Conocer la historia local es un buen acicate para valorar mejor lo que ver en Iznájar. De este modo, el topónimo procede de las palabras árabes hisn (castillo) y ashar (alegre). Se cree, sin embargo, que estuvo ocupado desde muchos siglos antes por íberos y romanos. Un viejo Romancero confiere el nombre de Angellas a la ciudad y la asocia al periodo romano.
Desde el 742 pasó a formar parte de la Cora de Rayya, cuya capital estuvo en Archidona. Hacia finales del siglo IX la zona quedó bajo el control del rebelde Omar Ben Hafsun, un muladí que durante varias décadas combatió con éxito al Califato de Córdoba. Así, durante el 886 Iznájar sufrió el asedio de las tropas del emir cordobés Al-Mundir. No dudó en ser cruel y pasó a cuchillo a la mayoría de la población.
Las continuas y sangrientas represalias atemorizaron en gran medida a los habitantes locales. Debido a ello, en el año 911 y para evitar nuevas represalias, asesinó al caudillo rebelde. La cabeza del muladí Fadl ben Salama fue enviada al emir de Córdoba como signo de sumisión. Como recompensa a su posterior fidelidad, Abderraman III reconstruyó el castillo. Así, pasó a ser prácticamente inexpugnable por lo escarpado de la colina que lo alberga.
Al morir Almanzor y descomponerse el califato de Córdoba el caudillo bereber Habus Ben Maksan conquistó Iznájar. Gracias a ello actúa como cabeza de Taifa hasta el año 1019. Entonces, Granada la sustituyó como capital. A partir de entonces la fortaleza ejerció como defensa adelantada frente a los castellanos.
Durante 1341 llegó hasta sus murallas Alfonso XI. Sin embargo, el mal tiempo evitó que se realizara el consecuente asedio. Veinte años después Pedro I, ayudado por el depuesto Muhamed V de Granada, tomó Iznájar. No obstante, cuando el monarca nazarí recuperó su reino hizo lo propio con esta localidad cordobesa.
La toma definitiva ocurrió el 4 de diciembre de 1431. Juan II fue el responsable de hacer que pasará por última vez a manos castellanas. Durante 1468 entró en la jurisdicción de Juan Fernández de Córdoba, señor de Baena y conde de Cabra. De este modo pasó a ser también vizconde de Iznájar.
El 28 de junio de 1861, un grupo 600 de jornaleros liderado por Rafael Pérez del Álamo asaltaron el cuartel de la Guardia Civil. El lema que gritaban era el de «viva la libertad y muera la reina». Al día siguiente, tras reunir unos diez mil efectivos, saquearon Loja. La rebelión duró una semana, hasta que llegaron las tropas del Ejército.
A continuación, lo mejor que ver en Iznájar.