos. Con paciencia se puede ascender sin problema, aunque el trayecto sea algo duro. De camino hay placas informativas que narran cómo se formó el barranco de la Hoz. Resulta muy interesante detenerse brevemente en ellas para entender mejor lo que se está observando.

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Vista al mirador intermedio del barranco de la Hoz
Vista al mirador intermedio del barranco de la Hoz. | Wikimedia

Aunque normalmente más alto significa mejor, en este caso el mirador medio es quizá el más bonito. Permite imponerse al bosque que predomina abajo, compuesto especialmente de pinos. Así, se pueden ver las formaciones rocosas de alrededor de una manera excepcional. Desde este saliente se aprecian perfectamente las paredes del cañón. Uno queda rodeado de torres rojizas y cortes pétreos enormes, con el vacío delante.

Siguiendo a los miradores superiores se acaba alcanzado la cima del barranco de la Hoz. La panorámica hace posible recorrer el lugar de un vistazo. Cobra protagonismo el contraste del rojo y gris de las rocas con el verde del bosque que nutre el río Gallo. Este paraje es asimismo un hábitat ideal para aves como el águila real o el buitre leonado. Tan vertical entorno es un campo de caza perfecto para las rapaces. Las culebras y pequeños mamíferos, entre otros, que viven en el cañón les sirven como comida. Por tanto, si hay suerte, se podrá ver a alguno de estos pájaros sobrevolando el cañón.

El Santuario de la Virgen de la Hoz

Un chaval de Ventosa, núcleo de población muy cercano al barranco de la Hoz, es el protagonista de la leyenda más conocida del lugar. Era el año 1129 y la zona se debatía entre musulmanes, aragoneses y castellanos. Entonces, encontró milagrosamente una talla de la virgen en una gruta. Se supone que esta se hallaba oculta para evitar caer en manos árabes. Una historia parecida a tantas otras del país, atada a lo telúrico como la de la Abadía del Sacromonte en Granada. Se cuenta que por dos veces se llevó a Molina de Aragón y por otras tantas regresó inexplicablemente a donde fue encontrada. De este modo se decidió construir el santuario de la virgen de la Hoz, bajo las grandes rocas del cañón.

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Santuario y barranco de la Hoz
Santuario y barranco de la Hoz. | Shutterstock

El conjunto data en origen de la época del hallazgo de la talla, de mediados del siglo XII. Desde el primer momento atrajo una gran devoción, que se extendía hasta la capital del Señorío de Molina. Así, se erigió una ermita y se iniciaron tradiciones, algunas de las cuales sobreviven hasta la actualidad. La abundancia de peregrinos permitió que se creara una instancia para acogerlos. Ya en el siglo XIII se dispusieron canónigos permanentes. De entonces data el pequeño templo actual, muy sencillo, que posee rasgos de gótico inicial. Destaca el altar barroco, la románica talla de la virgen y la sencilla puerta que da paso a la gruta donde se descubrió la escultura.

Se adscribe a los templarios la protección del santuario hasta la desaparición de la orden a principios del XIV. Entonces llegó la falta de atención para la ermita, hasta que en 1503 cristalizaron los esfuerzos de Don Fernando de Burgos. Este caballero de Molina fue el encargado de reformar y rearmar el templo. Lo adaptó para el uso de eremitas y creó un patronato para asegurarse de que no cayera de nuevo en el olvido su cuidado.

Vista desde abajo del barranco de la Hoz
Vista desde abajo del barranco de la Hoz. | Shutterstock

La fiesta principal de la Virgen de la Hoz es en la víspera de Pentecostés, en primavera. Al día siguiente se ejecuta la Loa a la Virgen. Los actos lo componen un auto-sacramental, una suerte de obra de teatro sacra y didáctica sobre la homenajeada, además de unas danzas. Por otro lado, el primero de mayo se realiza la fiesta del Butrón en Molina. Se trata de una romería que tiene su objetivo en el barranco de la Hoz. Durante la misma se asan sardinas para los asistentes. Las localidades cercanas también rinden pleitesía a la talla con distintos actos y romerías a lo largo del año. Por tanto, es un hito local de primera magnitud.

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Llegar al barranco de la Hoz

El acceso al cañón y santuario es muy sencillo. Desde Molina de Aragón solo hay que tomar la GU-958 en dirección a Ventosa. una vez pasado este pueblo, la llegada a la ermita está bien indicada. Hay un parking que permite dejar el coche sin problema. Apenas se tarda un cuarto de hora. En cambio, desde Guadalajara capital el trayecto se extiende hora y media. Tomando la A-2 se avanza hasta Alcolea del Pinar, pasado el barranco del Río Dulce y Sigüenza. Allí se toma la N-211 hacia Molina, desde donde se puede seguir el recorrido antes mencionado.

Barranco de la Hoz del río Gallo
Barranco de la Hoz del río Gallo. | Wikimedia

En todo caso, es buena idea aprovechar el viaje y pernoctar en la zona. Así se pueden conocer algunos de los pueblos más bonitos de Guadalajara durante una escapada rural de fin de semana. La mejor base es la mencionada Molina de Aragón, pueblo medieval con una notable fortaleza. Por último, cabe resaltar que el propio santuario posee una hospedería. De esta forma es posible comer algo in situ o reposar un rato tras retornar de ver los miradores.