Antes de tratar lo que ver en Carcabuey, cabe repasar su historia. De esta forma, en su cerro se han encontrado piezas arqueológicas de hace 1.200 años. Por ejemplo, la espada de bronce que se conserva en el Museo Británico de Londres. Los romanos llamaron al lugar Ipolcobulcula, construyendo un castellum del que perdura un aljibe excavado en la roca viva. También resisten vestigios de villas, epigrafía y hornos cerámicos.
Ya en épica visigoda, se cree que fue una población importante. Esto se debe a que al llegar en el 712 los musulmanes, optaron por pactar la independencia en la gestión del lugar a cambio de la conversión al Islam. El topónimo pasó a ser Karkabuliya, que quiere decir “Puerto de montaña”. De este modo, comenzó a depender del gobernador de la Cora de Cabra.
La relación entre los musulmanes y sus nuevos súbditos muladíes no fue buena. Gracias a ello, fue una zona de actuación de Omar Ben Hafsún, un converso descendiente de visigodos. Con él cooperó el Señor del lugar, Said Ben Mastana, también con pasado germánico, en este caso noble, que procedió a reforzar el Hisn Karkabuliya o Castillo de Carcabuey. Durante 893 la situación se agravó hasta el punto de que el emir Abd Allah se presentó ante la fortaleza con sus tropas, obligando a derruirla en su presencia.
Al ser mencionada como una de las plazas fuertes de la Ordén de Calatrava en 1256, se cree que fue conquistada por Fernando III tras el pacto de Jaén de 1246. Por aquel entonces, el lugar adaptó su estilo estilo arquitectónico al castellano. Lo que es seguro es que en 1262 ya tenía un término concejil propio.
El caballero calatravo Nuño Tello fue designado alcaide de Carcabuey en 1282. Se negaría a entregar la plaza cuando el Infante Sancho se sublevó contra su padre Alfonso X el Sabio. Esto le enfrentó al usurpador castellano y al Rey de Granada, originando una leyenda de lealtad extrema.
La Orden de Calatrava dominó el lugar hasta el año 1333, cuando Mohamed IV de Granada lo saqueó. No obstante, durante 1341 lo recuperaron las tropas de Martín Fernández de Portocarrero, Señor de Alcalá la Real. Ese mismo año Alfonso XI le concedió el fuero de Toledo para estimular su repoblación.
En octubre de 1385, Enrique II le dio el señorío de Carcabuey al Ruy Díaz de Berrio. Se trató de un agradecimiento por los servicios prestados durante la guerra civil contra Pedro I. En el documento se hacía explicito que la concesión era para sus descendientes directos. Así, en caso de extinguirse el linaje, la villa y el Castillo de Carcabuey regresarían al poder de la Corona.
Alcanzado 1463, el hijo y el nieto de Ruy le pidieron a Enrique IV permiso para vender Carcabuey. El monarca accedió. Así, el 20 de diciembre de 1465 lo vendieron a la Casa de Aguilar a cambio de 380.000 maravedís. Sus nuevos Señores repoblaron la villa, que inició un período de esplendor. Más adelante, la Casa de Aguilar quedó absorbida por el Ducado de Medinaceli. Varios maestros que trabajaban en Priego de Córdoba también lo hicieron en la localidad.