Antes de tratar lo que ver en Luarca cabe repasar brevemente su historia. Se tiene constancia de poblaciones en la zona desde el Paleolítico Inferior. A tal época pertenece Cabo Busto, en cuyas inmediaciones ya hubo comunidades de cazadores y recolectores.
También cerca de Luarca hay necrópolis tumulares neolíticas como La Granda o Piedrafita, así como ocho poblados fortificados. Cabe destacar el del Cerco de los Moros, en Paredes, y El Castiecho, en Otur. Más tarde, los romanos explotaron las minas auríferas astures. De esta forma dejaron una profunda huella en la cuenca del río Esva, todavía visible.
Hacia el año 912 apareció escrito el nombre de Luarca en un falso diploma del obispo Pelayo. El territorio acabaría de perfilarse a partir de la concesión, en 1270, de la “Carta fundacional de la Puebla de Valdés” por el rey Alfonso X El Sabio. En dicho momento, la capital valdesana se consagró como el epicentro administrativo del concejo.
Otro hito significativo de la historia local fue la autorización en 1338 de la importación y comercialización de la sal. Se trataba de un gran privilegio en la Edad Media. Como hito de aquellos años permanece la Torre de Villademoros, de fábrica bajomedieval. Llegó a contar con cercas y fosos que la hacían casi inabordable.
El puerto se convirtió, de modo claro y creciente, en foco neurálgico de la villa. Así, fue el motor de su actividad económica y social. Como en otros fondeaderos del Cantábrico, se desarrolló la pesca de la ballena. Por tal motivo se constituyeron en 1486 las Ordenanzas del Nobilísimo Gremio de Mareantes.
Además de su vínculo con el mar, Luarca es cabeza de un concejo también montañoso, donde aún es reconocible la personalidad de los vaqueiros de alzada. Se trata de una antigua comunidad trashumante de particulares y no siempre comprendidas costumbres.
La villa sufrió diversas ofensivas marítimas de franceses e ingleses. Esto obligo a reforzar sus límites con la construcción de La Atalaya y de La Punta de Castiel. De esta manera aumentaron la protección de la población, que tuvo un papel relevante en la Guerra de la Independencia.
La emigración en el siglo XIX hacia destinos americanos, especialmente Cuba y Argentina, marcaría el paisaje de la localidad. Aquellos que regresaron con capital suficiente, los indianos, beneficiaron a su comunidad con infinidad de obras públicas. Asimismo, promovieron la construcción de numerosas casas con jardín de característica silueta. Hoy destaca el paso del Camino del Norte por esta localidad.
A continuación, lo mejor que ver en Luarca.