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Un sanatorio de leyenda junto a Santander

Teatro de la Isla de Pedrosa

El paisaje es arrebatador. La Isla de Pedrosa posee un ambiente tranquilo y está repleta de árboles. Al fondo de la bahía, en la boca de la ría de San Salvador, un par de istmos la conectan hoy con tierra firme. El puente actual se erigió en 1966. Era y es un enclave de una extraña paz. Anteriormente conocida como Isla de la Astilla, es una de las mayores islas de Cantabria. Se encuentra frente a Pontejos, localidad excelente para conocer este Rincón Encantado.

La leyenda que persigue a la Isla de Pedrosa

Pabellón María Luisa o de La Picota
Pabellón María Luisa o de La Picota. | Wikimedia

Fue Anita Lauda, una persona cercana a lo paranormal desde la infancia, autora de varios libros dedicados a ello, quien reactivó las conversaciones sobre la Isla de Pedrosa. Fue durante una visita, cuando afirmó haber tenido una sensación extraña recorriendo la superficie que ocupa la isla. No es de extrañar, pues el ambiente siniestro que se vive, entre tanto silencio y tantas ruinas, invita a ello. Pero fue más allá: afirmó que, durante la realización de una ouija, contempló unos espíritus de unos niños avanzando hacia ella y sus acompañantes. Iban acompañados de una enfermera.

Esta leyenda se relaciona con otras muchas que hablan de que, tras una tragedia, el espíritu de las víctimas permanece en el lugar en el que sufrieron. Esta ouija practicada por Lauda y sus compañeros no constituyó ni la primera ni la última experiencia inexplicable en la isla, que ha sido visitada a lo largo de los años por curiosos y aficionados al misterio.

Quizá el misterio más grande de todos, al menos el de mayor popularidad, tiene que ver con las que pasaron a ser conocidas como “las niñas pájaro”. Dos niñas que habitaron la isla a finales de la década de los sesenta, aquejadas con una extraña enfermedad que, como todavía se recuerda, les hacía tener aspecto de pájaro. Ambas fallecieron a temprana edad. Más que una leyenda, se trata de una historia que, por extraña y misteriosa, ha pasado de generación en generación apuntalando ese halo de misterio que rodea al lugar.

La historia real de la Isla de Pedrosa

Vista antigua del sanatorio marítimo infantil de Pedrosa
Vista antigua del sanatorio marítimo infantil. | Banco de Imágenes de la Medicina Española

El aislamiento ha sido una precaución habitual desde tiempos de la peste negra. Ya antes se usó para combatir enfermedades, pero fue a raíz de este azote que se crearon elementos de cuarentena estandarizados. A partir de entonces, se comenzaron a usar islas cercanas a grandes puertos como lugares donde recluir a posibles viajeros infectados. Se llamó lazaretos a estos espacios, debido al famoso personaje bíblico que se levantó de entre los muertos. Como uno de estos sirvió la Isla de Pedrosa antes de convertirse en sanatorio para tuberculosos.

Aunque el de Mahón, en Menorca, sea uno de los lazaretos más famosos de España, desde luego no fue el único. Relativamente reciente, el de la Isla de Pedrosa echó a andar oficiosamente en 1834. Durante esta época era muy habitual importar enfermedades de América. Por ejemplo, la fiebre amarilla. Pestes clásicas como la tuberculosis, la viruela, el cólera o la lepra eran también posibles males a evitar. Así, la autoridad portuaria decidió usar esta ínsula como lugar para cuarentenas.

El paso a ser un lazareto como tal fue unos 35 años más tarde. De esta forma se mejoraban un tanto las condiciones de los aislados. Un gran drama rodeaba a un lugar que, como ya se ha dicho, se conocía como Isla de la Astilla. La mayoría de aquellos que debían permanecer apartados habían estado en Cuba, no pocos como soldados. Estos últimos desafortunados abandonaban un ambiente hostil para verse recluidos en otro. Tanto la guerra como el comercio indiano hacía muy habitual los desembarcos en la bahía de Santander.

Alfonso XIII visita la Isla de Pedrosa en 1914
Alfonso XIII visita el complejo en 1914. | Wikimedia

El proyecto para convertir el lazareto en un sanatorio marítimo infantil data de finales de la primera década del siglo XX. En 1910 podía leerse en el Boletín Oficial de la Provincia de Santander, del 15 de junio, quiénes poblarían el lugar. “200 niños de ambos sexos”, que vendrían de “Santander, Oviedo, Palencia, Valladolid, Ávila, Segovia, Madrid, Burgos, Soria, Logroño, Navarra, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya“. Prácticamente media España, todo el norte excepto Galicia, León, Zamora y Salamanca. Los niños de estas provincias irían al de Oza, en A Coruña.

De esta forma, el complejo tenía como principal objetivo combatir la tuberculosis, también conocida como tisis. Algunos estudiosos la sitúan como la primera enfermedad de la Humanidad y a día de hoy sigue siendo una de las pestes más mortíferas del planeta. Aunque controlada en Occidente, por ejemplo en 2015 afectó activamente a más de 10 millones de personas en el mundo. Mató a 1,8 millones, siempre según datos de la OMS. Los casos se concentran en Asia y África, donde se ceba con los infectados por el VIH. Varias bacterias la causan. A principios de siglo, era uno de los terrores de España y se combatía en sanatorios marinos y en sierras como las de Madrid.

 

Puente a la Isla de Pedrosa
Puente a la Isla de Pedrosa. | Wikimedia

En 1914 el propio Alfonso XIII visitó el lugar para la inauguración oficial. Asimismo, la reina Victoria Eugenia pasaría por aquí en 1919. De la misma época es el teatro Infanta Beatriz, ubicado junto al embarcadero. Sin embargo, el punto más destacado era el edificio hospitalario principal, elegante y siguiendo el estilo de la época. Durante el momento álgido las camas para afectados llegaron a ser 600. Fuera de la isla, en un bosque al inicio del complejo, se situaba el edificio María Luisa Pelayo o de La Picota. Se erigió a finales de los 20 y se destinaba a enfermos de larga estancia. Estuvo funcionando hasta 1989. Además de tuberculosos, acogió a otros niños con enfermedades óseas y malformaciones, como las niñas pájaro mencionadas.

¿Se puede visitar… o será lo último que hagas?

Iglesia de la Isla de Pedrosa
Iglesia de la Isla de Pedrosa. | Fundación Cántabra Salud y Bienestar Social

Desde su cierre varios de los edificios se han echado a perder. El primero que se ve, junto al acceso al recinto, es el pabellón María Luisa Pelayo. Desvencijado, resiste entre un bosque en el cerro de La Picota. Un paseo entre eucaliptos lleva hasta el puente de 1966. No hay dificultad alguna en el trayecto, que permite captar el ambiente tranquilo en el que transcurría la vida en el sanatorio. Una vez en la Isla de Pedrosa, se puede observar una iglesia y dos zonas totalmente diferentes.

Por un lado se sitúan los edificios modernos, que son parte de la Fundación Cántabra Salud y Bienestar Social. Están destinados en su mayor parte a proyectos de rehabilitación de jóvenes drogadictos. Bajo control de la administración de Cantabria, permiten que la ínsula siga siendo un sanatorio en parte. La mayoría de sus estructuras se hayan en la parte oriental.

La abundante vegetación y la bahía de Santander hacen de la Isla de Pedrosa uno de los mejores rincones para perderse de la provincia. Avanzando entre eucaliptos se encuentra una estatua dedicada al Director General de Salud Pública durante la inauguración del sanatorio, Manuel Martín de Salazar. Mientras tanto, el pabellón de tuberculosos está tan ruinoso como el María Luisa. Pese a ello guarda una planta imponente. Ambos están a la espera de un proyecto que los restaure.

Lo mismo le ocurre al teatro Infanta Beatriz. Se ubica en la parte norte de la isla. Al lado está el embarcadero y las vistas son realmente bellas desde allí. En todo caso, derrumbes han llevado su estabilidad al límite. Por ello se recomienda seguir los consejos de los carteles que avisan de no entrar a las ruinas. Aparte de esto, el paseo por la ínsula es plácido y perfectamente seguro. Esto, así como la cercanía de la A-8, permite que sea un lugar popular para el turismo. También acuden allí aficionados a lo paranormal, haciendo del lugar uno de los preferidos del sector junto a Belchite o Zugarramurdi. Un cariz esotérico que no hace si no más evocadora a la bonita Isla de Pedrosa.

Isla de Pedrosa y sus fantasmas, un rincón encantadísimo

Porque, como sucede con todos los Rincones Encantados repasados y por repasar, Isla de Pedrosa es algo más que una leyenda. Tiene una historia que justifica el clima de misterio, de incomodidad en parte, de duda que se respira en cada uno de los rincones de la isla. Por supuesto, ese sanatorio mencionado es el centro de todo, pero no se trata solo de sus espacios abandonados. La isla de Pedrosa es un imán para los curiosos porque cuenta con todos los elementos necesarios para hacer creer que hay un mundo más allá de este.