fbpx

Teleférico de Fuente Dé, la subida más vertiginosa de los Picos de Europa

Teleférico de Fuente Dé

La situación donde se ubica Fuente Dé lo convierte en uno de los pueblos de montaña más recónditos de los Picos de Europa. Escondido en el entorno de Liébana, queda en medio de un circo glaciar que lo deja rodeado de altos picos. Sin embargo, es muy visitado gracias a una de las atracciones más interesantes de la cadena montañosa en Cantabria. Se trata de El Cable, el teleférico de Fuente Dé. De una tirada salva más de 750 metros de desnivel y acerca a quien vaya a un mirador de una gran belleza. Una experiencia para superar el vértigo a la altura del Caminito del Rey o Montfalcó.

Fuente Dé desde el teleférico
Fuente Dé desde el teleférico. | Shutterstock

Una obra de ingeniería arriesgada

Cuando se planteo construir un teleférico en la zona durante el inicio de los años 60, la idea parecía de todo menos adecuada. El entorno de Fuente Dé había sido tradicionalmente un lugar tanto de minería como de ganado. José Antonio Odriozola, ingeniero cántabro muy atado a la zona, fue quien propuso la creación de El Cable. Con ello pretendía dar alternativas a un territorio que podía caer en la despoblación. Para ello se inspiró en una línea usada para bajar bienes mineros que ya existía.

Valle de Tena, un alejado y encantador rincón natural en plenos Pirineos

Llevó de 1961 a 1964 sacar adelante y otros dos años que se aprobara. Durante todo el proceso hubo multitud de problemas técnicos que se lograron solventar. Los vecinos no estaban seguros de qué pintaba el teleférico de Fuente Dé ni si serviría de algo. José Calavera Ruiz y Ángel Hernández Morales fueron quienes abordaron el difícil reto. La alternativa escogida fue un bicable de vaivén. Es decir, que entre las estaciones habría dos líneas paralelas con una cabina cada una que podría moverse en ambos sentidos.

También te puede interesar  El pueblo de las flores considerado el más bonito de España
Estaciones del teleférico de Fuente Dé
Estaciones del teleférico de Fuente Dé. | Wikimedia

Arriba los problemas vinieron del aislamiento. Con Espinama como punto de referencia, se hubo de atinar con soluciones prácticas para que el conjunto resultara seguro. Hormigón armado y complicadas excavaciones en el terreno glaciar fueron llevadas a cabo. Al tiempo, una prioridad era que el todo no rompiera el paisaje. Crear un armatoste que refulgiera en mitad de los Picos de Europa estaba descartado desde el principio.

Fue en 1966 cuando se concluyeron con éxito las obras, tanto del teleférico como los edificios de cafeterías y el Parador que se construyó en el propio Fuente Dé. El suceso fue digno de primera plana y aquel 12 de septiembre acudió el dictador Francisco Franco en persona a dar por abierto el teleférico. Con el boato que rodeaba cualquier acción en torno a tal personaje, se logró un gran impacto mediático. Pronto quedaría patente que las humildes cabinas que se creía quedarían vacías en un principio se iban a quedar muy cortas.

Macizo que asciende el teleférico de Fuente Dé
Macizo que asciende el teleférico de Fuente Dé. | Shutterstock

 

La subida al mirador del Cable

El teleférico se ha reformado en varias ocasiones y logró su objetivo de dinamizar la zona. En verano llegan a cogerlo 2.500 personas y las autoridades calculan por el número de visitantes que acuden al lugar que podrían llegar a los 5.000. Sin embargo, resulta técnicamente imposible. En total se salvan 753 metros en un recorrido de 1.450 metros. El trayecto dura menos de cuatro minutos y deja algunas de las mejores vistas posibles del territorio de Liébana. Cada jaula acoge 20 pasajeros y en fechas punta conviene reservar pues las plazas vuelan.

Las cifras de impresión que ostenta convierten al teleférico de Fuente Dé en uno de los más grandes de Europa con un solo tiro. El mirador de El Cable aguarda arriba. Sin nada que envidiar a rincones pirenaicos, el carácter glaciar del valle queda claro. Los propios muros de piedra que se salvan con El Cable muestran los efectos de las grandes masas heladas que dieron forma al lugar.

También te puede interesar  La iglesia de Burgos donde yace una princesa vikinga
Teleférico de Fuente Dé
Teleférico de Fuente Dé. | Shutterstock

También se aprecia el nacimiento del Deva, río que arranca en el humilde Fuente Dé. Esta importante vía fluvial abastece a Potes y el monasterio de Santo Toribio de Liébana. Ya en Asturias recibe el caudal del Cares, famoso por la ruta a la que da nombre. Tras ello sigue marcando la frontera astur-cántabra hasta Unquera y Colombres, zona de paso del Camino del Norte y la A-8. Precisamente desde allí es habitual acceder al Cable, atravesando de paso el impresionante desfiladero de la Hermida.

La ruta entre las estaciones del teleférico de Fuente Dé

Aunque tomar El Cable es casi obligatorio, optar por hacer el descenso a pie es toda una experiencia. Una ruta de senderismo de algo más de 14 kilómetros que saca todo el jugo a este rincón de los Picos de Europa. Desde los 1.823 metros de la estación superior se seguirá un camino en su mayor parte de bajada. Solo toca ganar metros al principio y al final, pero la dificultad es sencilla. Asimismo, es bastante popular y está bien indicada. La distancia que salva sitúa la duración del paseo en unas cuatro o cinco horas.

Chalet Real cerca del teleférico de Fuente Dé
Chalet Real cerca del teleférico de Fuente Dé. | Shutterstock

El inicio lo marca un pequeño ascenso y una travesía entre montañas que aparecen de un desnudo gris. Peña Olvidada o las Torres de los Horcados Rojos son algunos de los picos que componen este paisaje tan particular y bello. Así se llega a la primera gran parada, el Chalet Real. Erigido para alojar a un rey, Alfonso XIII, como su propio nombre indica, domina un paraje abierto e imponente. De estilo inglés, lo financió la Real Compañía Asturiana de Minas.

También te puede interesar  Los pueblos más bonitos para visitar en primavera
Invernales de Igüedri
Invernales de Igüedri. | Flickr (Steven2358)

Según se baja a Espinama se pasa por el refugio de montaña de Áliva, cerca de la ermita de la virgen de las Nieves y de un complejo llamado Invernales de Igüedri. Se trata de un reflejo directo del pasado ganadero de la zona, ya que eran refugios para los pastores locales. Descender permite que se pase de la roca viva a los bosques. Hayas y robles, entre otros, dan un cambio de tercio en el que las poblaciones hacen acto de presencia. La mencionada a principio de párrafo o Pido remontan el curso del Deva hasta el mismo Fuente Dé.