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Xanas, trasgus y magia asturiana en la cascada del Cioyo

Cascada del Cioyo

Hay lugares mágicos. Lugares que se quedan con un pedacito del alma. Lugares que despiertan ojos cansados y reviven corazones. La impresionante cascada del Cioyo es uno de ellos. Un poderoso manantial que emana del cielo y cae con la fuerza de la naturaleza formando un pequeño lago de agua verde azulado. Una parada en el frenesí del mundo para reconectar con uno mismo. Un suspiro de alivio que surge de la propia tierra.

Tramo de la ruta hacia Cascadas del Cioyo
Tramo de la ruta hacia Cascadas del Cioyo. | Shutterstock

Dicen que la respiración del planeta comienza con el movimiento del agua. Sea así o no, lo cierto es que este increíble paraje natural es un auténtico respiro para quien consigue llegar hasta él. Envuelto de una frondosa vegetación, cascadas de menor nivel y el susurro constante del río Porcía, este impresionante salto de agua es el escenario perfecto para una agradable excursión por uno de los rincones más bonitos de Asturias. Y quién sabe, quizás alguna xana se deje ver durante el camino.

Explorando el bosque asturiano

Una buena aproximación a la hermosa cascada del Cioyo es partiendo desde el pintoresco municipio costero de Castropol. Esta localidad encierra muchas maravillas. Una de ellas es la perfecta sincronía entre el fuerte azul del mar Cantábrico y la frondosidad de los bosques de la Reserva de la Biosfera de Río Eo, Oscos y Terras de Burón. Con una combinación así, dibujar el resto del lienzo es tarea fácil.

Cartel que indica el camino a la Cascada del Cioyo
Rumbo cascada del Cioyo. | Shutterstock

El camino más recomendable para llegar hasta la ruta es dirigiéndose desde Castropol hasta Penzol. Una vez allí se toma el desvío hacia Vilarín. Durante el próximo kilómetro el paisaje comienza a introducir al explorador en el encanto propio de un bosque mágico del norte. El verde empieza a hacerse más presente y el olor a tierra húmeda casi puede saborearse. Antes de encontrar la ruta propiamente dicha, se encuentran dos puntos en el mapa que resultan interesantes.

Uno de ellos el edificio de Sestelo. Una gran fábrica de papel perteneciente al siglo XIX que se utilizó como orfanato durante la Guerra Civil. En sus inmediaciones también residen una antigua central eléctrica y una presa. Un poco más adelante se encuentran algunas escuelas abandonadas que, combinadas con el hermoso paisaje que comienza a descubrirse, dejan libre a la imaginación. Precisamente es aquí donde comienza la aventura.

En busca de la cascada del Cioyo

Cuentan que para encontrar la mágica cascada hay que perderse entre los sinuosos caminos que conducen a ella. Después de dejar las antiguas escuelas atrás, empieza un sendero en el que hay que poner mucha atención para ver unas flechas que señalan el desvío hacia la caída de agua. A partir de aquí el sendero se convierte en tierra y el paisaje bien podría pertenecer al de un cuento de hadas.

Aproximación al río Porcía
Río Porcía. | Shutterstock

Después de esta primera presentación, comienza una bajada hacia el río a través de unas “escaleras” naturales formadas por piedras. Aunque pueda impresionar al principio, la gran suerte es que en todo momento hay una cuerda para ayudarse a bajar. Por el camino se encuentran algunas señales que conducen directamente a la cascada. Una vez a la altura del río solo queda seguir su curso en sentido ascendente.

A pocos minutos, majestuosa e imponente, la cascada del Cioyo recibe al visitante con la elegancia propia de las maravillas naturales. Un enorme chorro de agua que cae refrescando la vegetación de sus alrededores. El escenario ideal para disfrutar de un merecido respiro y de un chapuzón, para los más valientes. En este salto de agua las horas corren por cuenta propia. No hay tiempo, ni prisa, ni nada que altere su atmósfera de calma.

Ruta hacia Cascada del Cioyo
Pendiente con cuerdas. | Shutterstoc

Los más aventureros quizás quieran seguir recorriendo la magia del lugar. En cuyo caso, lo mejor es seguir el cauce del río en subida para encontrarse con dos sorpresitas más. Dos cascadas más pequeñas que la primera sirven de pequeña recompensa para los pies cansados. Un entorno propio de los bosques del norte que se queda para siempre en las retinas de quien lo contempla.

El hogar de la Xana enamorada

Son muchos los que acuden a la cascada atraídos por la leyenda de la Xana y el mozo. Según cuentan las voces de los pueblos cercanos, hace muchos años vivía en el bosque una Xana que se enamoró de un pastor que vivía en un pueblo cercano. Este iba cada tarde a dormir la siesta a la orilla del río y ella lo observaba escondida. Un día de tormenta el río arrastró al pastor poniendo su vida en peligro. La Xana, para evitar que el joven se despeñase, creó un pequeño lago al final de la cascada donde el hombre cayó y salió ileso. Desde entonces, cuenta con una pequeña poza ideal para refrescarse en los días de verano.

Xanas, trasgus y cuélebres

La mitología asturiana es fascinante se mire por donde se mire. Entre todos los seres que la habitan, destacan tres por encima de los demás: las xanas, los trasgus y el cuélebre. Las primeras son mujeres de gran belleza que viven cerca de los ríos de aguas cristalinas. Se dice que custodian grandes tesoros y que, en algunas ocasiones, están encantadas. En la Noche de San Juan salen a las fuentes y si alguien tiene la suerte de encontrarse con ellas les pueden dar un trocito de su tesoro.

Cascada del Cioyo
Cascada del Cioyo | Shutterstock

Los trasgus son duendes muy astutos que se dedican a quitar a los humanos objetos valiosos para ellos. Su maldición es tener un agujero en cada mano por el que se les escapan las cosas que cogen. Por ello, es habitual que en las casas asturianas los objetos cambien misteriosamente de lugar. Por último, el cuélebre es una gran serpiente alada que trae a los pastores de cabeza. Vive en cuevas profundas y se dedica a robar el ganado. En ocasiones puede custodiar los tesoros de las xanas.

Del Eo al corazón de Asturias

Tener la oportunidad de adentrarse en la inmensidad de una Reserva de la Biosfera es el sueño de cualquier amante de la naturaleza. La cascada del Cioyo se sitúa en una reserva famosa por sus bosques de robles, castañares y pinares. Hay tantas tonalidades de verde que parece que el paisaje nunca se acaba. Cerca del río Porcía abundan los avellanos, los sauces y los fresnos. La fauna también es variada. Entre las especies más comunes destacan el jabalí, el zorro, el corzo y el gavilán.

Visión panorámica de Castropol
Visión panorámica de Castropol. | Shutterstock

La pintoresca villa desde la que se comienza la aventura hacia la cascada es el lugar perfecto para descansar después de explorar los bosques asturianos. Su aroma a mar y la deliciosa gastronomía que se puede saborear en cualquiera de sus restaurantes enamora a cualquiera. Además de ser un escenario muy recomendable para descansar y reponer fuerzas, Castropol destaca por la belleza de su casco histórico.

En un tranquilo paseo se pueden ver sus capillas, las casitas típicas asturianas, palacios y las apacibles plazas donde tomarse un refrigerio es casi una parada obligatoria. Entre las animadas charlas de sus simpáticos habitantes quizás se mencione que se ha visto un trasgu por la zona. O que la pesca del día ha sido buena. O que hay unos mejillones buenísimos. Y, en caso de que alguien los ofrezca, la respuesta siempre es sí. El paseo marítimo también es una opción perfecta para recorrerlo mientras, por ejemplo, se disfruta de un helado.

Panorámica de Taramundi
Panorámica de Taramundi. | Shutterstock

Merece mucho la pena visitar los pueblos que rodean a la cascada del Cioyo. A pocos minutos de Castropol se encuentran los municipios de Taramundi, Ribadeo, Navia y Castrillón. Pequeñas joyas asturianas que esconden maravillas en forma de artesanía tradicional, platos deliciosos y actividades tanto deportivas como culturales. El acompañamiento ideal para unos días de descanso y aventura en las tierras mágicas del norte.